sábado, 28 de agosto de 2010

Educación para niñas

Por Bárbara GARCÍA CHÁVEZ*
Reducir la brecha de género en materia de educación, garantizando a las niñas, adolescentes y jóvenes su acceso la escuela es condición impostergable en Oaxaca y en el país entero.
En el año del Bicentenario, todavía tenemos que lamentar que en México, las cifras oficiales indiquen que un porcentaje elevado de niñas y niños no saben leer ni escribir y que otra cantidad muy elevada no han concluido su educación básica.

Situación que contraviene a lo establecido el Artículo Tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos, como resultado, claro está, del fracaso educativo que vive el país, donde 7,5 millones de jóvenes no estudian ni trabajan.

En el ámbito de Oaxaca, el Instituto de la Juventud Oaxaqueña reveló que el 51 por ciento de la población juvenil económicamente activa no tiene trabajo y el 35 por ciento entre 15 y 29 años de edad, han adquirido el VIH-SIDA.

En el caso de las niñas, adolescentes y jóvenes, la inaccesibilidad a la educación genera otro tipo de problemas como el matrimonio y la maternidad a temprana edad. La explotación laboral y sexual, frente a la falta de alternativas reales que potencien su desarrollo.

A pesar de que las niñas tienen mayores porcentajes de asistencia escolar a partir de los cinco años, esta tendencia decae a partir de los 16 años para continuar hasta la franja de 30 y mayores.
Otro problema fundamental es el hecho de que 180 mil 500 madres adolescentes entre los 12 y 18 años no han concluido su educación básica en México.
Todo esto, a pesar de que existen datos que comprueban que por cada niña que asista a la escuela y que concluya sus estudios, se reducen los riesgos de la maternidad adolescente, la muerte de la madre y el niño; se favorece el desarrollo de la comunidad y se da a las mujeres, en general, mayores oportunidades y alternativas para sus vidas.

Lograr una mayor asistencia y aprovechamiento de niñas en la escuela, implica el compromiso de la familia, del profesorado y de las instituciones universitarias para garantizar los mecanismos que favorezcan el acceso de las niñas a la escuela, como la eliminación de cuotas financieras de ingreso, garantizando la educación gratuita tal y como lo establece el Artículo tercero.

Proporcionar becas de apoyo a sus familias y alimentación básica en las propias instituciones. Todo lo cual se puede y es posible, se requiere sólo de voluntad política.

Proporcionar educación sexual y reproductiva a fin de que estas jóvenes puedan tomar decisiones informadas sobre su vida sexual y reproductiva, como retardar el primer embarazo, reducir la violencia y el acoso sexual, así como la prevención de enfermedades de transmisión sexual como el VIH-SIDA o los embarazos no deseados mediante el uso y disposición de anticonceptivos.

Por esa razón, se debe destacar el trabajo que impulsa el Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos a través del Fondo de Becas Guadalupe Musalem en Oaxaca, quienes a través de la educación integral ha favorecido el desarrollo profesional de indígenas oaxaqueñas, que de otra forma habrían permanecido marginadas sin ninguna oportunidad por parte de la institucionalidad que permanece ciega frente a los indicadores que revelan que educar a las mujeres contribuye a mejorar su condición personal y hasta comunitaria.
*Bárbara García Chávez es regidora de Equidad y Género en Oaxaca de Juárez/Tomado del Programa Radiofónico Mujeres en Voz Alta