lunes, 20 de junio de 2011

Mujeres y Política. ¿Acaso no soy el cambio?


Soledad JARQUIN EDGAR

El hecho de que en lo que va del año 2011, un total de 31 mujeres hayan sido asesinadas y otras cinco hayan pasado por lo mismo en diciembre de 2010, nos habla de que en los primeros meses de la administración gubernamental de Gabino Cué Monteagudo las víctimas del feminicidio sumen 36 mujeres, 11 de esos asesinatos ocurrieron sólo en el último mes.

En el primer año de gobierno del exgobernador Ulises Ruiz, entre diciembre de 2004 y noviembre de 2005, las mujeres asesinadas fueron en total 38 –según los reportes de los diarios locales-, esto evidencia que en muy poco tiempo el gobierno actual estaría por rebasar la cifra reportada en aquellos primeros meses del gobierno de Ruiz, un sexenio para olvidar en todos los sentidos. De ahí la preocupación.

Frente a la gravedad del problema, al menos para las organizaciones de mujeres, esta semana se buscaron respuestas del gobierno de Cué, quien atendió la audiencia en Palacio de Gobierno y mientras escuchaba fumaba y fumaba. No hubo las respuestas esperadas, pero el más sorprendido fue el propio gobernador, quien confiaba y esperaba escuchar que todos los asesinos estaban en la cárcel. ¿Acaso no soy yo el gobernador del cambio? Parecía decirse a sí mismo, confiado y fumando.

Cué se molestó porque las ciudadanas organizadas le advirtieron que sí no atendía el problema, sí no hacía algo real, su gobierno prospectivamente podría superar las lamentables cifras de mujeres asesinadas que dejaron en Oaxaca los gobiernos priistas, los mismos con los que tanto le emberrincha que lo comparen.

Sin duda, lo que más le molestó a Gabino Cué no fue la advertencia de las organizaciones. En el fondo, la molestia, el que su rostro se enrojeciera, fumara y fumara, fue darse cuenta que sólo cinco y no 36 de los asesinos estaban en la cárcel. Peor aún, las leyes siguen en el mismo tenor, el feminicidio como delito no existe en Oaxaca, porque hasta ahora no ha habido nadie que presente la iniciativa, eso sí ha tenido un uso mediático para al menos tres legisladores que han hecho los anuncios respectivos, pero sólo eso, el juego del lobo. Lo más que la administración gabinista ha planteado es una agenda, que debe estar guardada en el cajón de la Comisión de Equidad y Género que encabeza la panista Ivonne Gallegos Carreño y que le entregó la directora del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, Anabel López.

Gabino Cué salió molesto de la reunión y señaló su desacuerdo con la comparación de la que fue objeto, bueno eso dijo, pero en el fondo su molestia evidente fue porque su gente no tiene resultados, incluso en alguna parte del extenso diálogo con las mujeres organizadas, planteó que si sus colaboradores y colaboradoras no estaban a la altura de las circunstancias tendría que hacer algunos relevos. No era para menos, ya que estamos hablando de la vida 36 mujeres que tenían sueños, proyectos, anhelos, mujeres de todas las edades asesinadas con saña inaudita, inadmisible, como el colgar de un tendedero a una niña de 10 años después de violarla y asesinarla, dispararle en la vagina a otra o enterrar vivas a dos más.

Una y otra vez, hemos escuchado en los últimos meses que lo que urge es armonizar las leyes y sobre el tema, decía antes, hay tres declaraciones por parte de diputados, curioso todos varones; sin embargo, habría que decir que desde 2007 existen propuestas de armonización, detrás de este trabajo estuvo el Instituto de la Mujer Oaxaqueña y su ex titular Norma Reyes Terán. La ex funcionaria dice, no sólo estamos frente a la negativa de los diputados varones, o de una buena mayoría de ellos, porque no les interesa imprimir castigos ejemplares a los violentadores, sino porque no les deja dinero.

A todo esto habría que agregar que sobre esa iniciativa, está la pesada losa del pasado reciente y nadie quiere saber nada, nadie quiere acercarse ni un centímetro a ese pasado o a lo que representa. Entonces no sólo buscan descubrir el hilo negro y el agua tibia que los lleve por los ríos caudalosos de la gloria del cambio. El problema es que las aguas navegables se extinguen a cada momento. Así que seguirá ocurriendo: hombres que pagan una sanción económica y vuelven a su casa para de nueva cuenta golpear a sus parejas o incluso asesinarlas, como ocurrió en Juchitán justamente hace un mes. Ella, una de las 36 víctimas, ya había denunciado en tres ocasiones a “su pareja” por eso que llaman violencia familiar. Al final, la permisibilidad permitió su asesinato. Funcionarios insensibles, leyes blandas, castigos irrisorios, investigaciones mal elaboradas y un sin fin de etcéteras que favorecen la existencia de la violencia machista.

El resultado es lo que vemos ahora, repito 36 mujeres asesinadas y cinco asesinos en la cárcel, 13.8 por ciento, apenas nada. Un síntoma de este fenómeno lamentable de la violencia contra las mujeres –como se dijo en la reunión con Gabino Cué- es la permisibilidad, la lacerante impunidad, que provoca la victimización extendida que alcanza a las familias de las 36 mujeres asesinadas y, peor aún, a todas las mujeres que se convierten en blanco perfecto de un juego macabro.

Pero eso no es todo. Oaxaca es nota nacional e internacional por la violencia machista que sigue impidiendo que las mujeres puedan a vivir libres de violencia, como reza el título de la flamante ley desdentada que existe ahora, porque en algunos municipios las mujeres no las dejan gobernar, como sucede en San Juan Lalana y en la Pe Ejutla, o en las agencias de Emiliano Zapata y El Paraíso de San Juan Cotzocón, mismo caso en Zaachila, donde una mujer no puede acceder a su cargo como regidora, simple y sencillamente, repito, porque a algunos hombres no se les da la gana y porque no están dispuestos a ser gobernados “por las pinches viejas”, como reza la expresión misógina que hemos escuchado en repetidas ocasiones en los meses recientes.

Eso ocurre por la cerrazón que impone el machismo y la misoginia que todavía prevalece en las poblaciones rurales, indígenas y hasta urbanas, y me atrevo a decir que sobre todo es resultado de la ignorancia que sigue imposibilitando ver y aceptar que las mujeres como los hombres tienen los mismos derechos.

Pero lo que resulta inadmisible es que en todos estos casos, está de nuevo presente la permisibilidad, la impunidad, que propicia un mal entendimiento de los usos y costumbres, que se aplican –está bien claro- de manera arbitraria y hasta convenenciera, trastocando la vida comunitaria. Solapada, sin duda alguna, por la inoperancia del Instituto Estatal Electoral, de funcionarios del gobierno estatal agazapados de las ubres de la Secretaría General de Gobierno y, peor aún, con la injerencia de partidos políticos o diputados en sistemas electorales de usos y costumbres. Un agregado son los grupos caciquiles que todavía perviven en Oaxaca y que ven en las administraciones municipales dirigidas por mujeres la pérdida de su poder de mando, porque ellas no siempre están al servicio de sus caprichos y decisiones.

La violencia en la vida de las mujeres de Oaxaca será una constante, en tanto, los gobiernos de todos los niveles y representaciones siguen durmiendo el sueño de los justos, ocupados en sus disputas de poder, en cómo hacer para que no se les queme (más de la cuenta) el mole oaxaqueño de un gobierno de derecha-izquierda y donde la oposición se desdibuja por sus propios problemas, ocupada también en el año electoral que se avecina. Ya lo había dicho antes y lo reitero, cada mujer asesinada es responsabilidad de todos los que nos gobiernan, de los encargados de los gobiernos municipales y de la seguridad pública, de quienes hacen las leyes, de quienes toman las decisiones y hacen valer las disposiciones legales y aplicar la justicia. Las leyes son laxas, como dijo Gabino, y yo añadiría que leyes laxas pero se pueden cambiar para no sufrir por gobiernos laxos.

Los servidores públicos, incluyendo a Gabino Cué, deben apurarse en sus tareas, aplicarse en el deber de servir que para eso se les paga o la opinión pública seguirá siendo contraria, habrá más críticas, más cuestionamientos, más exigencias y más advertencias sobre el alcance que pueden tener sus desatenciones, como en el caso de los asesinatos de mujeres, aunque no les guste y les enoje, les ponga la cara roja y fumen y fumen.

Sin duda, tiempos descompuestos para las mujeres y a pesar de todo, ahí están, no cejan en el intento de que este mundo algún día la discriminación y la impunidad desaparezcan, por eso organizadas en colectivos, en asociaciones o de manera individual se manifiestan y exigen.

En cambio otras frente a la parálisis gubernamental (no la de ahora, sino la de siempre) emprenden iniciativas brillantes como el Fondo de Becas Guadalupe Musalem, que está semana entregó 10 nuevas becas para que jóvenes de escasos recursos puedan terminar sus estudios de preparatoria. La cifra crece, ya son más de 80 las adolescentes y jóvenes beneficiadas, más de 80 historias que se cuentan de manera distinta, historias que generalmente se convierten en éxito.

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A reserva. Oaxaca sigue atrás

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ

Feminicidio, neologismo que expresa una conducta violenta de hecho o acción contra la mujer, que de acuerdo a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer -de Belém do Pará- en el artículo 1º está basada en el género o misoginia que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado. Contiene elementos impunidad o inacción estatal frente a los crímenes, enfatizando la responsabilidad del Estado.

En los últimos años, en México como en otros países latinoamericanos se ha debatido con mayor intensidad la revisión del marco jurídico-penal aplicable a la tipicidad y sanción de las conductas que constituyen violencia feminicida y feminicidio,

Este debate ha resultado controvertido más en el plano político que el estrictamente jurídico, que implica la creación de un tipo penal especifico que necesariamente requiere un proceso legislativo que retome la teoría y pronunciamientos feministas y de los movimientos de mujeres, que por más de una década, han aludido los asesinatos de las mujeres por el hecho de ser tales en un contexto social y cultural que las ubica en posiciones, roles o funciones subordinadas, lo que, favorece y las expone a múltiples formas de violencia, rodeado de impunidad de facto y desinterés del estado.

Abría que empezar con las palabras. Como se ha dicho muchas veces, lo que no se nombra no existe; reconocer el poder que tienen las palabras seria el principio del cambio de paradigma. La tipificación del feminicidio es una forma de visibilizar el problema. No nombrar el feminicidio, no tipificarlo, significa allanarse a la omisión, reproduciendo y perpetrando las relaciones verticales de poder dominantes.

El proceso legislativo para incluir la conducta feminicida como delito, debe implicar el concepto claro y preciso del feminicidio en la tipicidad, de la que se desprenda una única definición. El bien jurídico protegido por supuesto es la vida y la integridad de las mujeres.

Deben establecerse tantos supuestos típicos como sean posibles las conductas feminicidas, esto es las posibilidades concretas como que hubo violación sexual previo al asesinato, que el feminicida llevara con su víctima vida conyugal, entre otros. Esto define y adecúa la punibilidad o aplicación de sanciones.

Evidentemente se debe constituir como delito agravado, considerando que en todos los casos se constituye como conducta dolosa entendiendo por dolo la concurrencia del elemento ético, constituido por la conciencia de que se quebrantó el deber; y el elemento volitivo o psicológico que consiste en la voluntad de realizar el acto.

La Antijuricidad es el elemento subjetivo que implica que el sujeto activo tenga conocimiento que está realizando una conducta ilícita, lo que habrá de definirse a priori si se plasma la convicción del legislativo de garantizar los derechos humanos de las mujeres, en particular cuando se trata de los derechos a la vida, a la integridad física y psíquica de las mujeres. La permisidad o falta de acción del estado, frente al feminicidio, por obvias razones, constituye un atentado contra estos derechos.

Si bien es cierto que el fenómeno del feminicidio ha sido tema de estudios e investigación académica, los movimientos de mujeres feministas y organizaciones pro derechos humanos, han influido en la intención de gobiernos creando instancias de promoción de los derechos de las mujeres, capacitación y apoyo a mujeres violentadas; es hasta hace muy poco que se considera la adecuación de las leyes secundarias con los tratados internacionales ratificados hace muchos más años por México.

Victoria Esperanza Chavira Rodríguez, diputada local del Partido Acción Nacional en Chihuahua planteó en septiembre de 2007, dar al feminicidio rango de delito, presentando una iniciativa que modificaría el Código Penal del estado, con lo que Chihuahua, dijo, estaría a la vanguardia en el combate a ese ilícito. Como respuesta obtuvo una negativa contundente de la mayoría priista.

A finales de 2008, la diputada federal del Partido Socialdemócrata Marina Arvizu, presentó una iniciativa de modificación al Código Penal Federal, para incluir la tipificación del feminicidio como delito y tipo penal autónomo con una pena de 40 a 60 años de prisión.

Estas iniciativas son el antecedente de los actuales procesos legislativos en cadena, desde los congresos locales, en una apurada escalada a partir de la aprobación unánime que tipifica el feminicidio en el Código Penal del Estado de México en marzo de este año.

Le siguieron de cerca los congresos locales de Guerrero, Guanajuato y Distrito Federal, y varios estados más están en estudio de iniciativas, como Durango, Querétaro, Hidalgo, Coahuila; la mayoría para ser aprobadas, resaltando en todos los casos la participación solidaria de todos los partidos para resolver con amplias mayorías o de plano por unanimidad.

Estados como Oaxaca, donde el gobierno se ha paralizado frente al activismo de las mujeres, que reclaman el asesinato de 36 mujeres en seis meses y no atinan ni a las políticas públicas que den respuesta mas allá del consejismo, inocuo, ni al impulso legislativo que salga del pichicateo protagonista de los grupos políticos ahí representados.

Por otro lado, la tan mencionada armonización legal, establece el principio de un triunfo importante que tardó en llegar y que al parecer pasa por voluntades con inclinación electoral, -al fin somos más de la mitad de la población-. Lo que es cierto es que la inercia llevará tarde o temprano a los partidos políticos en Oaxaca hacer lo propio. Que sea y sea bien.

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Palabra de Antígona. Emergencia Nacional: 14 mil violaciones

Por Sara Lovera

Un grupo de mujeres diversas, convocadas en principio por las responsables de la política feminista de los partidos de la Revolución Democrática y Convergencia, Mónica Soto y Carmen Ojesto, se han puesto a discutir la celebración de un Encuentro Nacional de Mujeres de Izquierda ante la Emergencia Nacional.

Una primera convicción que anima a este llamado es que en México podríamos estar en presencia de una espiral imparable que nos llevará a un estado neofacista y sin oportunidad para recuperar lo que hace pocos años era eso de la transición a la democracia y mantener el pacto social que genere el Estado de derecho y pacífico que soñamos. Un Estado que garantice a sus ciudadanos y ciudadanas la posibilidad de un desarrollo individual y colectivo con derechos, justo y progresista.

La Caravana convocada por el poeta Javier Sicilia, curtida por la indignación y el llanto, ha sido fundamental para hacer el recuento de los agravios, aunque el documento final obvia nombrar la ominosa y creciente violencia contra las mujeres y el asesinato de muchas de ellas.

De cara a ello, las mujeres tendrían que alzar su voz para contribuir a parar esta guerra absurda, pensaron las convocantes, sabedoras de que es muy importante que las mujeres consigan puestos de decisión, pero la pregunta es ¿para qué? si probablemente, de no parar esta situación, tal vez estemos a punto de tener las últimas elecciones "normales" en 2012, si llegamos a ello.

De ese tamaño es la preocupación. Y tal parece que de ese tamaño es la realidad a la que desafortunadamente nos hemos acostumbrado. El reguero de muertos, de encuentros violentos, de amenazas zigzagueantes en amplias zonas del territorio nacional nos dejan mudas. Es sorprendente cómo las palabras, todas son insuficientes para describir el suceso cotidiano, el que recogen los diarios.

Este domingo, por ejemplo, el diario El Universal da cuenta de un documento de trabajo de la Cámara de Diputados , específicamente de la Comisión de Seguridad Pública, encargada de acercarse científicamente al recuento que va siendo una catarata de cifras lamentables que dejan sentir que el régimen actual dejará un grave saldo social.

Sin embargo, a pesar del tremendo desgaste emocional que esto significa, el documento sostiene que alrededor de 23 mil jóvenes han sido enrolados en el crimen organizado, son miles de muchachos y muchachas que han perdido toda oportunidad humana. Es absurdo hablar de sus oportunidades educativas o de trabajo, ¿serán los jóvenes y las muchachas marginadas, pobres, caídos en desgracia?

Y las bandas delincuenciales y policiales también según el más reciente conteo del horror, habla de unos 10 mil menores que han quedado en la orfandad, huérfanos de padre o de madre, sin que se cuente a las viudas, a las madres que tendrán que reorganizar toda su vida para al menos mantener un mínimo de esa estructura, tan llevada y traída por el discurso calderonista que es la familia, esa ideal, de las fotos bonitas y las caras alegres.

Y dice más. Según el recuento que hace la comisión camaral existen entre 120 y 240 mil mexicanos y mexicanas que han sido obligados a dejar sus casas, sus pueblos, sus lugares de origen, las y los desplazados, en un país que no es Colombia ni la Guatemala de hace apenas unas décadas. Son personas obligadas al desarraigo que atenta contra la memoria y los afectos.

Estuve en Michoacán este fin de semana y observé a vuelo de pájaro decenas de casas en venta y el horror en los ojos de algunas dirigentes políticas de Convergencia, suspender sus asambleas -ahí está a todo lo que da el proceso preeletoral-, como resultado de la violencia desatada que cerró carreteras, tendió mantas de varios grupos de la Familia Michoacana y sabemos por los reportes periodísticos, dejó muertos estos días, nuevamente. Celia, una de estas mujeres, me contó que el temor del cierre carretero era encontrarse, como hace meses un panorama semejante a los paisajes de países devastados por las guerras que pasan por la televisión, que antes nos parecían tan lejanas y atroces.

El documento de marras, como se lee en el reportaje, además documentó 14 mil violaciones sexuales que han sido denunciadas formalmente, sobre lo cual, la diputada perredista Teresa Inchaústegui, secretaria de esa comisión, señala que a los ya casi 40 mil muertos que son resultado de la guerra que lanzó el señor Felipe Calderón el 1 de diciembre de 2006, hace incalculable el daño provocado, en más de un sentido, por las vidas cegadas, las familias rotas, mutiladas y denostadas.

Aunque nadie habla de las viudas y los cuerpos mancillados es evidente que estamos en presencia de una emergencia que obliga a parar esta situación. Quizá por ello es tan atinada la convocatoria de estas mujeres, autodenominadadas de izquierda, que están conscientes de la importancia de debatir al país desde la perspectiva de las mujeres, víctimas directas y adyacentes de la situación.

El Encuentro previsto para julio próximo también examinará lo que ha significado la política económica y el desempleo; los daños invisibles, esos que corroen el alma y producen efectos en cascada por el miedo. Las mujeres y las familias cuya salud está dañada y en proceso de agravamiento, porque no se entiende cómo se vive el día a día en las calles de Culiacán o de Coahuila, esa entidad donde se resume con cifras elocuentes la persecución a migrantes y todavía resuenan por todas partes los dolores de las viudas de la región carbonífera, donde se amasan millones, quizá, para comprar votos.

Es tan tremenda la situación que las mujeres que van a organizar este encuentro necesitarían días y días para oír o plantear testimonios, que no se pierdan como sucedió en la Caravana, que formen un legajo que haga posible instalar o instituir una Comisión de la Verdad, donde globalmente se sistematicen los agravios y las demandas, el tamaño de la impunidad que acaba por ser una palabra vacía, como las otras.

Tal vez es este el problema principal y no la llevada y traída agenda de los derechos de las mujeres, los que parecen no tener apoyo o posibilidades en un país donde hoy la democracia parece tan lejana, esta tan destruida y mancillada.

Es verdad que las mujeres no tienen hoy el reconocimiento de su capacidad política, pero no la tiene nadie, no podemos aspirar a la normalidad democrática, esa que se debate en los diarios, donde se pican los ojos unos precandidatos a otros, unos partidos a otros, mientras una criatura en la escuela tiene el peligro de ser enrolado al crimen, donde no se pueden caminar las calles ni en Michoacán, ni en Nuevo León o Sinaloa, porque puede ser baleada, morir o ser violada; mientras se cierran negocios y se huye del peligro con todo y menaje de casa en el mejor de los casos.

Quizá por todo esto, sentarse unas horas a pensar, cómo la voz de las mujeres pude servir para algo en el país denostado y devastado, desde una perspectiva política, más que elaborar estrategias para llegar al poder.

Es obvio que estas mujeres que convocan y las que ya están discutiendo, piensan que se necesita algo diferente, distinto, una movilización que cubra todas las calles del país pidiendo que alguien o algo, de alguna forma pare esta barbarie, aunque parezcan frases desgastadas, pero qué decir y cómo decir que cegar vidas, sembrar el miedo, desmantelar la actividad profesional, comercial o intelectual, es horrible y tremendo, o pavoroso y descomunal.

Las mujeres tendrán que preguntar dónde quedaron las instituciones que se defendieron hace unos años, cómo acomodar las palabras y los discursos que no tienen nada que ver con la realidad y cómo salvar los procesos electorales del teñido de sangre que se da al lado de las campañas, las asambleas y los recorridos, si nadie puede salir de casa sin ese apretujado corazón. Bienvenida la discusión, el debate, las ideas que vayan más allá de las quejas, más allá de las discusiones y novedades partidarias, más allá de los intereses personales por ocupar y disfrutar un puesto o un presupuesto.

saralovera@yahoo.com.mx