lunes, 17 de octubre de 2011

A Reserva. Las invisibles mujeres rurales

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ

El 15 de octubre se conmemora el Día de la Mujer Rural, también es el día mundial del lavado de manos que, dicen se celebra en todo el mundo. Un día después de la celebración mundial del huevo, sí del huevo. Unos días antes, el 10 fue el Día de la Salud Mental, establecido por la Organización Mundial de la Salud con el propósito de cambiar nuestra forma de ver a las personas que padecen enfermedades mentales.

Vienen también muy de cerca, el 16 de octubre la celebración del Día Mundial de la Alimentación, fecha en que fue fundada la organización internacional que rige en materia de agricultura, silvicultura, pesca y desarrollo rural (FAO).

En 1992, la ONU declaró el 17 de octubre como Día Internacional para la erradicar la pobreza. Muy simbólico, evidentemente la trilogía de términos: mujer, alimentación y pobreza. Espero que la demencia no se inscriba en la simbiosis.

En esta vorágine de fechas célebres, incluyendo al huevo, la atención a las mujeres rurales se diluye y con ello se le resta importancia a sus condiciones de vida, que por principio las estadísticas confirman que son ellas, las mujeres, la mayoría de personas pobres en el mundo y aún más las que se encuentran en el rango de rural, suponiendo la caracterización de indígenas y campesinas.

De este universo resulta complicado desprender las características que le implican a una mujer el calificativo de rural, que permita identificar dónde están y cuáles son.

En una primera definición se dice que la mujer rural es la que sin distingo de ninguna naturaleza e independientemente del lugar donde viva, su actividad productiva está relacionada con lo rural y se confirma con otras precisiones que definen el espacio rural como aquel en el que se verifican un conjunto de relaciones entre quienes habitan y/o trabajan en relación con la tierra.

No faltan autores que, aseveran categóricamente, que la población rural no debe ser considerada como sinónimo de población agrícola.

De cualquier manera, lo rural se relaciona con adjetivos contrarios a la idea de progreso y modernización y antagónicos al modelo de desarrollo urbano.

Esto significa que lo rural, lo agrario y lo campesino es concebido como sinónimo de atraso y precariedad, además guarda relación directa con ciertos patrones socioculturales.

Para América Latina y el Caribe existen tres criterios que se han adoptado en los censos de los distintos países para distinguir las áreas rurales:

  • Una baja densidad demográfica y un patrón de población dispersa.
  • El predominio de las actividades agropecuarias.
  • La prevalencia de rasgos culturales o estilos de vida diferentes a los de los grandes centros urbanos.

Los procesos históricos marcan situaciones diversas al interior de los territorios rurales, especialmente en lo que se refiere a la organización social, la intervención del Estado y la relación de éste con la sociedad civil. Además, la presencia de grupos indígenas en espacios rurales, así como los procesos de mestizaje desarrollados, han dejado una gran diversidad cultural que le otorga otra especificidad al ámbito rural.

Es decir, lo rural ya no establece una sola identidad; se ha transformado, su heterogeneidad es no sólo respecto de las personas, también a sus diferencias agroecológicas, geopolíticas y culturales.

En México las comunidades rurales son las que su población es menor de dos mil 500 habitantes; lo que implica sólo por este carácter poblacional mínimo, una serie de fenómenos socioeconómicos que conllevan la marginación, por desatención y falta de servicios públicos necesarios para vivir dignamente –luz, agua, drenaje, piso, seguridad, salud, educación-. La migración doméstica y externa en busca de oportunidades, así como las propias por desabasto y falta de créditos para la producción agrícola.

Buena parte de las denominadas comunidades agrícolas son habitadas por población indígena, lo que en nuestro país es causa de discriminación étnica, recurrentemente.

Para cerrar el círculo de pobreza y marginación hay que destacar las cifras oficiales que afirman que el 64 por ciento de sus habitantes son mujeres, mujeres rurales.

Sin embargo, la movilidad de las áreas rurales por las causas descritas y por el proceso globalizador, ha presentado un importante desplazamiento de jóvenes y mujeres rurales hacia las periferias de las ciudades o zonas urbanas.

De hecho, la pobreza en términos absolutos, está ubicada en las zonas urbanas, dado el estilo de concentración poblacional que caracteriza a México y otros países latinoamericanos; ahora, hay mayor cantidad de pobres en las zonas urbanas que en las rurales.

En términos relativos, si se sigue considerando que el 30 por ciento de la población vive en zonas rurales y que la magnitud de la pobreza rural es verdaderamente un problema, ya que la mayoría de hogares se encuentra en condiciones de pobreza y alta marginación. Es sin duda un problema que le toca resolver a los gobiernos, que hoy por hoy en México no lo ven como prioritario ya que el campo y la agricultura son asuntos irrelevantes.

La agricultura en nuestro país tiene dos caras perfectamente diferenciadas: una grande, moderna y desarrollada y la otra tradicional, campesina y generalmente pobre y abandonada por las políticas públicas neoliberales.

En México, como en una buena parte de países subdesarrollados, los asuntos agrarios tienen una connotación masculina, desde el reparto agrario cardenista que decretó el sistema ejidal, las mujeres fueron relegadas de la posesión de la tierra y los usos y costumbres les niegan el derecho de propiedad y decisión. Son las desheredadas de la revolución.

Si bien en la mayoría de los países en desarrollo las mujeres son un pilar fundamental de los sectores agrarios y de la subsistencia diaria de la familia, en los países latinos en general no sucede así, el efecto de la ruralidad y etnicidad agrava las desigualdades de género, incrementando la desigualdad y la pobreza, lo que interfiere con sus derechos humanos y sus libertades; siendo ellas las últimas en beneficiarse de los procesos de desarrollo y del crecimiento económico.

Recojo las palabras que en el marco del Día de la Mujer Rural, pronunció el presidente de Guatemala Álvaro Colom Caballeros:

“La pobreza es rural, indígena y mujer. La desigualdad tiene un carácter multidimensional. Su expresión más flagrante es en el ámbito económico, pero también se refleja en términos de territorialidad, etnicidad, género y por consiguiente, en una profunda estratificación del ejercicio de los derechos ciudadanos”.

Ni duda cabe, Jaime Bolaños Cacho es buen amigo de la canciller Patricia Espinosa Castellanos; la próxima semana, Oaxaca será sede de la conmemoración del LXVI aniversario de la Organización de las Naciones Unidas, vendrá por tanto su Secretario General, Ban Ki-moon, la diplomacia en pleno y por supuesto Felipe Calderón. Oaxaca estará en las noticias principales de los medios del mundo y ¿después qué vendrá? Lo correcto sería resolver los problemas que enfrenta la población mexicana, sí, pero especialmente la oaxaqueña, que atraviesa por un bache de ingobernanza y la sistemática violación de sus derechos humanos: pobreza, discriminación, feminicidio inseguridad, analfabetismo y el descontento generalizado que pone en riesgo latente el éxito del evento, recordando la visita de Calderón aquel fatídico 15 de febrero, cuando el gobernador Gabino Cué Monteagudo estrenó sus artes represivas.

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Mujeres y política. ¿Preocupa la violencia contra las mujeres?

Soledad JARQUIN EDGAR

Resulta ineludible hablar de la reunión entre directivos y el cuerpo editorial de El Imparcial de Oaxaca con el gobernador Gabino Cué, que al menos reflejó tener mucho optimismo en sacar adelante a Oaxaca de sus ancestrales problemas, tal vez sin mucha prisa y sí con mucho tiento.

Por supuesto que habló de todos los grandes proyectos que existen para el desarrollo de la entidad y trató con pinzas los temas políticos, que desde su perspectiva, hacen el cambio entre su administración y los más de 80 años que gobernó el PRI. Al menos en sus dichos, Cué marca una sana distancia con los institutos políticos a quienes les dio cargos pero sostiene que no por pago de cuotas. Lo que sí dejó entrever es que habrá evaluación y quienes no hayan dado el ancho pues se irán a su casa, como sucedió- dijo- con el ex titular de CEA, el panista Rolando García Varela.

Reveló, así parece manifestarlo con sus expresiones, la sorpresa que se llevó con el ex secretario de Economía y Turismo, Alfredo Ahuja Pérez, quien renunció cuando quedó al descubierto que utilizaba un título universitario apócrifo expedido supuestamente por la UNAM, en realidad se trata de la vieja y conocida sucursal de la plaza Santo Domingo de la capital del país. Lo que no dijo es sí Ahuja Pérez fue denunciado y habría que preguntarle al procurador Manuel de Jesús López, porque no olvidemos que el ex alcalde tuxtepecano cometió un delito.

En fin, puedo decir que el gobernador de Oaxaca fue cauto en sus respuestas, quizá debido a su “buen humor”, como señala Humberto Torres en su crónica de la reunión. En eso hemos avanzado un poco, recordemos el griterío de José Murat y las malas artes mostradas contra sus “enemigos” políticos por el famoso URO.

También aclaró que no está enfermo como se sostiene. Explicó que tiene buena relación con algunos priistas como Manlio Fabio Beltrones –por aquello de la firma en el desplegado-, que toma café con Andrés Manuel López Obrador o que desayuna con Marcelo Ebrard cuando vienen a Oaxaca. Es más, dejó en claro que no tiene ninguna distancia con Felipe “El Valiente” Calderón, como también se ha dicho por aquello de la falta de presupuesto del que tanto se habla. O sea, casi, casi, Oaxaca camina sobre ruedas. Eso es en realidad lo que trata de decir, con voz pausada el joven gobernador de Oaxaca, quien apela a la no desesperación de la ciudadanía, derivada de la permanente movilización de grupos y, sobre todo, de la crisis financiera que se vive, sí en todo el mundo, pero que en Oaxaca toca las puertas de cada vivienda.

Aunque dijo que el tema de las mujeres es muy importante, en específico, la violencia y el feminicidio que hasta el fin de semana suma 78 (SETENTA Y OCHO) mujeres y niñas asesinadas, sólo se concretó a repetir que no permitirá la impunidad y que dará cifras sobre la detención de los agresores en breve.

Podríamos concederle el beneficio de la duda, pero la realidad ha rebasado al actual gobierno. Comparado con años anteriores el número de asesinatos de mujeres ha sido superado en estos primeros meses de la administración de Cué.

En los últimos tres años del gobierno de Ulises “El Terrible” Ruiz, las cifras fueron de 58, 55 y 56 mujeres asesinadas entre 2008 y 2010; hoy a poco menos de 11 meses la cifra es de 78. Las comparaciones aunque odiosas son necesarias. En los tres últimos años, el promedio de asesinatos de mujeres fue de 56, la cifra de estos primeros meses del gobierno gabinista ha sido superado por 22 vidas truncadas por la violencia machista, misógina y la impunidad que aún se refleja en las cifras oficiales, ya que a decir del propio Procurador “en la presente administración” la eficiencia en la detención y ejecución de ordenes de aprehensión por asesinatos de mujeres, sólo es del 35.29 por ciento, es decir, el 64.7 por ciento son crímenes no castigados y tal vez no perseguidos (dato obtenido de la comparecencia del procurador ante la Cámara de Diputados Federal)

Cierto, la violencia feminicida es reflejo de una cultura milenaria sentada en el patriarcado, pero también refleja que las personas no queremos avanzar en materia de igualdad, un ejemplo claro es la falta de acciones preventivas en las tareas del gobierno estatal, menos aún en los municipios y qué decir del gobierno federal que tiene al país entero patas para arriba en esta materia de la seguridad humana. Pero mal de muchos es consuelo de tontos.

Si los gobiernos quisieran realmente emprender una cruzada a favor de la libertad y la vida de las mujeres estaríamos en otro canal, en esa gran cruzada de la que el mismo Gabino Cué en la reunión con El Imparcial. El problema se reduce al dinero y sobre todo a la falta de voluntad ¿a qué titular de Finanzas, Desarrollo Social, Economía, de procuración de justicia, de atención a Migrantes, de Educación Pública o de Salud le preocupa realmente la violencia contra las mujeres? A ellos no les afecta, son hombres, y algunos de ellos son victimarios en lo imaginario, en lo simbólico y en los hechos.

El Instituto de la Mujer Oaxaqueña tiene un presupuesto pírrico, es uno de los menos importantes. Una acción contundente será entonces multiplicar por 100 el presupuesto, sólo para terminar con la violencia ¿querrán hacer semejante cosa? Al final se trata de EDUCACIÓN y no sólo de la que se brinda en las escuelas.

Por otro lado, existe una iniciativa de Gabino Cué para tipificar el feminicidio y reformar códigos penales en Oaxaca, ésta fue elaborada por organizaciones no gubernamentales y una que otra experta en la materia. Gabino propone incluso penalizar a los médicos que no atiendan bien a las mujeres o que abusen de ellas con malos tratos y hasta con malas prácticas en un tema que se llama violencia obstétrica.

La iniciativa en manos del Congreso local obtuvo una prórroga para su análisis porque “alguien” nunca la pasó a la Comisión de Equidad y Género. La fracción priista ha señalado que sí va con estas iniciativas, pero hará algunos señalamientos en lo particular. Del resto de los partidos políticos nadie sabe si están realmente interesados en aprobar la propuesta. La iniciativa despierta inquietudes y entrará al jalón final. Ya veremos de qué cuero salen más correas como decía mi abuelita Lucha.

Granados Chapa

Maestro en las aulas y fuera de ellas. Don Miguel Ángel Granados Chapa deja en la orfandad al periodismo. Sin duda, será mejor esta noble tarea allá a donde está ahora.

@jarquínedgar

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Palabra de Antígona. Don Miguel Ángel

Sara LOVERA

En su último aliento, Miguel Ángel Granados Chapa nos dijo: "Es deseable que el espíritu impulse a la música y otras artes, las ciencias y otras formas de hacer que renazca la vida y permitan a nuestro país escapar de la pudrición que no es destino inexorable. Este será su epitafio. De él tendríamos que aprender.

Don Miguel Ángel, que nunca me habló de tú, fue mi jefe durante más de una década. Acucioso, lector incansable, riguroso total en la confección de cada uno de sus escritos, templado, justo y respetuoso, nos ha dejado en esta hora de México ese deseo de mantener la esperanza, que no es pueril, como él mismo lo escribió apenas dos días antes de despedirse para siempre.

Tal como nos dijo en su última Plaza Pública, sin la altisonancia que caracteriza a los llamados líderes de opinión, siempre ofreció a la sociedad su pluma para plantear las congojas, el enojo, la denuncia y la urgente necesidad de difundir cuanta injusticia o revés por corrupción o negligencia de los poderosos hubiera que difundir.

A Granados Chapa, las mujeres le debemos miles de líneas en asuntos fundamentales. Fue el primero en indignarse por las violaciones tumultuarias de un grupo de jóvenes mujeres, ultrajadas por una banda de policías, que usando su fuerza y su prepotencia, pretendieron salir ilesos de ese crimen que perpetraron contra cuando menos 19 jovencitas a lo largo de 1989.

Siempre le pareció que escribir, indagar, investigar periodísticamente la condición social de las mujeres, era una de las facetas necesarias para transformar al país.

Nunca le fue ajena la necesidad de tomar postura frente a los hechos. Él me reveló que no podía hacerse periodismo químicamente puro, porque en esa dichosa tarea, tenía sentido escuchar con mucho cuidado a quienes confiaban en la faena de relevar la verdad.

Alentó a decenas de periodistas para escribir un buen reportaje, un libro, para aventurarse en temas difíciles. Era, entre muy pocos directivos de los múltiples medios donde tuvo ese encargo, quien felicitaba un buen trabajo, una buena idea.

Su deseo de que el país no acabe en la pudrición ahogado por los desatinos, siendo crítico e incisivo, nunca permitió que se le callara. Su voz cotidiana y precisa tenía como fondo la disciplina que en el o la periodista son fundamentales, para cotejar documentos, datos históricos, nombres, hechos, contexto. Escudriñar los discursos y los informes oficiales.

Solía trabajar hasta 18 horas diarias. Tomaba pequeños e inteligentes descansos a lo largo de su jornada. Dormía cinco o 10 minutos y volvía a la carga. Tenía un trato respetuoso con quienes laboraban a su alrededor, pero jamás permitía que ello se confundiera con holgazanería o displicencia.

Lo traté en muchos espacios. El de la discusión sobre el diario. Compartí con él mesas redondas, cenas en la madrugada cuando se cerraba la edición, fiestas de aniversarios, discusiones sindicales, complicidades de política periodística, pero fundamentalmente, esa tarea enloquecedora que es la vida diaria de la redacción, donde las noticias invaden la vida pública y privada de la labor reporteril y, sobre todo, lo que significa contar muy bien las cosas. Escribir correctamente. A estas alturas olvido cuántas veces me regresó a reescribir mis textos.

Granados Chapa fue mi mentor en un fallido intento en que pretendí ser candidata a una diputación. Como fue mi mentor durante más de una década en el análisis de los documentos que obtenía para darle fondo y pulcritud a un trabajo periodístico de importancia. De él, recibí lecciones insustituibles para la confección de un relato, con la convicción y lo diré con sus palabras de que "el periodismo no se sufre, se disfruta”.

Pero más allá de todo eso, a la generación de periodistas a la que pertenezco, Granados Chapa fue un ejemplo y ejerció, sin quererlo, una permanente tarea magisterial. Nos enseñó con templanza, el valor de nuestro quehacer. Su entereza nos ha dejado, también, la fortaleza para defender la libertad de expresión y la urgente necesidad de que pare la estulticia, el asesinado y persecución contra los periodistas que empieza a configurarse como una larga y tremenda espiral de muerte e impunidad.

Con él, nos dimos cita cada 30 de mayo en la plaza de Francisco Zarco, para esclarecer el asesinato de su entrañable amigo y periodista, Manuel Buendía. Y luego de todos los demás.

Algo fundamental, confió en la capacidad y el desarrollo de las mujeres. Lupita Bringas, como le digo cariñosamente, fue su colaboradora los últimos 25 años. La alentó en su desarrollo personal y periodístico.

De él, muchas líneas este domingo que se fue, hablan ya de su congruencia y de su trayectoria. Polémico en ocasiones, pertinaz en sus posturas, duro en sus juicios, comprometido en una corta, pero incisiva experiencia política -cuando fue candidato a la gubernatura de Hidalgo-, amigos y no, le reconocieron y reconocen su intachable carrera periodística. Y como me dijo una amiga: "se nos van los grandes y nos quedamos en una orfandad tremenda”.

saralovera@yahoo.com.mx