domingo, 8 de abril de 2012

Mujeres y Política

Cuotas de género, unas de cal

Soledad JARQUIN EDGAR
Unas de cal por las que van de arena, ese podría ser el refrán popular que se utilizaría en el caso de las llevadas y traídas cuotas de género, que han despertado toda clase de sentimientos entre quienes militan o no en los partidos políticos.
Lo que se ha dicho y hecho en los últimos días como resultado de la exigencia a cumplir con el Artículo 219 del COFIPE, me recuerda un episodio que sacudió a la sociedad de principios del siglo XX, cuando las mujeres de Ocotlán de Morelos, Oaxaca, integraron un club femenil para apoyar la candidatura de Benito Juárez Maza y demandaban su derecho a participar en política.
Frente a la solicitud de las mujeres, el 15 de julio de 1911, el diario El Avance publicó en su editorial su negativa a la participación de las mujeres en la vida política, apuntando que “por ser ajena a su naturaleza y a las costumbres imperantes, las damas debían contentare con la influencia moral hacia sus familiares”. Ellas por supuesto que le contestaron al diario y le pidieron “argumentos serios que les hicieran desistir de su petición”. (Diccionario Histórico de la Revolución en Oaxaca/1997).
Cien años después, las mexicanas siguen pidiendo argumentos serios frente a la cerrazón de los institutos políticos que de una y otra forma buscan trampear todas las disposiciones legales que favorecen la paridad: algunos ejemplos, como ya se ha dicho, son ubicar a las candidatas mujeres como si fueran relleno, en distritos dónde sus partidos políticos no tienen ninguna posibilidad, son suplentes eternas (hay quienes se murieron en busca de una candidatura y no lo lograron), algunas tuvieron que actuar y comportarse como hombres, las Juanitas llegaron al congreso y solicitaron licencias definitivas para que sus suplentes varones ocuparan su lugar, otras optaron por cambiar de partido aunque fuera chiquito a ver si les iba mejor, después las esperanzas de las militantes se desvanecieron cuando aparecieron una nueva generación: las hijas y las hermanas, las amigas de la escuela y otras amigas queridas y por supuesto no faltaron, como sucede ahora, las esposas y hasta sus madres.
El asunto es claro. Las mujeres que militan en los partidos y el resto de las ciudadanas que eligen lo deben saber bien: en la política sigue permeando la hegemonía patriarcal, que siempre tiene formas de decir no a las mujeres. No es subliminal, es directo y sin tapujos, ya vimos la reciente declaración del presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Carlos Montiel Solana, quien pidió la eliminación de las cuotas de género para los cargos de elección popular (quintacolumna.com.mx).
La molestia del dirigente de Coparmex se dio cuando Juan Carlos Lastiri Quirós, fue bajado por la dirigencia del PRI para cubrir la cuota de género y para establecer un equilibrio con su coaligado Partido Verde Ecologista, hecho que se repitió en otras entidades como Yucatán, Colima, Zacatecas, Estado de México y Puebla. Lastiri Quirós (dirigente con licencia en el Comité Directivo Estatal del PRI en Puebla -y de lo cual se arrepentiría el ex gobernador precioso Mario Marín-) fue sustituido por Lucero Saldaña Pérez, una mujer con experiencia legislativa y que ha estado en su partido a pesar del mismo ex gobernador. Lucero Saldaña jugó un papel fundamental para evitar cualquier agresión posible contra la periodista Lydia Cacho cuando fue detenida y trasladada de Quintana Roo a Puebla, es por decir lo menos.
La declaración de Montiel Solano no es inocente tiene mar de fondo, lo primero es que denota su inconformidad por razones que ignoro, luego plantea que no debe ser por cuestiones de género el asunto de las candidaturas sino que los partidos deben “presentar a sus mejores hombres y mujeres”.
Sí, muy de acuerdo, cada partido debe presentar a quienes sean mejores posibilidades no sólo para ganar el proceso electoral sino para gobernar un país que está “patas para arriba”, pero resulta que a las mujeres no se les dan esas oportunidades en charola de plata (salvo algunas excepciones muy lamentables), ellas tienen que luchar para “ganarse un lugar en el Senado y en las Cámaras de Diputados o en cualquier puesto de elección popular.
La realidad de los números no tiene nada que ver con que hoy gobiernen los mejores, por supuesto que no. Seis mujeres desde los años setenta han sido gobernadoras y la proporción de diputadas en los congresos muy raramente alcanzan al 30 por ciento de representantes mujeres. Y no es que los hombres tengan más capacidad para gobernar que las mujeres, no. Es porque la política es –todavía lo es- uno de los bastiones de los hombres a donde a las mujeres, estar o pertenecer, les ha costado sangre, sudor y lágrimas.
A las mujeres se les exige capacidad, experiencia y disposición. Pero no es el caso de los hombres y los ejemplos sobran y nos faltarían manos para señalarlos. Ellas han demostrado tener capacidad, existen estudios que muestran que las mujeres académicamente están mejor preparadas que los señores, a lo largo de su vida en la escuela las mujeres obtienen las mejores calificaciones y se titulan con menciones honoríficas en mayor cantidad que los hombres. Cuando llegan al campo del trabajo es cuando las cosas se revierten y en el fondo de sus hogares está parte de la explicación. Sobre sus hombros está el peso del cuidado, educación y ahora hasta en un porcentaje cada vez mayor la manutención de sus hijas e hijos.
Su experiencia, el de las políticas, se reduce hasta donde las dejan los “verdaderos y únicos” dueños del circo -como llamó el dirigente empresarial a lo que sucedió con motivo de las cuotas-. Y, finalmente, están dispuestas, claro que sí, muchas mujeres políticas estarían encantadas de ocupar una curul, un escaño, la silla de la presidencia municipal de su pueblo, la gubernatura y todo lo que se elige en este país, pero para lograrlo ha sido necesaria la inclusión de políticas afirmativas, como el artículo 29 del Cofipe, aprobado hace unos tres años, porque de otra manera no se puede, es como decía la semana pasada y se hay que explicarse bien a muchas personas, como el dirigente de Coparmex, de verdad esto de la paridad en política “no es por amor es por fuerza”.
Otro que también pidió “reflexionar sobre las cuotas de género”, fue el diputado federal priista, Edgar Melhem Salinas, y disfraza su argumento al sostener que el artículo 219 del Cofipe viola los derechos y la trayectoria de los militantes, pero insisto, no es posible que las mujeres lleguen con experiencia y trayectoria si antes no las dejan pasar, por eso se llaman acciones afirmativas porque buscan emparejar lo que ahora es un piso irregular, por eso sí importa el género.
Como en 1911, las rasgaduras de vestiduras estuvieron a la orden del día. La discusión fue parecida a esa que sin sentido realizan los jugadores de futbol cuando son expulsados o les marcan un penalti, es decir, tratan de cambiar la decisión arbitral, pero en ese como en este caso, palo dado ni Dios lo quita.
Los dichos y los hechos deben ser analizados profundamente por las expertas en la materia frases. Se utilizaron frases como “admiro, respeto y amo a las mujeres, nací de una mujer…” pero ¿qué tiene de positivo que en política se dé más valor al género que a la preparación de los candidatos?, ¿qué de positivo tiene que en atención a las cuotas de género se “baje” de las listas a buenos candidatos hombres y se “suba” a mujeres por el hecho de serlo…?”. Se preguntó a través de un artículo el médico Rafael Álvarez Cordero en excelsior.com.mx.
La verdad es que cuando una lee estos argumentos me parece volver al principio de todo principio o por lo menos al Ocotlán, Oaxaca, de hace cien años. Sí, coincido, no todas las que llegaron a ser candidatas y que podrían llegar a ocupar un sitio en la próxima legislatura federal tienen capacidad para tomar decisiones que beneficien al país.
Por supuesto que también critico a quienes llegaron por ser hijas, hermanas o esposas, porque carecen de escrúpulos y honestidad. Pero no cuestiono su falta de experiencia o capacidad de las verdaderas políticas, porque sin duda hay muchas mujeres bien preparadas, aunque también hay que decirlo, hay otras y van otras que no rebuznan porque no se saben la tonada, aunque estoy segura que este es el caso de una mayoría de varones que a lo largo de la historia legislativa pasan sin pena ni gloria, eso sí, para lo único que salen buenos es para las mañas y para hacerse ricos a costa, claro está, de su pueblo. Es decir, en eso mujeres y hombres estamos parejos, pero ellos han mostrado más sus deficiencias aunque desde la visión sexista se nota más en las mujeres.
Hay mucho que decir del tema pero hasta ahí lo dejó para pasar a lo que Enrique Peña Nieto podría encontrar este miércoles en Oaxaca. Algunos candidatos y candidatas no dan el ancho aunque los estiren; compite contra ex priistas como Diódoro Carrasco y el grupo que abandonó el barco en plena tormenta y también contra las deslealtades de los ex gobernadores oaxaqueños que quieren seguir despachándose con la cuchara grande, como Josesito Murat y por supuesto el malquerido Ulises Ruiz.
El problema principal de algunos de quienes aspiran es que están convencidos que ganarán casi con los ojos cerrados y sí tienen los ojos cerrados porque no se dan cuenta de que no hay antídoto contra el veneno propio y los otros partidos de la caricaturesca “izquierda” y la derecha de cuatro colores (tres del PRI y el azul del PAN) aceptaron gustosos a los priistas arrepentidos porque para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo.
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Palabra de Antígona

Mujeres de Abril

Sara LOVERA
Las contradicciones históricas y sociales, frecuentemente tienen que ver con significados de origen místico o religioso, con las relaciones que la humanidad ha hecho con la naturaleza y aparecen en los calendarios largas historias que nos sirven para reflexionar. No se trata de una simpleza de gusto por las efemérides, sino de cómo vamos contando el tiempo.

En el México de hoy, abril fue la fecha del comienzo harto demoledor de las campañas políticas que a todas y todos nos herirán de muerte, con los millones de spots vacíos de contenidos y los millones de recursos que ahí se invierten.

Voltear a vernos en abril, que no sé por qué me gusta tanto, es en todo caso hilar fino, no olvidar.

Se trata de un mes asombroso, siempre lo pensé, y ahora averiguo que significa apertura, festividad, frescura, vigor, lozanía. Nada que ver con las catilinarias políticas y es también nombre propio de muchas mujeres en el mundo. Pero indagando me doy cuenta que tiene relación con nacimientos emblemáticos y hechos inusitados.

Un 10 de abril de 1789 nació Leona Vicario, la independentista y primera periodista mexicana; el día 15 de 1452 nació el genio Leonardo da Vinci, el 17 de 1695 nació la insumisa Sor Juana Inés de la Cruz y el 19 de 1861, Benito Juárez decretó la Ley de Instrucción Pública para México, dando forma y fondo a nuestro herido laicismo.

Abril el primer mes del calendario Francés hasta 1564, tenía que ver con ese sol de primavera que anuncia vigor y recomienzo. Que anuncia apertura y camino. Por algo nació el 23 de abril de 1564 William Shakespeare, una de las figuras más célebres de la literatura universal que nos llevó a hilar fino sobre las relaciones familiares y puso el dedo en la llaga sobre la libre opción sexual.

Vaya mes, ¿qué historia? en abril el 10 de 1919 fue asesinado por traición el héroe del campesinado mexicano Emiliano Zapata, del mismo modo que el 15 de abril de 1865 fue muerto a mansalva Abraham Lincoln, el presidente de los Estados Unidos que se opuso a la esclavitud humana. También un 18 de abril murió el científico Albert Einstein, quien dijera un día que es más difícil destruir un prejuicio que desbaratar el átomo, y un día 19 murió Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990. Por algo será, me digo.

Festivo puede resultar que en 1945, el 28 de abril fue asesinado el dictador Benito Mussolini y apenas dos días después se suicidó junto a Eva Braun el otro fascista, Adolfo Hitler.

Las mujeres de abril

Pero un hecho sin precedentes es que abril, en República Dominicana de 1965, un nutrido grupo de mujeres participaron en la Guerra Civil que desató la invasión de Estados Unidos en ese territorio y derrocó al presidente Juan Bosch.

Existe un libro emblemático y testimonial de aquella lucha, escrito por la periodista Margarita Cordero, que he querido recordar por el siempre significado histórico de cómo las mujeres protagonizan los procesos democráticos y alentadores.

La Agrupación política 14 de junio se levanta en armas en las montañas dominicanas declarando la guerra abierta al dictador Rafael Leónidas Trujillo, el mismo que mandó matar a Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, ellas que nos dieron el elemento para nunca olvidarnos de existencia de la violencia contra las mujeres.

En aquel levantamiento guerrillero mueren 32 dirigentes y militantes de la agrupación política. El libro de Margarita, la primera periodista que recuerdo se interrogó sobre el papel de las mujeres periodistas, señala que las mujeres también hicieron abril, no necesariamente armadas.

Y ahí están el detalle y el contexto del papel, de entre otras, Hilda Gautreau, Yolanda Guzmán, Emma Tavárez Justo, Piki Lora y Aniana Vargas, algunas de las caras femeninas que participaron activamente en las acciones de resistencia.

¿Qué hacían? Se dice: tareas tradicionales como organizar el suministro de comida; tareas audaces como entrenarse en el manejo de las armas y luego impartir instrucción a otros combatientes; tareas diversas de logística, como procurar fondos y comida en el interior del país mediante contactos e incursiones fuera de la zona de guerra; servir de correo clandestino, tipificar sangre, organizar la atención a las personas heridas en los hospitales, distribuir documentos, trasladar armas, procurar combustible y enterrar a los muertos. Nada menos.

Como sucede y no quiere recordarse las mujeres pensaban. Por ejemplo con una trayectoria política Piky Lora, Aniana Vargas o Hilda Gautreau, estuvieron en la organización del Movimiento Revolucionario 14 de Junio.

“Consumada la intervención el 28 de abril, la insurrección popular cambió su carácter: se transformó en guerra patria y alentó el crecimiento de la conciencia antiimperialista en vastos sectores de la población dominicana”, plantea Margarita Cordero en su libro publicado en 1985.

Habría que recordar a todas. Porque en estos tiempos de futuras elecciones en todas partes, la ley de la selva viril es siempre existente. Los hombres se resisten a reconocer y se oponen a que las mujeres ocupen los espacios que se han ganado. Las elecciones presidenciales en República Dominica serán el 20 de mayo próximo.

¿Y las mujeres? Acometiendo los obstáculos, como puede recordarse a Aniana Vargas, que combatió en la zona norte en 1965, abriendo el camino constitucional. Yolanda Guzmán sindicalista, fue fusilada por miembros del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) o a Hilda Gautreau que defendió a presos políticos .

He pensando en la inmensidad de líneas que estos días se escriben, algunas vacías, retando a los partidos políticos, otras hablando de eso que poca gente entiende que se nombra como equidad de género. En Mujeres de abril, de Margarita Cordero, las protagonistas explican abiertamente, con lucidez y desgarramiento, la relación entre política y amor impuesta por la ideología de la dominación masculina, aprendida durante el trujillismo, algo más que palabras.

Y este trabajo de vanguardia de la periodista plantea en 1985 un recorrido de las vidas de estas mujeres y examina la moral sexual durante la guerra de abril: “La subordinación social de la mujer tiene cuatro puntos angulares: la producción, la reproducción, la socialización y la sexualidad” y advierte las mujeres no combatieron con el fusil, "hay que deshacer ese mito”, señala porque cuando las entrenaron en la Academia, ya la guerra estaba perdida. Se impuso la negociación política con el invasor. O sea, la ansiada paz no lo es para las mujeres.

La sexualidad de las mujeres fue controlada hasta el paroxismo por los guerreros de abril, las mujeres en el entorno de la Ciudad Nueva -como se nombró- no podían ser más que un instrumento al servicio de la política.

Y afirma: "La represión fue su sino”. Brunilda Amaral, una de las entrevistadas, pinta el amor impuesto por la moral revolucionaria: “cuando, voy a poner mi caso, llegaba mi novio ahí donde yo estaba, tenía que entrar hasta la salita y una compañera se quedaba en el balcón para proteger la moral de todas las compañeras".

Nada parece distinto, todo tiene un parecido tan procaz que arranca de una la probable y disminuida confianza. Leo despacio como se gasta tinta y papel. ¿Cómo? se preguntan, lo que ya se sabe. Ninguna propuesta de las candidaturas habla de las mujeres, de esas que en conciencia podrían transformar el mundo. Y ello sorprende, como si no lo supiéramos antes porque no hay realmente mujeres organizadas que defiendan con lucidez e inteligencia la llamada agenda de género.

Abril del verbo aprieri (latín) que significa abrir, dejar entrar al sol en primavera, sembrar los caminos de otro modo de vivir, de esperanza, un abril que empieza a pasar y se va, como todos los abriles de cada año. Penélope y el tejido del tiempo, luego de que en México las primeras en pedir la palabra y el voto aparecieron en Zacatecas en 1821 y son restringidas, osadas esposas y parientas, que nos enfrenta a tejer y destejer el tiempo.

saralovera@yahoo.com.mx