miércoles, 13 de junio de 2012

YO FEMINISTA, MARU MATA



¿Yo feminista?
Maru Mata, 30 años de tequio a Oaxaca
  • Buscar la estrategia una tarea de reflexión a partir de las propias mujeres

Soledad JARQUÍN EDGAR
Sin “certificado” de feminista, María Eugenia Mata García no entendía quiénes eran y quiénes no eran feministas, pero ella consideraba que trabajar para modificar la condición social de las mujeres la ubicaba dentro de la “categoría” de las que si eran, aun cuando carecía del correspondiente “certificado”, dice en tono sarcástico.
Al finalizar el IV Encuentro Feminista Latinoamericano, realizado en Taxco, Guerrero (1987), el desencuentro y la contradicción aparente terminó con el grito de ¡Todas somos feministas! Y las “feministas históricas” aceptaron que las otras también lo eran. Ahora sí, todas tendrían ese “certificado” ya que efectivamente vamos sobre los mismos ideales.
Maru Mata, como se le conoce, ha trabajado con diversas organizaciones desde hace 30 años. Conoció y vio la pobreza en las comunidades oaxaqueñas cuando apenas tenía 12 años y viajó a Teposcolula con las monjas del Verbo Encantado. A su regreso a la ciudad de México le dijo a su madre que se dedicaría a ayudar a las personas, entonces miraba a esa gente como “pobrecitos”, desde la compasión y que estaban en esa situación porque no sabían cómo salir de su pobreza, más adelante supo que era un asunto estructural.
Para cumplir su promesa de adolescente volvió y desde hace unos 30 años “da su granito de arena” para contribuir a reducir la pobreza y transformar la condición de las mujeres, en especial, las indígenas. En ese entonces prácticamente acababa de “colgar los hábitos”, que en realidad nunca se puso.
Hoy, tiene claro que es una feminista y se hizo a partir de la reflexión sobre la situación y el papel que jugamos las mujeres en esta sociedad, y sobre todo a partir del trabajo realizado desde hace muchos años en comunidades y organizaciones sociales y civiles.
Maru Mata sostiene que el feminismo se fue construyendo en ella a través de lo que observaba, reflexionaba y más tarde de sus propuestas en un largo camino ya de tres décadas de trabajo a favor y con las mujeres, Oaxaca no fue más una tierra para visitar sino un lugar para trabajar.
ENCONTRÓ A LAS MUJERES
En el Centro de Apoyo al Movimiento Popular Oaxaqueño (CAMPO) fue la encargada del área de mujeres, donde su trabajo estaba muy ligado a ayudar en estos procesos organizativos y de manera técnica a las necesidades básicas de las mujeres indígenas.
Ahí conoció a otras mujeres con las que trabajó como la maestra Josefina Aranda y empezó a entender que no bastaba el resolver las necesidades básicas si no se trabajaban al mismo tiempo las estratégicas y con el tiempo “la estrategia se fue afinando”.
En el camino fuimos aprendiendo. Pensamos que si las mujeres tenían acceso a la vivienda, a mejores condiciones de vida, que si dejaban de ser pobres y podían tener un ingreso seguro iban a modificar su condición como mujeres.
Consideramos que el no tener las mismas oportunidades en la educación, en la atención a la salud, en el acceso a la toma de decisiones, a los puestos de representación ocasionaba  discriminación y no había ninguna posibilidad para una sociedad igualitaria.
Y en ese camino con las mujeres, en ese trabajar para resolver esas necesidades inmediatas siempre encontraron algo que a pesar de todo seguía caminando con ellas: la violencia, la estigmatización y la discriminación por el hecho de ser mujeres.
Maru Mata explica que fue entonces que comprendieron que debían atender ambos aspectos el de las necesidades y el de la discriminación y la violencia. En el años 2002, Maru Mata y otras mujeres crearon Iniciativas para el Desarrollo de la Mujer Oaxaqueña (IDEMO) organismo en el que observaron la necesidad de trabajar ambos aspectos.
Así que la estrategia debía no solo comprender acciones para definir sus necesidades materiales y generar ingresos, también debían organizarse y trazar un ruta para lograr sus objetivos de manera conjunta, comunitaria y organizada y además debían ayudar en lo posible en los aspectos de asesoría y capacitación técnica, en la conformación jurídica de sus organizaciones y a que tuvieran espacios de discusión, y debieron atajar un nuevo frente: el problema de la violencia de género hacia las mujeres.
Esta nueva tarea, cuenta Maru Mata, aún cuando en el principio fue totalmente empírico, el tamaño del problema les demandó cierta experticia y mucho conocimiento para saber cómo abordar el problema de la violencia que finalmente detiene el desarrollo de las mujeres.
En el ese camino, por ejemplo, trabajaron con organizaciones mixtas. Los dirigentes le decían “ayúdanos a organizar a las mujeres para que nos apoyen”. De esta forma, añade Maru Mata, en el interior de las organizaciones se reproducía la apariencia de colocar a las mujeres en una lógica de igualdad, pero sólo en la forma de organizarse y no en la toma de decisiones, lo que no genera igualdad de oportunidades.
Encontrar esa estrategia de trabajo con las mujeres y los hombres para generar igualdad, ha sido la tarea en estos últimos 10 años de Maru Mata a través de IDEMO: impulsar liderazgos de mujeres indígenas en espacios organizados e incorporar el enfoque de género en las organizaciones mixtas desde su cotidianidad y sus proyectos específicos, reconociendo las desigualdades y diferencias. En suma, se trata de que esta equidad de género favorezca la igualdad de oportunidades, no sólo de las mujeres sino también para los hombres.
El resultado de este trabajo, añade la entrevistada, se encuentra en la elaboración de materiales y talleres, en manuales e indicadores con enfoque de género, todos trabajados directamente con los grupos de mujeres, que reflexionan sobre su condición, sobre la necesidad de organizarse y modificar su condición de subordinación.
LOS GRANDES PENDIENTES
Maru Mata sostiene que hay pendientes. “Las mujeres han avanzado ideológicamente, sin embargo, todavía muchas de ellas no logran hacer las transformaciones que alcanzan en el grupo en su vida cotidiana y, por otro lado, todavía tenemos que llevar esta construcción entre mujeres y hombres”.
Incluso, plantea que para muchos hombres resulta difícil identificar si es prioritario o no atender la problemática que viven las mujeres, como la resistencia que existe para ver el problema de la violencia hacia las mujeres, “porque aunque puedan darse paso, que los gobiernos hagan declaraciones y compromisos por la equidad, el problema es que no baja a todos los niveles de gobierno, las secretarías, quienes se encargan de impartir procurar justicia y por eso tenemos las cifras que tenemos en feminicidio hablando directamente de los asesinatos, pero también en todos los tipos de la violencia hacia las mujeres”.
Entonces, puede haber una aceptación en lo formal, pero en los hechos tenemos que reconocer que cultural y políticamente hay una gran resistencia.
LAS POLÍTICAS NUESTRA VERGÜENZA
Analítica, Mata reflexiona también sobre el actuar de muchas mujeres y sostiene que nosotras reproducimos todo lo que hemos aprendido, los esquemas de explotación, de dominación, de discriminación y a veces priorizamos igual que los hombres y decimos lo mismo que los hombres dicen de las mujeres.
Los ejemplos más desafortunados, apunta, los tenemos en la política, “yo digo (las políticas son) como nuestra vergüenza de género, porque actúan de la misma manera, no basta entonces el hecho de ser mujer para pensar que entonces somos las buenas y no pasa por nosotras ninguna cuestión negativa, tenemos que reconocer que tenemos limitaciones, también hay muchas mujeres que están trabajando para modificar esa situación, indudablemente, pero todavía en el imaginario colectivo, ciertamente, comprender lo que significa la equidad entre los géneros todavía tenemos distancia”.
Quien fuera la primera mujer en ocupar el cargo de Consejera local del Instituto Federal Electoral, expone que las dificultades de los partidos políticos para colocar a mujeres como candidatas es un reflejo de esta resistencia y de falta de trabajo, sean dirigente hombres o mujeres, para incentivar la participación de las mujeres.
Por otra parte recuerda que las cuotas de género son acciones afirmativas, que tendría que ser temporal, aunque se está llevando más tiempo, pero lo que se busca es ayudar que haya equidad.
Luego tenemos que ir al fondo, añade, porque no basta que se trate de mujeres que aspiren a ocupar un cargo de elección popular, sino que debe asumir la agenda de mujeres.
CONSEJERA
En la actualidad, Maru Mata es consejera de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, porque afirma que éste sigue siendo una tarea y un pendiente que requiere de una ciudadanía participativa, que contribuye a modificar esas condiciones y, por otro lado, centro  mi interés en que las mujeres tenemos que hacer todo lo posible para revertir la violencia de género.
De esta manera, Maru Mata, plantea seguir dando “su tequio” a Oaxaca.