lunes, 17 de septiembre de 2012

Mujeres y Política: ¿De quién fue la culpa?


Mujeres y política
¿De quién fue la culpa?

Soledad JARQUÍN EDGAR
Sin duda hay problemas serios para quien propone, quien dispone y quien termina por realizar las cosas. Son como tres automóviles cada uno en su carril. Eso es lo que le pasa al ejecutivo, al legislativo y no está fuera de esta circunstancia el judicial.
En agosto de 2011, Gabino Cué Monteagudo presentó ante el Congreso local la iniciativa para tipificar como delito el feminicidio, iniciativa que contemplaba otros dos tipos penales: la violencia obstétrica y la violencia familiar, pero estas dos últimas no pasaron. En el caso de la violencia obstétrica hubo un excesivo temor a trastocar los “saberes” de la ciencia médica y las lamentables, comunes y cotidianas malas prácticas de ese potente gremio.
Un día antes de que se cumpliera un año de que entró la iniciativa gabinista, elaborado por cierto por algunas de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan los derechos humanos de las mujeres con asesoría de abogadas del Distrito Federal, el pasado 8 de agosto finalmente se aprobó la tipificación del feminicidio como delito, es decir, el asesinato de mujeres por razones de género, con sólo 34 de 42 votos. Ya lo dijimos se opusieron algunos diputados del PRI, principalmente.
Recién en una conversación con el diputado Luis de Guadalupe Martínez Ramírez, de Acción Nacional, nos relataba que lo que se ha llamado en la prensa como un veto del gobernador Gabino Cué resulta aberrante, primero porque es el ejecutivo quien propone la iniciativa y no firma el documento final  por contener “errores”, precisamente señala el legislador, se trata del artículo 134 que ahora no le gusta, pero que él firmó y propuso desde un principio en la iniciativa presentada en 2011.
Por otra parte, el panista coincide con las voces de las organizaciones no gubernamentales como la abogada Yéssica Sánchez Maya, quien ha dicho que se trata de una dilación del ejecutivo y del legislativo para no presupuestar recursos en materia de feminicidio, lo que al mismo tiempo retrasará otros puntos fundamentales como la creación de protocolos de investigación por parte de la Procuraduría General de Justicia del Estado. La iglesia en manos de Lutero, como dicen algunas especialistas que no ven con buenos ojos que sea el propio Procurador quien elabore los protocolos.
Hay razón en lo que dice el legislador, considerando que tuvieron un año para analizar la inicitiativa de ley y para que el titular de la Dirección Jurídica y de Gobierno se diera por enterado.
Claro que en ese punto no fue el único que se dio cuenta a destiempo de la aberración que supuestamente contiene el artículo 134 o que por lo menos lo señala a destiempo, como sucede con el propio legislador panista, quien apunta que el 134 “choca con el carácter humanista del derecho penal”.
Por otro lado, Luis de Guadalupe Martínez califica que hay desgano de quienes deben accionar los mecanismos y terminar con esto en el legislativo donde –reitero- nadie tiene interés alguno de apurarse. La junta de coordinación política, que preside el panista Juan Mendoza Reyes -quien dicho sea de paso está más ocupado en la contienda interna de su partido para obtener la presidencia del desvencijado blanquiazul- no tiene interés real en resolver el entuerto a pesar de la gravedad del problema.
Sí, porque aún cuando las y los legisladores no vean el tamaño del problema de la violencia y el feminicidio en Oaxaca seguirán empujando pifia tras pifia, caminarán con la lentitud propia de una tortuga y como dice Martínez Ramírez con mucho desgano, o tal vez, pienso, con desinterés premeditado.
Con estas actitudes, la diputación y Gabino Cué deberían saber que no se ponen el cuerno entre ellos, sino que están dando largas a un asunto penoso que en lo que va de la presente administración llevan 161 asesinatos de mujeres y lo increíble es que el ejecutivo sigo fanfarroneando con una campaña que empezó en septiembre y no en enero con el lema del “Año de la no violencia contra las mujeres en Oaxaca”, donde además en el contenido de la campaña se volaron una idea, hay plagio.
Nadie tiene ninguna prisa e insisto en que la vida de las mujeres les importa un bledo. Entrampados en sus rebatingas políticas del legislativo y ejecutivo, tienen otras dolencias que no resolverán ni siquiera con una sesión extraordinaria propuesta para el 24 de septiembre próximo. Dejando además pasar los otros tipos penales: la violencia obstétrica y la violencia familiar. Como diríamos en Oaxaca “hay a ver para cuándo”.
Por otra parte, con relación a la violencia familiar, “atorada” dicen porque no saben qué hacer si considerarla grave o no, con la experiencia que se vive en la práctica cotidiana del derecho con la actual legislación de violencia intrafamiliar que si considera grave este delito, propuesta que votó el legislativo en 2011, por lo que el victimario no alcanza fianza y que como ya hemos dicho “le están encajando el diente a las mujeres”.
Sin embargo, dice Luis de Guadalupe Martínez, frente a ello, los jueces empezaron a negar fianzas, los abogados empezaron a solicitar amparos y el criterio de la Corte es que no debe ser grave. ¿Qué está ocurriendo? Bueno que se aplica el criterio de los tratados internacionales que señalan que no debe ser grave y, finalmente, sí están dando fianzas, lo que evidencia los errores de la legislación. Alguien les tiene que enmendar la plana.
Por eso decimos que el ejecutivo va por una vía, el legislativo por otra y el judicial por la suya y al garete toda la población. Vemos otra vez lo que pasaba antes del “gobierno del cambio”, los actores políticos están jugando a Juan Pirulero, donde cada quien atiende su juego.
Hay otros temas pendientes en el legislativo, pero como en los arriba mencionados parece que no hay prisa, como la ley de fiscalización y la de protección a los derechos político electorales, por lo pronto mientras todo esto sucede seis magistrados tienen seis meses cobrando y no tienen sala para trabajar. Todo parece que tendrán que esperar hasta el 15 de noviembre y el tiempo es el enemigo a vencer frente al proceso electoral de 2013, en el caso de los mecanismos de protección a los derechos político-electorales, a ver si alcanzan.
Esto me recuerda mucho el pasado inmediato. Donde cuando hay tiempo no se hacen las cosas y cuando no hay tiempo las leyes o modificaciones se aprueban al vapor y ya sabemos que pasa después.
La disputa que viene
Dicen quienes saben que hay una disputa de antología entre las personas que sienten que Enrique Peña Nieto les habla al oído y ya manejan que serán los elegidos para dirigir las delegaciones federales, la pregunta es ¿le alcanzarán los puestos para pagar los “buenos” oficios de los políticos de Oaxaca?
Lo que también ha trascendido es que el propio presidente electo ya no los quiere en Oaxaca y que sí tienen la promesa de que les darán su hueso delegacional pero será fuera de Oaxaca.
Siendo así, el consenso de muchos habitantes de esta sufrida entidad es que por favor los coloque lejos, muy lejos porque  ya se sabe de qué pie cojean. También existe una opinión generalizada que nadie como los políticos oaxaqueños para pacificar aguas calientes en entidades como Veracruz (pero al norte para que no queden tan cerca), Tamaulipas, Chihuahua, Morelia, Nuevo León y, porque no, también Sinaloa. De verdad, ojalá San Peña Nieto escuche las plegarias de la población oaxaqueña y los mande muy, pero muy lejos.
@jarquinedgar

Palabra de Antígona: Política de Género, de la superficialidad al desencanto


Palabra de Antígona
Política de Género: de la superficialidad al desencanto

Sara LOVERA
En los días de asueto me puse a revisar y ordenar papeles y libros. De pronto me di cuenta que en los últimos años se multiplicaron por docenas los diagnósticos, estudios, guías de lenguaje, de liderazgo, de derechos humanos, sobre la condición de las mujeres y muchos más.
También surgieron toda clase de iniciativas e instituciones nacionales, estatales y municipales. Se diría que el país está cruzado por lo que se llaman políticas de género y acciones de, por y para abordar la discriminación y la opresión de las mexicanas.
Esta enorme producción, que en algunas ocasiones se liga al anuncio y puesta en práctica de  políticas públicas, programas, campañas y modificaciones de ley, que paradójicamente, no ha conseguido una mejoría real en la vida de las mujeres y conlleva una reacción de resistencia constante en el mundo del patriarcado que nos acosa.
Las estadísticas, los estudios de caso que hacen las investigadoras, de todas las universidades e instituciones del saber, muestran que no hemos logrado más que un avance lento en la construcción de la igualdad, ahora signada por la ley.  
Arrastramos toda clase de calamidades. Como la inamovible cifra de la muerte materna, entre otras causas, porque en 31 entidades del país el aborto sigue prohibido. Sólo en el Distrito Federal es posible una interrupción voluntaria durante las primeras doce semanas de gestación, lo que seguramente ha salvado muchas vidas. No es poco, pero es insuficiente del todo.
La violencia contra las mujeres, más bien ha crecido, se puede probar. Y los actos de discriminación cotidiana son inenarrables. Los cuellos de botella en los partidos políticos, la indescriptible banalización de la condición femenina en los medios de comunicación, así  los textos de las maravillosas y democráticas redes sociales rebasan a la inteligencia y vemos cómo día a día se reafirma la idea de que las mujeres valen menos que los hombres. A menos que el espejismo no nos deje saber.
Esta parafernalia de palabras, discursos, leyes y propuestas, curiosamente se ha dado en forma exponencial durante los 12 años en que nos gobernó –bueno aún nos gobierna- el Partido Acción Nacional (PAN), el que ostenta a la derecha reconocida, la otra derecha está en todas partes. Y es curioso porque con los conservadores una pensaría que hay retrocesos nada más. Y los hay.
De todo esto, dos cosas me preocupan, cuando estamos en el dintel de un cambio de administración: uno, que la política pública es pobre, que no se profundizó ni el interés ni la eficacia. Que la llamada cultura feminista no existe para las masas y es escasa en las élites. Que cientos de publicaciones son repetición inopinada de la construcción de directrices internacionales. Algunas leyes son copia fiel de lo elaborado por Naciones Unidas, lo que en sí mismo no es malo, pero se carece de los claroscuros de nuestras realidades.
Dos, se han invertido millones de pesos en difundir y catequizar sobre lo que se conoce como “perspectiva de género”, en todas las instituciones gubernamentales, cada secretaría, institución, órgano de derechos humanos o contra la discriminación,  han expandido un discurso de  lo que podríamos considerar como la difusión de una cultura de género y feminista.
¡Fantástico! La pregunta es ¿por qué no hay mejores resultados? Y entonces me puse a leer y leer. Y me asaltó un enorme desencanto. Además de que las ideas o palabras se repiten, como oraciones o tablas de multiplicar, pero muy pocos conceptos, no encontré elaboración teórica y prácticas de campo que me acercarán a la realidad de las mexicanas y, por otro lado, la avalancha de “talleres”, “pláticas” y “seminarios” que se hacen con el dinero de la nación, tienen como  característica general la superficialidad y lo que he llamado “tecnocracia de género”.
No sé con exactitud cuántas instituciones surgieron, pero muchos institutos estatales y municipales de las mujeres, están ahora en todas ciudades del país, casi siempre con pocos recursos y muchas responsabilidades. Desde el centro, el Instituto Nacional -cuyo nacimiento aplaudimos y queríamos- impone temas, campañas, como si los problemas fueran idénticos; se han puesto en marcha mecanismos entre clientelares y obscenos. Sólo apuntan a cumplir  abultados informes: miles de personas han pasado por talleres y reuniones, de tiempos mínimos, sin altura de miras, sin formación en lo que las feministas conceptuales definen como pedagogía feminista. Se trata de llenar formularios y acumular números.  Hay quien los define como “tortibonos”. Pero nada más.
Hay diagnósticos millonarios, como uno sobre feminicidio  impulsado por la Secretaría de Gobernación, que todavía no conocemos. Se hizo un previo, al comienzo del gobierno de Felipe Calderón, signado por nuestra máxima casa de estudios: la UNAM, que desechó la “autoridad” y que complementaba el realizado por la Cámara de Diputados entre 2005 y 2006. Hay un compendio hecho en la legislatura que acaba de terminar, específicamente estadístico sobre la tremenda cifra de los asesinatos de mujeres.
Asusta que en este tema, el más grave que nos rodea, haya como 300 publicaciones de todo tipo, programas, guías de atención,  cartillas, sin ir  realmente  al fondo.
La doctora Irma Saucedo, encontré, es la única que aporta nuevos conceptos prácticos para abordar la violencia contra las mujeres y advierte, esta estudiosa del Colegio de México, de cómo la superficialidad puede revictimizar a las mujeres que viven la violencia y sugiere que mientras se hagan intervenciones irresponsables,  no científicas, los operadores de los programas no ayudan y con frecuencia destruyen cualquier avance, que podrían hacer las tan llevadas y traídas instituciones y políticas públicas.
Entonces pensé: En lugar de tantos discursos, palabras, publicaciones, expresiones superficiales, el gobierno debía hacer una tirada millonaria de los dos tomos del Segundo Sexo de Simon de Beauvoir; editar el voluminoso libro de Kate Millet sobre Política Sexual o llevar a las preparatorias los ensayos de John Stuart Mill, y tantas otras clásicas de la misma manera como  se estudia a los clásicos para entender la Teoría del Estado; entrenar a talleristas, conferencistas, escritoras u opinantes en la verdadera ciencia feminista.
Hay muchos más libros y posibilidades infinitas, elaboraciones históricas fundamentales que hacen algunas feministas. Ellas si que profundizan y veo, con horror, cómo libros y ensayos se quedan en los almacenes con tirajes pírricos o en los estantes de las librerías, mientras los clásicos escasean, no se reeditan y  menudea la no reflexión, que sumada a la exponencial revolución de las comunicaciones, como dicen los científicos, vamos a un sendero donde no se reflexiona ni se discute, cómo sería una cruzada de género para transformar las relaciones entre los hombres y las mujeres. Sería una tarea del gobierno y si se quiere del Estado en su conjunto.
Nada de eso. Por el contrario, se dan recetarios, que a veces conducen a las mujeres y también a los hombres, a senderos, por decir lo menos, inapropiados. Se habla con ligereza en todas las tribunas, da horror el funcionariado cuando tiene espacios en la televisión.
Me imagino a varias historiadoras, que estudian y bien escriben, desesperadas por tanta ignorancia, entre quienes tienen la obligación de hacer transversal la cuestión de género y cómo éstos personajes ayudan a una visión confusa y poco ilustrada.
Dirán que exagero. Salvo algunas organizaciones civiles que procuran la ilustración y hacen estudios sustantivos, todo lo que se hace en la oficialidad es como para llorar, entre otras cosas porque los panistas y otros gobiernos,  echaron a la basura una oportunidad preciosa.
A eso agregamos el bajo nivel de políticos y políticas, la inexistencia de gobernabilidad en buena parte del territorio nacional, la violencia institucional como la gran maestra de nuestra juventud, así como las propuestas legislativas, que se multiplican como programas de cine,  para pasar el examen de diputado, diputada, senador o senadora.
Las responsables de los institutos de las mujeres, jefas de programas, auténticas esforzadas por mitigar la condición de las mujeres, han sido lanzadas sin instrumentos a la realidad de millones de mujeres. Ellas, con buena voluntad, no atinan y como no se transforman ni cambian su mirada del mundo, reafirman las peores circunstancias de las mujeres, las revictimizan, funcionan como soporte de la familia tradicional; huyen, no por mala onda, sino por ignorancia, de los temas de la diversidad sexual y se santiguan frente al matrimonio entre personas del mismo sexo, hablan en voz baja sobre la prostitución,  no reconocen la variedad de las familias, no se conmueven de fondo por prácticas como la esterilización de las indígenas o la trata de niños y niñas,  reafirman la discriminación y profundizan la desigualdad.
Habría que decir una cosa, en el terreno oficial, no hablo de las feministas civiles y constructoras cotidianas sino de las funcionarias. Decir que ha sido en estos años de panismo algo asombroso la tarea del Fondo de Cultura Económica que editó a muchas escritoras, cuyos libros eran inaccesibles, se habían dejado de editar. Consuelo Saízar hizo una labor estupenda. Pudimos leer, entre muchas, a Elena Garro y contar por primera vez con dos volúmenes de la Vida Cotidiana en México.
Esto todo significa que el desencanto puede ser mayor. Nada, absolutamente nada, nos hace pensar que el llamado  nuevo PRI, hará por las mexicanas algo distinto, sino como se dice, todo lo contrario. Qué miedo.

A Reserva, Malabaristas del circo azul


A Reserva
Malabaristas del circo azul

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
Tras doce años de poder político, el PAN se cae quebrado por el ascenso de Peña Nieto, que con espada en mano, “justiciero por las causas revolucionarias” con la sonrisa ensayada, vacía pero sin duda carismática, blandeando el regreso de un PRI renovado pero igual,  que representa la historia insuflada durante los últimos 80 años de vida “institucional” de la República, que antes defendió Juárez de los conservadores y sus alianzas con los invasores.
El PRI regresó por sus fueros, demostrando que la paciencia y la perseverancia son sus mayores virtudes.
¿Seguimos en la alternancia?  Formalmente si, después de optar por la ortodoxia y el conservadurismo hoy seguimos alternando a pesar de la reincidencia, la disyuntiva favoreció otra vez al priismo pródigo. Preferimos al diablo, por conocido… y rematamos con el pavoroso dicho del panismo hoy vencido “haiga sido como haiga sido”.
La realidad es que la élite de poder continúa con sus posiciones bien mantenidas.
Claro que al regreso del tricolor, se reeditan paralelamente las aberraciones políticas que dieron origen en su momento a las concertasesiones aún más impías, azuzadas por el poder perdido, el relevo de mando y claro la masa política desocupada y voraz. Los malabares del PAN comienzan a desplegar genuflexiones alienadas que a algunos desencantan y a cuan más de las y los demás indigna pero no asombra.
Lo que se ha llamado electoralmente “la debacle del PAN” va más allá de simples calificativos de índole sufragista; implica que una clase política desplace a otra en el entramado del dominio político y económico. Miles de personas serán despedidas de la burocracia formal y las asignaciones fácticas de contratos y beneficios.
En Oaxaca se ha vivido en los últimos tres cambios de poderes estatales, y de forma especial se han resentido sus efectos en la más reciente, precisamente en la alternancia del PRI a la coalición PAN-Izquierdas, cuyos efectos aún no permiten equilibrar la situación política socioeconómica.
Pero sin duda esta faceta del despoder no es la más preocupante para la dirigencia panista, que da bandazos y se retuerce de un lado a otro para mantener el equilibrio, para no caerse y seguir saliendo en la foto; los absurdos van y vienen, los enredan en desatinos paradójicos.
El 6 de julio, el presidente del Partido Acción Nacional, Gustavo Madero, anunció que su partido impugnaría las prácticas fraudulentas que se registraron tanto en el proceso electoral como el día de la votación. Dijo que el PRI gana a billetazos y con engaños, y que su partido presentaría quejas por la presunta compra de votos, la injerencia de gobiernos estatales en las campañas, la distribución de tarjetas con dinero, los vuelos privados empleados por Peña Nieto, y la compra de espacios en espectaculares, entre otras supuestas irregularidades. Madero señaló entonces, el manejo político que se le dio a algunas encuestas de preferencias electorales, y el rol que jugaron algunos medios de comunicación.
Mientras tanto la candidata perdedora del PAN, Josefina Vásquez Mota, se guardaba en el silencio de los sepulcros, callando y otorgando su fracaso.
Después el mismo Madero, que como dice una cosa dice la otra, afirmó airado: “Acción Nacional no le hará el caldo gordo ni al PRI ni al PRD, pues ambos partidos políticos pretende poner en cada extremo al PAN”. Coherente ¿no?
El 11 de julio ya cantándose los resultados electorales, Gustavo aseguró su compromiso de mantener una actitud responsable frente a las irregularidades en el proceso electoral presidencial y sostuvo que las pruebas con que se contaban eran insuficientes para anularlo.
En su siguiente aparición Madero mencionó tener una gran responsabilidad con el país, por lo que seguirá con su contribución como una segunda fuerza política en el Senado y la Cámara de Diputados, para que México continúe con su avance y defienda lo que ha logrado a partir de la transición democrática.
Mientras tanto Peña Nieto y su partido hacen lo propio, en un peregrinaje de legitimación flanqueado por dos premisas –declaraciones que solo permiten reconocer o sumarse-. La primera de Joaquín Coldwell, presidente del PRI: “Estás son las elecciones más equitativas y transparentes en la historia del país”; la segunda expresada por el propio Peña Nieto: “Mi interés es tener una apertura, un diálogo, con todas las expresiones políticas...A tener un diálogo a partir del reconocimiento que haga él (AMLO) a esta presidencia ganada por el voto mayoritario de los ciudadanos”.
A este llamado, rápidamente el PAN decidió su futuro, aprovechando la buena voluntad del presidente Calderón con su sucesor, a quien no solo reconoció desde un principio, y se congratula a cada momento y sospechosamente al parecer de propios y extraños. Claro que hay acuerdos y claro que pasan por la complicidad y la impunidad; claro que en materia de concertasesiones, quien haga más malabares y mejores flexiones tendrá un lugar más cercano al  corazón generoso del presidente electo. Se trata de caravanas y como reza el dicho, quien más se agacha, más se le asoman los calzones.
La última exhibición cirsense digna de aplausos que el PAN ofreció fue en el elegantísimo  restaurante Sir Winston Churchill, acto sociopolítico de reconocimiento a Peña Nieto, donde la nobleza azul se inclina frente  a su presidente, encabezados por su líder, Gustavo Madero, en fila como súbditos los gobernadores panistas, asegurándole al jefe político que no serán oposición a su gobierno, al contrario servirán a México sirviéndole a él. ¿Qué tal?
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