lunes, 12 de noviembre de 2012

Mujeres y Política, mujeres de los años treinta


Mujeres y política
Mujeres de los años treinta

Soledad JARQUÍN EDGAR
Este viernes fueron depositados en el Panteón San Miguel de la ciudad de Oaxaca las cenizas de quien fuera la primera abogada oaxaqueña por el Instituto de Ciencias y Artes del Estado (1944). Me refiero a Celia Ramírez Pérez, quien falleció el 24 de julio  pasado en la ciudad de México.

Justamente 68 años después de haber obtenido el grado de Licenciada en Derecho por el Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca.
A Celia Ramírez Pérez, quien nació el 7 de diciembre de 1916 en Oaxaca, como a miles de mujeres en el mundo, la cubrió el polvo del olvido y que ha pesar de su ejemplo y trabajo es como si no hubieran existido. Nada más lejos de la realidad. Sin duda, su ausencia de apenas unos años desde que por motivos de salud tuvo que trasladarse a la ciudad de México, hizo que muchas personas se olvidaran de quién fue ella y del enorme legado que dejó con su vida de lucha permanente, abriéndose paso en el entonces Instituto donde estudió a finales de los años treinta, es decir, dos décadas antes de que las mujeres de México fueran de forma masiva a la universidad en México y tal vez tres décadas antes para el caso de Oaxaca.

Celia Ramírez Pérez a quien tuve la oportunidad de conocer hace apenas unos tres o cuatro años por la investigación que entonces hacía para el libro de Mujeres de Oaxaca, tenía una vida llena de historias, referentes todas de cómo, sin duda, hace unos cuantas décadas la historia de las mujeres era otra y que mujeres como Celia lograron que cambiara para que las nuevas generaciones pudieran acceder sin menos problemas a la educación superior, más allá de las carreras tradicionales: maestras, enfermeras, secretarias o contadoras; desafortunadamente de eso nada o casi nada se sabe y menos las nuevas generaciones.

A ella, por decisión propia, le tocó abrir brecha en lo que sería un camino nada fácil. A diferencia de sus compañeras, que eran muy pocas por cierto, Celia Ramírez decidió continuar sus estudios al terminar la preparatoria. Así que se inscribió en la escuela de leyes del entonces Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca, que en 1955 se convertiría en la Universidad Benito Juárez de Oaxaca.

Su decisión no fue fácil ni en el principio ni al final, por lo que fue su tesón lo que permitió demostrar que las mujeres sí podían estudiar carreras universitarias no tradicionales.

No fue fácil, nos decía esta ejemplar abogada en una entrevista, porque tuvo que soportar las burlas y el hostigamiento de sus maestros, algunos de los cuales serían “notables hombres de Oaxaca”, en la pretensión de hacerla desistir de seguir estudiando, porque aquellas aulas no eran “propias” para una mujer y porque insistían que las mujeres no necesitaban estudiar porque tampoco necesitaban trabajar, es decir, ocupar un sitió en el espacio público.

Pero Celia Ramírez Pérez no se amedrentó y formó parte de un muy reducido grupo, apenas compuesto por cinco compañeros (Carlos Lira, Antonio Jiménez Galán, Fernando y Alfredo Castillo, Martín López Rito y Luis Castañeda Guzmán),  que al paso del tiempo no tuvieron mas que aceptar la presencia de Celia Ramírez Pérez, quien con su tesón y perseverancia se convertiría en la primera mujer en obtener su título del entonces Instituto como abogada en Oaxaca (25 de julio de 1944) y más tarde la primera en ocupar el cargo público como agente del Ministerio Público en la entidad, de igual manera fue ella la primera mujer que irrumpía en las agencias ministeriales como abogada, rompiendo la “regla” de que esa era una actividad propia solo para hombres, tanto que alguna ocasión el policía no le permitía salir de la comisaría si no le enseñaba su carnet, pensando que era una trabajadora sexual, cuando en realidad ella era la abogada. Sus anécdotas eran muchas y divertidas vista a la distancia, pero que en ella habrían tenido efectos dolorosos muchas veces.

No cabe duda, mujeres como Celia Ramírez Pérez  pusieron el ejemplo. Hoy mismo, la matrícula de la UABJO y de otras instituciones en la misma carrera de Derecho o Medicina está compuesta en su mayoría por mujeres y, curioso, muchas de ellas siguen enfrentando hostigamiento y son condicionadas principalmente por sus maestros, las sin-razones de esas conductas tienen su raíz en el patriarcado, eso está bien claro, terminar con ese tipo de conductas dentro de instituciones como la UABJO es una tarea difícil pero no imposible, es como todo, se necesita voluntad y recursos para lograr el objetivo.

Por eso, reitero, la vida de Celia Ramírez Pérez debería ser conocida, al menos por las estudiantes de Derecho y de otras carreras universitarias en Oaxaca. Ella presentó su examen profesional exactamente 110 años después de que lo hiciera el primer abogado de la actual Universidad, me refiero a Benito Juárez García, más de cien años de retraso para las mujeres que hoy mismo siguen buscando los espacios para romper eso que en el feminismo se llama el “techo de cristal” y que en el ámbito de “lo público” impide su desarrollo profesional determinado por su condición de mujeres.

Aún ausente, Celia Ramírez Pérez sufrió de nueva cuenta el desinterés de las autoridades universitarias, municipales o del Estado que no se han dado por enteradas de su lamentable fallecimiento y de su regreso a la tierra de Oaxaca, donde depositaron sus cenizas, porque como explicó su hija Elisa volvieron a la tierra que ella siempre amó: Oaxaca, o como diría más tarde Lety su otra hija durante las exequias: “Chelín no puedo creer que ya no estás con nosotros. Voy a pensar que como antes, vives aquí en tu Oaxaca”.

Hay mucho que decir de Celia Ramírez Pérez, una mujer adelantada a su tiempo, que se dio la oportunidad de ser diferente y romper roles tradicionales, porque ella era diferente a las otras mujeres, atrevida y controversial; una trasgresora dispuesta a romper los convencionalismo de la época y que hoy resultarán para algunas personas “cosas de poca importancia”, pero que entonces tenían otros significados eran como  pecados imperdonables no hacer lo que establecía el estereotipo. Ella manejaba su propio automóvil, jugaba golf o baraja hasta muy tarde, incluso, para que sus vecinas no la juzgaran mal regresaba ya muy temprano a su casa con una canasta simulando que volvía del mercado, dicen sus hijas que así la recuerdan.

Eso, me recuerda una anécdota de otra mujer de aquellos años, doña Arcelia Yañiz quien era “mal vista” por sus vecinos porque invariablemente llegaba de madrugada a su casa como consecuencia de su trabajo en la redacción del periódico, sus vecinos creían que era una mujer de la ”vida galante”, decía entre carcajadas en otra entrevista doña Arcelia Yañiz.

Y fue apenas en marzo de 2010, cuando Celia Ramírez Pérez recibió un reconocimiento del gobierno de la ciudad que entonces le entregó el título de Ciudadana Distinguida. Fue muy curioso, pero entonces se sentó junto a una antigua compañera universitaria, Dea Esperanza Velasco Jiménez, otra extraordinaria mujer, quien no pudo concluir sus estudios en Oaxaca debido al hostigamiento del que fue objeto por parte de sus maestros y en cambio se graduó con honores en la Universidad Nacional de México. Dea y Celia habrían  hablado varias veces sobre quién fue la primera abogada, y sí, efectivamente Dea Esperanza Velasco Jiménez obtuvo su título universitario en 1943 un año antes que Celia, sin embargo, la diferencia es que Celia Ramírez quedaría asentada como la primera abogada titulada del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca y Dea Jiménez alcanzó ese grado escolar fuera de Oaxaca. Para aclarar, diríamos que Dea fue abogada titulada antes que Celia, por cosa de meses, pero Celia fue la primera abogada egresada del Instituto en Oaxaca.

Como haya sido, esa discusión ya no se dará mas entre dos protagonistas de la historia reciente. Sin duda, Dea Esperanza y Celia fueron mujeres excepcionales, como lo demuestran sus historias de vida. Por ejemplo, mientras Dea estudiaba, trabajaba como secretaria de Lombardo Toledano dirigente de la CTM quien al conocer del exitoso examen profesional de Dea Esperanza ofreció una comida en los patios de la CTM. Dea sería una mujer de izquierda que militó en el entonces clandestino Partido Comunista Mexicano, defendió los derechos de los trabadores y formó sindicatos en Oaxaca y en otras entidades del país, por decir lo menos de esta ejemplar mujer nacida en la Villa de Zaachila en 1914.

Ellas y otras mujeres en los años 30 “abrieron las grandes avenidas” para las nuevas generaciones, dejaron una enorme enseñanza y a pesar de todo son poco o casi nada valoradas, en especial por quienes tendrían que empezar a reconocerlas, a homenajearlas en vida y hacer lo necesario para que algunas calles, plazas, aulas, bibliotecas y otros espacios lleven sus nombres, como dijo Perla Woolrich Fernández, quien siendo regidora instituyó el reconocimiento de Ciudadanas Distinguidas en el año 2006.

Dea Velasco aún vive, lo mismo que doña Arcelia Yañiz. Pero tan solo en los últimos tres o cuatro años se han ido otras muy valiosas mujeres como la propia Celia Ramírez Pérez, doña Gloria Larumbe Reimers, escritora, historiadora y poeta, “una cronista no reconocida de Oaxaca”, y Emilia Ynés Pereyra Cueva, quien con su preocupación permanente hizo posible la profesionalización de las educadoras en Oaxaca en 1946.

Se fue “Chelis” como cariñosamente le llamaban sus hijas a la abogada Celia Ramírez una mujer que yo definiría como “no convencional”, una mujer a la que no le gustaba estar sola, se fue satisfecha y cantando “A la orilla de un palmar” de Manuel M. Ponce y aunque muchas personas no lo saben, sin duda alguna, hemos perdido a una gran mujer.

Celia Ramírez, Dea Velasco y la médica Helia Olivera Benavides -quien se tituló el 4 de mayo de 1942-, incluso antes que las abogadas, fueron mujeres ejemplares que nos legaron con su ejemplo y voluntad de seguir adelante, el derecho a la educación universitaria en Oaxaca.

Un Ábaco

El ábaco es un instrumento para enseñar a contar y eso es lo que necesitan las funcionarias como Ileana Hernández Gómez quien apunta que en Oaxaca (dice el boletín de la Procuraduría emitido el viernes 8 de noviembre) “62 mujeres han sido muertas de enero a octubre de 2012…” ¿Han sido muertas? ¿Homicidios dolosos?

Bueno, lo del ábaco es para que cuenten sin que en el camino de sus cuentas se les pierdan al menos 10 de los nombres, apellidos, hechos concretos, denunciados y publicados en los medios de comunicación de Oaxaca, porque el recuento ciudadano que es hemerográfico indican que no son 62 sino 72 los asesinatos contra mujeres cometidos en ese lapso. Hernández Gómez siempre está más preocupada por aclarar las cifras que esos crímenes o por exigir a quien  es el responsable de esa tarea, porque ella no atiende asesinatos, que cumpla.

Luego plantea (el boletín) que están muy preocupados en la PGJE por lo que “se han dado a la tarea en este Gobierno de acelerar los procesos de investigación e integrar debidamente las averiguaciones previas para que estos delitos sean consignados a la brevedad y alcancen  una penalidad acorde a lo que indica la muerte forzada de una mujer”. ¿Muerte forzada? ¿Por qué tanta confusión?

Bueno, luego la Subprocuradora deja en claro que “su misión” fue crecer el porcentaje de eficiencia en investigación, abatir el rezago y abatir el feminicidio, de antes y de ahora. Bueno esa más que su misión es su obligación.

Y para ser eficientes, señala como gran logro que la burocracia de la justicia aumentó y seguirá creciendo cuando a fin de año se inaugure el centro de justicia y el colmo del cinismo es que la representante del procurador Jesús López López, quien por cierto estaba en otros menesteres en la ciudad de México que nada tienen que ver con su tarea de “procurar justicia”, es que tanta burocracia servirá para generar políticas públicas adecuadas y acrecentar la conciencia en la juventud para frenar tan grave delito.

Debo confesar que hasta ahí llegue del boletín, ya no podía más con las declaraciones, pues de tanta risa me sangraron las comisuras de la boca, porque luego la titular del IMO, Anabel López Sánchez, también confiesa sobre otras “grandes misiones” en referencia a lo que hacen en la Procuraduría para atender “asiduamente” la problemática de la violencia contra las mujeres, ¿cómo ven? ¿asiduamente? Vaya que me hicieron reír en un tema tan serio.
www.diezcomunicacion.com.mx


A Reserva, mujeres y políticas públicas en la gestión municipal


A Reserva
Mujeres y Políticas Públicas en la gestión municipal

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
La contribución actual y potencial de las mujeres al desarrollo político es una realidad, las mujeres en México participamos en todos los ámbitos y los niveles de la función pública. A codazos y empujones literalmente. ¿Qué falta entonces? Sólo procesos de igualdad, condiciones equitativas normativas y estructurales –ya sabemos: los estereotipos, la familia, los espacios preestablecidos, la violencia de género, también institucional; el pichicateo de nuestros derechos humanos, incluso los fundamentales, precisamente como los políticos -que a final de cuentas, han limitado aún ahora el acceso a posiciones de decisión de carácter público ya que subsiste una cultura política discriminatoria en el aparato público y no se diga en los partidos políticos.
Algunas cifras: En los ámbitos públicos y sociales, políticos, económicos, financieros, académicos y religiosos, ideológicos, científico-tecnológicos, culturales, militares y de representación social, las mujeres no alcanzan ni el 10%.

Indicador de la participación de mujeres en puestos públicos  de alto nivel 8.76
De casi 2 mil 500 municipios que tiene México, sólo 129 son gobernados por mujeres.

El centro de estudios para el adelanto de las mujeres y la equidad de género en su tomo “la participación  política de las mujeres en el ámbito municipal” (2008-2012) refiere la limitada participación de las mujeres en espacios de poder y representación política da cuenta, entre otros, de los siguientes problemas: 

a) La persistencia de una cultura política autoritaria y masculina.
b)  La falta de democratización al interior de las instituciones del Estado.
c)  La baja prioridad de la clase política para resolver los problemas y obstáculos que impiden a las mujeres participar en igualdad de condiciones respecto a los hombres, lo que refleja una resistencia a integrarlas como sujetos políticas.
d) La falta de una masa crítica de mujeres en puestos de toma de decisiones y autoridad, lo que les impide traspasar de las necesidades  prácticas a los intereses estratégicos de género, a fin de transformar la cultura política.

De tal forma que, aun aquéllas mujeres que logran llegar a ocupar ciertos espacios de poder suelen sufrir aislamiento y ser excluidas de la toma de decisiones fundamentales, si no cuentan o no logran obtener el apoyo mayoritario de los hombres.

Generalmente las mujeres son tratadas como minoría, ignoradas, intimidadas, predominando un ambiente masculino en el que la competencia y la agresividad son elementos básicos, características que deben ser desarrolladas por quienes aspiren a formar  parte de la clase política con poder para definir y tomar las decisiones centrales de la agenda pública.

Por ello, es preciso subrayar que las restricciones en la participación política que padecen las mujeres no están determinadas  por sus cualidades individuales (aptitudes, personalidad y habilidades personales), sino que son expresión de una cultura política androcéntrica que realza los valores masculinos y establece oportunidades desiguales en el ejercicio de la ciudadanía, cuyo resultado es la tendencia general de una participación política de las mujeres que se concentra en las posiciones de base, mientras que las de liderazgo, aquéllas de mayor estatus y altamente valoradas, sean ocupadas en mayoría por hombres.

Ni duda cabe que la función pública ha sido el espacio de poder que el patriarcado ha defendido con mas ahínco por lo que implica el poder de decisión desde el ámbito normativo y el mando como atributo de imperio que ha permitido determinar las acciones y políticas públicas, marginando la participación de las mujeres pretendiendo conservar su estatus de sometimiento a partir de la condición jurídica y social de la mujer y los procesos demográficos y de desarrollo. Ambigüedad, menosprecio y ocultación respecto de las mujeres.

El ejemplo más claros en la historia lo tenemos durante la revolución francesa con Olympe de Gouge al cuestionar la declaración universal de los derechos del hombre ¿y los de las mujeres? Como respuesta de “los iluminados” la condenaron a muete en la guillotina.

En México las mujeres no ostentábamos ciudadanía plena sino hasta 1953, la restricción legal no derivaba de una prohibición expresa, simplemente no se las nombraba respecto de sus derechos políticos; por fin después de una larga lucha feminista se modificó el texto del Artículo 34 Constitucional: “son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir”. A todo esto, todavía hay quien afirma que nombrar en femenino no es trascendente.

E una mayoría de casos, son las mujeres -cuando literalmente logran colarse en los escaños públicos- las que instan a los gobiernos a que destinen una mayor proporción de los gastos del sector público a los sectores sociales, concentrándas en particular en la erradicación de la pobreza en el marco del desarrollo sostenible, para alcanzar los objetivos de intensificación del desarrollo social. (Compromiso frente a la feminización de la pobreza).

Innovar democráticamente, desde los gobiernos municipales significa readecuar las estructuras de administración, los mecanismos de interacción con la ciudadanía, y el marco institucional de gobierno a un nuevo escenario, de tal forma que los resultados sean mejores tanto en la calidad de las acciones y servicios del gobierno local, como en la gobernabilidad democrática y en la confianza de la ciudadanía. La fuerza de una experiencia innovadora está en el compromiso responsable de las autoridades y en el impacto social de las acciones.

La importancia decisiva de la transición democrática y la alternancia política reviste posibilidades para introducir desde el nivel municipal la innovación de la perspectiva de género en las políticas públicas y la institucionalización de programas de acciones afirmativas, como medidas dirigidas a remover las discriminaciones existentes y a impedir la realización de nuevas discriminaciones.

La perspectiva de género en las políticas públicas locales facilita una nueva forma de mirar y pensar los problemas, las necesidades y demandas, los procesos sociales y los objetivos del desarrollo local. Significa, entonces actuar firmemente por  y con las mujeres, si con argumentos pero con la seguridad que dan las alianzas, fundamentalmente con la sociedad civil organizada, con otras mujeres que respalden y legitimen  la representación pública de la o las funcionarias.

Se requiere cuando menos:
• Una metodología de trabajo a favor del principio de equidad de género y en contra de la discriminación-subordinación de las mujeres.

• El reconocimiento de la heterogeneidad de las necesidades y demandas de la población, considerando las de los hombres y mujeres sin confundirlas como lo mismo, así como el reconocimiento de las consecuencias diferenciales de las políticas y programas en la vida de las mujeres y los hombres.

• La posibilidad de establecer una nueva relación de calidad entre el gobierno local y las mujeres, que privilegie la identidad ciudadana de las mujeres, sus derechos humanos y su papel de actores estratégicos del desarrollo local.

Así la innovación democrática en este sentido hará una gestión municipal diferente con enfoque de género, solo entonces podrá lograrse la ampliación real y permanente de las opciones de las mujeres respecto de su acceso igualitario a las oportunidades de desarrollo, a la vez que potencia también a las organizaciones sociales bajo sus condicionantes socioeconómicos, culturales, étnicos, etc., como actores estratégicos de la política pública local.

La incorporación de la perspectiva de género en la gestión municipal, y la institucionalización de las políticas públicas en todas las áreas y componentes de la organización política-administrativa municipal contribuye a romper barreras culturales y a redistribuir el poder entre los géneros en un esfuerzo decidido por fortalecer la equidad social y lograr las metas del desarrollo humano.

Combatir el problema de la desigualdad corresponde a todas las autoridades municipales, y no sólo a las que se encargan de las cuestiones relacionadas con las mujeres. Las políticas de igualdad son efectivas cuando implican a todas las personas con responsabilidad política y técnica, y cuando pretenden atacar los distintos aspectos de la desigualdad.

Perspectiva de género, transversalidad e institucionalidad, triada que debe cubrir ciertos requisitos básicos:

1. Un posicionamiento de jerarquía dentro del organigrama, con el propósito de evitar la marginación y el aislamiento de la instancia específica de las mujeres, con el fin de que pueda ejercer influencia y desarrollar la capacidad de sensibilización, coordinación y transversalidad, sobre las áreas y órganos de la institución municipal.

2. Un piso de recursos propios garantizado dentro del presupuesto municipal, de manera que inserte a las políticas y acciones de equidad de género tanto para la instancia en particular como la creación de un presupuesto con perspectiva de género debidamente transversalizado.

3. Una cultura institucional de género dispuesta a la articulación de consensos abierta al pluralismo político y a las alianzas por encima –y a pesar– de las divisiones partidarias, las contiendas electorales, los desacuerdos y distanciamientos de militantes feministas.

Las políticas públicas locales de equidad de género han cosechado los logros de las múltiples luchas de las mujeres a lo largo de más de un siglo, por lo que deben asumir el reconocimiento de las desigualdades y discriminaciones que aún sufren las mujeres más o menos de acuerdo a las tradiciones municipales.

Todo lo logrado y todo lo que falta por avanzar, se expresa desde la esfera  municipal marcando la diferencia, algunos, con el enfoque y relación tradicional de los gobiernos municipales hacia las mujeres, concebidas solamente en sus roles de madre, esposa, ama de casa, como beneficiarias pasivas de la asistencia social y como incondicionales voluntarias sacrificadas por el bien de los demás; cuyas acciones van de la ‘protección’ a la mujer que se encuentra en grave precariedad personal y social, protección con un fuerte contenido paternalista, imbuido de concepciones morales y religiosas tradicionales y planteada más desde la salvaguarda de la familia que desde los intereses propios de la mujer.

Otros ayuntamientos menos de los que quisiéramos, pasan al concepto de ‘igualdad de oportunidades’ y a la articulación de una política de carácter integral, dirigida a todas las ciudadanas y que tiene como base la consideración de las mujer como sujeto de pleno derecho en todos los ámbitos de la vida social.

Ahora, resta reflexionar de qué tipo de instancia municipal formamos parte o en todo caso en que rango se encuentra nuestro gobierno municipal…
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