jueves, 30 de mayo de 2013

Posdata Góngora Pimentel: Lo personal es político

Genaro Góngora Pimentel, Patriarca de Patriarcas

Posdata
Góngora Pimentel: Lo personal es político

Por Sara Lovera
Los hechos que narró hace una semana la periodista Carmen Aristegui sobre la incalificable conducta del ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,  Genaro Góngora Pimentel, por haber enviado a la cárcel a su ex pareja, aprovechando todo su poder; los antecedentes de su relación usando todo su poder y negándose a cumplir con la ley de alimentos para sus dos pequeños hijos, usando todo su poder; ha generado una reacción en cadena de periodistas, que impactados por esta estulticia, que no es para menos, han enderezado sus críticas al silencio de las feministas que “insensibles”, no reaccionaron inmediatamente.

Se trata del uso de poder patriarcal de un personaje señero que pone en blanco y negro lo que todavía la mayoría de los hombres y muchas mujeres viven y recrean contra la mitad de la población. Góngora Pimentel es un claro ejemplo de dónde estamos. Hasta dónde es permisible la injusticia contra las mujeres; cómo funciona la complicidad masculina de la casa a los tribunales, cómo opera en los hechos la desigualdad y la discriminación contra las mujeres. Porque de eso se trata.

Este hecho oprobioso que nos da un reflejo de la clase política y prominente, es un atisbo de la violencia sistemática contra las mujeres que opera desde la privacidad de las relaciones personales y familiares hasta la manera como están construidas las relaciones públicas y las instituciones. Desde el poder se engaña, se hostiga, se viola la ley, se crea y recrea la impunidad. Esto es México y sus instituciones. Esta es la sociedad que prefiere callar. Estos y no otros son los medios de comunicación que sustentan día a día estas conductas que ahora les sorprenden.

Por eso los periodistas, muy diversos, principalmente hombres, buscan inmediatamente a las responsables: las feministas, dijo indignado en la televisión Joaquín López Dóriga: “¿Dónde están? Nadie, continuó, ha dicho nada. Y Salvador Camarena en El Universal sentenció “Demasiadas mujeres quedaron a deber la semana pasada con el caso Góngora. ¿Escucharon ustedes al respecto al Instituto de Mujeres del Gobierno del Distrito Federal –bajo cuyas leyes fue procesada esta mujer–? ¿O a la Senadora Alejandra Barrales, quien como asambleísta promoviera la legislación para castigar a padres incumplidos? Ahora no tuiteó ni dijo mayor cosa. ¿O a Maricela Contreras, la hoy delegada en Tlalpan pero versada luchadora por derechos de las mujeres? El mutis que hicieron hace pensar que su solidaridad está del lado de su compañero de armas, el ex ministro Góngora y no con la víctima”.

Este columnista además reprocha a la izquierda difusa tal actitud. Carlos Marín, también en televisión hizo lo propio refiriéndose al silencio de Andrés López Obrador. Me parece muy curioso y sintomático, lo que está sucediendo. Ya sabemos que López Obrador, rey de reyes, no entiende nada sobre la opresión de las mujeres, pero los otros tampoco.

Lo espectacular es que el caso de Góngora Pimentel ha puesto en escena lo que hemos dicho hace 40 años. En los tribunales, los jueces son cómplices de los hombres y del poder; ya sabemos que hay insensibilidad en los ministerios públicos y por eso no hay justicia en casos de hostigamiento y acoso; no lo hay ni cuando una joven es golpeada por su novio. Conozco un caso que tiene seis meses en el Ministerio Público y está parado; escuché hace varios días a Nino Canun diciendo mentiras para defender a un acosador de mujeres que todavía no sentencia la ley y otros muchos casos.

También sabemos que ocho de cada diez personas que están en la cárcel, lo están por delitos menores –robo de una bolsa de pan- y porque son pobres. Ya sabemos que nuestra gritería seria y sustentada del tamaño de la violencia contra las mujeres es desoída. Ya sabemos que hay simulación e indiferencia entre las y los políticos y también, sobre todo si tienen un poder real entre ellos. En la mentalidad de quienes hacen los guiones de las series de televisión (donde laboral estos periodistas que hoy critican a las feministas) se recrea sistemáticamente la conducta reprobable y lastimera, de Góngora Pimentel el hombre que pasará a la historia por su doble moral.

Lo personal es político.

Con este emblema nació el feminismo de los años 90 para romper el paradigma que alimentó por siglos una miope visión del mundo que suponía el divorcio entre la esfera de la reproducción y la producción, de lo doméstico y lo público, lo individual y lo colectivo, lo personal y lo político. Esas polaridades han sido legamente desarticuladas. Mucho esfuerzo costó que la ley castigara a los golpeadores y opresores del hogar. Apenas hace 15 años nacieron las leyes de violencia intrafamiliar y nos hemos tenido que desgarrar en argumentos para conseguir la discusión de las leyes que previenen, penalizan y advierten sobre la violencia contra las mujeres o de género.

En el caso de Góngora Pimental, que bien dice Camarena, sus triquiñuelas misóginas pudieron tener éxito en los tribunales del Distrito Federal que creíamos el paraíso de la igualdad. Ahora resulta que esta mañana me topé con la declaración del presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF), Edgar Elías Azar, quien dijo que  en breve el juzgado 69 de lo Penal, con sede en Santa Martha Acatitla, dictará sentencia a Ana María Orozco, ex pareja sentimental del ministro en retiro Genaro Góngora Pimentel y advirtió que se analizará el expediente. Como diría vox populi después del niño ahogado… a tapar el pozo.

La ex pareja del ex presidente de la corte mexicana fue acusada por el delito de fraude por el propio Góngora Pimentel, por lo que está presa en el penal de Santa Martha Acatitla desde junio del año pasado. Basó su acusación en que ella compró una casa a su nombre, y no al de sus dos pequeños hijos, quienes además son autistas y menores de 10 años.

El expediente en el que las y los periodistas hurgaron habla además de que Góngora Pimentel en el colmo de su machismo y tráfico de influencia en los juzgados familiares logró que el pago de alimentos para  sus hijos se redujera a la  mitad. El escándalo es mayor al saber que el ex ministro de la corte  tiene ingresos mensuales de 375 mil pesos y la demandante, ante un evidente abandono del padre, sólo solicitó 50 mil pesos mensuales, mucho menos de lo que la ley marca.

El drama que acosa a los y las opinadoras es que con la madre en la cárcel los niños, además con autismo quedaron a la intemperie. Góngora Pimentel pidió perdón públicamente. ¡Qué vergüenza¡, actuando como lo hacen todos los controladores y violentos esposos. Las feministas hemos mostrado hasta el cansancio que así actúan: “te juro que nunca más vuelve a suceder”. Góngora deseó que pronto su ex pareja se reintegre al hogar. Este es el pan de cada día en millones de hogares de hombres prominentes y hombres comunes.

Y la opinocracia se da golpes de pecho. Les ha sorprendido estos días, también, lo que se conoce del novio de la hija del director del Cisen a manos del nieto del Procurador General de la República. Camarena, como si lo estuviera yo viendo en la televisión, habla de que Góngora Pimentel ha ejercido violencia contra de la madre de dos de sus hijos.

Este opinador atina cuando señala que lo que se requiere es una transformación social y pone en su receta en primer término  a la solidaridad entre mujeres, como si los hombres no tuvieran nada de responsabilidad  y sigue: urgen mecanismos efectivos de soporte legal para quienes no cumplen la ley para evitar la confabulación de jueces y abogados que actúan contra las mujeres y otra, que haya una real  y colectiva toma de conciencia. Este tipo de opinadores luego de reportar algún hecho parecido, pasan a otra cosa y una de las que más hacen es reírse de las mujeres, exponerlas o difamarlas, etc.

Este misógino comentarista en su columna también se dolió de no haber oído la repulsa feminista contra Góngora Pimentel y nombró a mujeres de poder  concretas: a  Patricia Mercado, ex candidata presidencial; a  Patricia Olamendi, quien vigila el cumplimiento de la Convención contra todas las formas de Violencia Contra las Mujeres conocida como Belén do Pará;  a la secretaria de Desarrollo Social,  Rosario Robles, y a la ícono del feminismo mexicano Marta Lamas, y termina con un etcétera.  De esta manera  abona a la división entre mujeres cuando afirma que “de las pocas que se hicieron escuchar en este tema fueron la Diputada Malú Micher (PRD) y las senadoras Angélica de la Peña (PRD) y Marcela Gómez del Campo (PAN).

Lo cierto es que el caso Góngora Pimentel, el todavía sin solución de la Comisión Nacional de Derechos Humanos donde un prominente colega de los periodistas es el acusado y los más de quién sabe cuántos miles de expedientes que habríamos de sacar a la luz en los juzgados familiares y en las agencias del ministerio público, en las cárceles donde hay miles de mujeres abandonadas, podrían empezar a salir a la luz, si estos opinadores y periodistas se ponen a trabajar.

Veremos.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Sobre feminismos, las mujeres indígenas tienen la palabra



Sobre feminismos, las mujeres indígenas tienen la palabra
* Francesca Gargallo y los feminismos desde Abya Yala

Aline CASTELLANOS
El libro Feminismos desde Abya Yala. Ideas y Proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en Nuestra América, de Francesca Gargallo, que presentó el pasado mes de marzo en Oaxaca, es un libro indispensable y necesario. Es propositivo y revulsivo.
Indispensable y necesario para las mujeres indígenas, para las feministas, para cualquiera que se precie de buscar el mejoramiento social desde cualquier trinchera, porque nos convoca a repensar nuestras ideas-creencias sobre las mujeres indígenas, sobre nuestro bagaje feminista –las que nos asumimos como tales-; nos convoca a cuestionarnos nuestros parámetros de “verdad”. Es una invitación a poner bajo la lupa nuestros atavismos patriarcales y colonialistas. Es un espejo que nos invita a mirarnos y a reconocernos. En las otras, que soy también yo misma.
Es un libro que apela a cada una de manera directa. ¿Quién en Oaxaca no tiene una raíz indígena o negra? Todas la tenemos, provenimos de alguna de las 607 naciones indias de este continente, o de alguno de los 16 pueblos indígenas del estado o del pueblo negro. O de ambos. Aunque no hablemos ya zapoteco o mixe o mixteco, aunque vistamos con otras ropas que no sean las tradicionales indígenas, en nuestra sangre corre un poco o un mucho de la sangre india que inundaba el continente antes de la invasión española, de la sangre negra de los miles de personas extraídas de sus tierras africanas.
Pero eso que somos generalmente no es traído en la memoria y en la consciencia. Lo que sí recordamos es al, o a la tatarabuela blanca de ojos claros, nuestra ancestra española. Es a la que presumimos, la que dio los ojos claros a alguno de nuestros 200 parientes. Toda la demás parentela, morena, de ojos negros, no tuvo la “suerte” de heredarla. Francesca, en este libro, plantea que somos una sociedad “blanquizada”, es decir, que nuestro referente de identidad colectiva privilegia el lado europeo, “lo indígena es “lo otro”, lo que no soy yo.
Y así como individualmente borramos de nuestro ser, de nuestra apariencia, de nuestra lengua esas raíces, también lo hace la academia, también lo hace la política y la cultura, la sociedad toda.
Lo indígena y lo negro han sido invisibles, o sólo visibles en términos de folklor. En términos políticos, los pueblos indígenas no son sujetos políticos capaces de aportar al cambio social, sino sujetos de asistencia social, sujetos a los que hay que rescatar del “atraso”. Francesca coloca el tema del colonialismo nuestro de cada día, el personal y el institucional.
En términos académicos, los pueblos y particularmente las mujeres indígenas no son portadoras y generadoras de conocimiento. Su pensamiento es percibido como inferior al pensamiento reconocido como “científico”. Su palabra no es conocimiento, dice críticamente Francesca, es testimonio; las mujeres indígenas, para la academia, son informantes u objetos de estudio, no interlocutoras. Así, Francesca cuestiona el modelo hegemónico en el que el discurso de la generación de conocimiento es eurocéntrico y gringo céntrico; es decir, lo que llamamos occidente.
Este es un libro que, como su nombre lo indica, recoge ideas y proposiciones de mujeres indígenas de todo el continente. Pero es más que solamente una recopilación de las palabras de cientos de paisanas de estas tierras nuestroamericanas. El libro coloca el pensamiento feminista de las mujeres indígenas en la categoría, justamente, de pensamiento que genera conocimiento y que tendría que ser referente obligado de nuestro conocimiento del mundo y referente obligado para nuestras luchas feministas, de mejoramiento de las mujeres y de mejoramiento social.
Es un libro que me y que nos convoca a desoccidentalizarnos, a descolonizarnos. Porque aunque oficialmente la Colonia se acabó hace 200 años, nuestra mente y nuestras prácticas sociales y políticas siguen estando colonizadas. Nuestros referentes de desarrollo, de civilización, de crecimiento están mirando permanentemente a Europa y Estados Unidos como modelos a seguir; nuestras aspiraciones individuales y colectivas, secreta o abiertamente, consciente o inconscientemente son la de parecernos lo más posible a los del otro lado de la frontera norte o los del otro lado del mar (Atlántico).
Digo que es un libro revulsivo porque es rompe- esquemas.
Aprender y conocer el pensamiento feminista de las mujeres indígenas de Abya Yala es reconocernos en ellas y es replantearnos, como feministas, nuestros modelos de referencia y nuestros supuestos de universalidad. A lo que Francesca invita es a la posibilidad de colocarnos en una posición de iguales, de interlocutoras con las mujeres indígenas, con sus conocimientos y con sus luchas, sus procesos, sus propias construcciones. Es decir, nos plantea reconocer que la universalidad no existe y eso nos puede romper la representación, porque si en nuestro esquema blanquizado lo indio es “lo otro” y lo indio es lo inferior, el tratamiento que podemos tener en nuestras prácticas feministas puede ser, o acercarse al colonialismo. Y ese planteamiento puede romper muchos de nuestros esquemas, conceptos y prácticas. Yo digo que para bien, porque abrirnos a la posibilidad de lo múltiple es siempre más que el reduccionismo de la representación social unívoca.
Las mujeres indígenas dicen que “toda acción organizada por las mujeres indígenas en beneficio de una buena vida para todas las mujeres, se traduce al castellano como feminismo”.
Este concepto de feminismo abre la puerta para pensar en contextos, en realidades y posibilidades diversas en la que las propias mujeres configuran y determinan el significado de “buena vida”. Porque para lo que algunas es bienestar para otras puede significar malestar, y ello tiene que ver con las individuas en particular, en sus contextos en particular.
Y no se trata de un esencialismo, una idealización de los pueblos indígenas, porque las mujeres indígenas que aquí articulan su pensamiento hablan de un entronque patriarcal. Un patriarcado refuncionalizado a partir de un patriarcado ancestral, previo a la invasión, y el patriarcado católico colonial traído de allende los mares. La complementariedad de las mujeres y los hombres en los pueblos indígenas desde un plano de igualdad no es tal, dicen las mujeres indígenas consultadas. Como en toda sociedad patriarcal, los roles están sexualizados y jerarquizados; es decir, hay un plano de desigualdad sobre el cual sí, se complementan los roles y los estereotipos adjudicados a las mujeres y los hombres, pero las mujeres se encuentran en el plano de lo inferior. Dice Francesca que esta teoría de la complementariedad enmascara relaciones de dominación.
Las mujeres indígenas del continente tienen planteamientos políticos para conseguir esta buena vida, y como pensadoras y sujetas sociales, se encuentran inmersas en procesos de resistencia cultural, política, en defensa del territorio-tierra, y en defensa del territorio cuerpo. Porque ellas plantean que el territorio no es sólo la tierra en la que vivimos, sino el propio cuerpo, el cuerpo de las mujeres, es el primer territorio sagrado a defender.
Esta noción filosófica y política de la naturaleza, radicalmente diferente a la concepción de la naturaleza que tiene occidente y su modelo capitalista ha derivado en que no casualmente –dice el libro- las mayores reservas de biodiversidad de este continente,  sean los territorios en donde se encuentran los pueblos indígenas.
Otro planteamiento del libro que me parece importante es el de los pueblos indígenas como sujetos colectivos, sí integrados por mujeres y hombres concretos, pero imbricados de tal forma entre sí y con el territorio, que la buena vida a conseguir no se trata de un logro individual de cada mujer sino, precisamente, un proceso en el que lo colectivo es central.
Aprender y aprehender del pensamiento feminista de las mujeres indígenas, en fin, me parece que es una tarea ineludible, en tanto feministas, en tanto indígenas y mestizas, en tanto queremos también una buena vida para las mujeres. Este libro se inscribe como un texto indispensable para documentar nuestro colonialismo (parafraseando a Monsiváis) y más, es un texto que se debe inscribir en nuestros referentes teóricos que alimenten procesos de luchas anti patriarcales y de liberación de las mujeres.

lunes, 27 de mayo de 2013

Palabra de Antígona Rechazan Alerta de Género: Décima ocasión


Palabra de Antígona
Rechazan Alerta de Género: Décima ocasión
Por Sara Lovera
Al mensaje político de que no aceptará poner en marcha una Alerta de Género en cualquier parte del país, puesto que el martes pasado rechazaron esa demanda para  Guanajuato y están pendientes dos: Morelos y Estado de México, donde grupos de Derechos Humanos  insisten en solicitarla, tuve que indagar por qué es eso y cómo se lo puede uno explicar. No se entiende.
Primero decir que en la discusión extraordinaria del Sistema Nacional Para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que esta vez, no presidió el secretario de gobernación  Miguel Ángel Osorio Chong, 20 institutos de las mujeres la rechazaron; ocho se abstuvieron, en tanto que el Distrito Federal, Michoacán y Puebla votaron favorablemente.
Me parece inaudito. Según información confirmada sólo entre enero y mayo en el Estado de México más de 145 mujeres han desaparecido, principalmente en los municipios de Valle de Chalco, Chimalhuacán y Ecatepec.
Cualquier opinión sale sobrando. Cifras semejantes y terribles conocemos de Morelos (más de 400) y cientos en Guanajuato, sólo por mencionar dos entidades. Sabemos también que desde hace tres años que se solicitan estas alertas, en alrededor de 10 entidades, sin resultados.
Vele la opinión preocupante del representante del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU en México,  Javier Hernández Valencia, en un foro denominado Mesa para la Construcción de Consensos sobre Derechos Humanos expresó que:  "Hay una demanda que se ha hecho pública desde hace días, sino semanas, tal vez hasta meses, en la que se ha puesto el tema de debate el feminicidio en Morelos. Déjeme decirle una cosa señor secretario (de Gobierno Jorge Messeguer Guillén) es una curiosa experiencia para mí como funcionario internacional, encontrar en muchos escenarios internacionales que la voz oficial del Estado mexicano, la integralidad del Estado no sólo la Federación, hablan de las bondades de ley y por supuesto de la institucionalidad que se ha construido alrededor de ella".
"Y, sin embargo, en los dos años y medio que llevo acá, encuentro que la ley tiene un candado, porque la percepción desde los gobernante de la declaración de la alerta de género es como si fuera un baldo, como si fuera un error, y se evita entonces poner a disposición y movilizar lo que en la institucionalidad se ha construido para ser más eficaces por evitar el costo político de ser, la primera entidad en la cual se declare la alerta de género. Es como si fuera un pecado de origen, en el que nadie quiere caer y eso ha atado de manos, de pies, vendado de ojos, amordazado, taponado los oídos a nuestra construcción institucional".
El representante de la ONU parece un mago. Parece haber dado en el clavo. Investigué y ¿saben lo que pasó? Que el ejecutivo de Guanajuato envió una carta al Instituto Nacional de las Mujeres, señalando que ha iniciado un programa de fondo para atender el problema de la violencia feminicida; que está a punto de resolver muchos casos, que ya tiene a todo su gabinete actuando…pienso que eso hizo hace tres semanas, pero en público, el gobierno de Hidalgo. No dudo ni tantito que lo mismo digan otros gobiernos.
Es posible, me pregunto ¿qué todo sea política?. Que nadie quiere tener el costo político de que sea el gobierno central quien mandate esta situación. Es claro que tenemos gobernadores e institutos locales, capaces de engañarse a sí mismo, de inventar que hacen, cuando no hacen.
El sorprendido y audaz representante de la ONU dijo más, sobre todo porque la Comisión Independiente de los Derechos Humanos de Morelos ya está gestionando su queja ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos que preside Emilio Álvarez Icaza.  Hernández Valencia afirmó que todo es contradictorio que "la legislación que presumimos en escenarios internacionales y que nunca hacemos funcionar, eso es como tener un Lamborghini guardado en un desván de vacas, perdiendo una enorme oportunidad. Creo que hay ahí cosas que suponen no sólo decisiones en el estado Morelos sino también, ojalá, decisiones en la Federación. Es una bonita pieza de arquitectura barroca que nos sirve cuando mucho, cuando las emergencias están ahí y eso, para lo que se diseñó (la ley), no permite que la utilicemos".
Sus palabras están grabadas no sólo por los periodistas de Morelos sino por otras personas de la Sociedad Civil. Ahora resulta que inmediatamente después de la mesa de debates sobre derechos humanos, el Secretario de Gobierno de Morelos, anunció que analizarán los informes y, ahora sí, estudiarán la posibilidad de solicitar la Alerta de Género. Pamplinas, no le queda de otra tras la crítica. Pero, dicen algunas feministas indignadas, que vigilarán, tras tomarle la palabra. Eso no libra a nadie de la queja ante la CIDH.
En el caso de Guanajuato, dijo la directora de las Libres, Verónica Cruz, que se irá al amparo. Al cierre de este comentario todavía no se conocen las razones de la negativa.
Pero algo más. Un brillante documento didáctico elaborado por el Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género de la Cámara de Diputados, dice que el procedimiento para la emisión de la declaratoria de alerta de violencia de género se inicia con una solicitud de investigación, que puede ser enviada incluso por correo postal a la Secretaría Ejecutiva del Sistema. Que esa solicitud tiene que cumplir con requisitos como nombre, domicilio del solicitante y carácter con el que actúa, como institución u organismo de la sociedad civil. Sencillo.
Pero los solicitantes deben demostrar que en un territorio determinado (delimitación territorial) existe violencia sistemática contra las mujeres, etcétera, que son de orden común, que existe un contexto de impunidad o permisibilidad social y que la violencia proviene de un conjunto de conductas misóginas…etcétera.
Esto es que la tarea del gobierno tiene que hacerla esa institución especializada en Derechos Humanos o civil. O sea que los requisitos son inauditos. Es probable que al tema político, se agrega esta barbaridad, sólo producto de esta deformación legislativa y aberrante, excesivamente precisa en leyes inútiles, que acaban siendo el maravilloso pretexto del Sistema, ese de prevención y atención, y de los gobernadores para decir que no.
Estoy alucinada con el exceso de reglamentación que se ha promovido, para algo tan evidente. No sé en qué momento este exceso, producto de mentes muy complicadas e ineptas, esté jugando en contra de la evidencia. No en vano me comentó una amiga, que van a cambiar semejante enredo. Sería bueno. Porque de tanto querer suplantar las tareas que sólo son del gobierno, quien haya hecho ese reglamento, quiere entrar al oscuro entramado de la ley que protege al sistema, la misma que usó en manos de Lutero a la Iglesia, como se dice, creo su propio cautiverio. Ahora entiendo que no, que será muy difícil esta empresa y que siempre es mejor la movilización y la denuncia. Mientras esperamos a ver qué pasa con las siguientes peticiones que están en puerta.
Antes de irme diré. Eso ya está pasando con el exceso de reglamentación que ha creado la figura del delito de feminicidio. Es posible que se enredará tanto que no habrá forma de comprobarlo. Mientras seguirán desapareciendo y muriendo mujeres asesinadas. Pero, me dirán, se trata de hacer visible el problema. ¿Será? Yo creo que es visible y preocupante. Las expertas debían saber que hoy lo que urge es acción política.
Veremos