miércoles, 13 de febrero de 2013

¿YO FEMINISTA? Pilar Monterrubio, feminismo sin recetas




¿Yo feminista?
Pilar Monterrubio, feminismo sin recetas
* El patriarcado sigue marcando los liderazgos de los grupos

Soledad JARQUÍN EDGAR
Pilar Monterrubio Viloria es feminista sin receta. Su estilo es propio e inició cuando tomó una decisión personal a los 18 años y se apoderó de ella una especie de Eterno Femenino, que como en la obra de la escritora mexicana Rosario Castellanos, la llevan a  tomar la libertad de expresar sus opiniones y sus propias decisiones, a pesar de los hombres que la han rodeado y de que la sociedad sostenga, a veces no por escrito, que hay cosas que están prohibidas para las mujeres.
Es crítica y muy aguda en sus comentarios. No le gusta que la gente se engañe, pero a la gente tampoco le gusta que le digan la verdad, condición que le ha costado la antipatía de otras personas, revela en una conversación periodística que muestra a una mujer inquieta y emprendedora, una mujer dispuesta a concluir un sueño: escribir historias de mujeres, las historias cotidianas de esas mujeres, por ello estudia el cuarto semestre de la licenciatura en Humanidades con especialidad en Historia. “Volví a la escuela cuando sentí el nido vacío”.
Como el resto de las entrevistadas para la serie ¿Yo feminista? Pilar Monterrubio Viloria tuvo rupturas cuando se asumió feminista, la más dolorosa fue con su padre, el hombre que se esforzó por su salud cuando era pequeña y que incluso mudó a toda la familia a un clima cálido para que la pequeña Pilar, su princesa, no sufriera de ninguna dolencia.
Descubrió el feminismo cuando tenía 18 años,  a los 19 años decidió no usar brasier, su padre no consintió ese acto y en plena cena de navidad le pidió que dejara la mesa; su hermana Alina se unió a ella y durante horas lloraron y hablaron sobre por qué las mujeres no podían hacer o dejar de hacer lo que querían. Pero se empeñó en hacer las cosas a su modo, sufrió entonces la exclusión de su familia. Molesta por lo que sucedía que optó por cambiar su nombre y se quitó el apellido de su padre, años después volvería a retomarlo.
En poco tiempo, Pilar decidió irse de la casa, y para aliviar su dolor se puso a leer todo cuando tenía en sus manos… “entonces no había internet sino bibliotecas, ahí encontré a Rosario Castellanos, más tarde a Simone de Beauvoir y otras autoras que me fueron construyendo como feminista con un sesgo personal”.
La familia es determinante, sostiene Pilar Monterrubio Viloria, quien como futura historiadora tiene bien estudiado el árbol genealógico de su ancestros y ancestras. Francisco Monterrubio es un chozno abuelo que a principios del siglo XIX gobernó Oaxaca. De ahí viene lo conservador de los Monterrubio cuenta entre risas. Siendo adolescente, las tías Monterrubio escuchaban a Enrique Guzmán, Pili y Mili y a Rocío Durcal, en cambio en casa los Viloria la conversaciones eran otras, se hablaba de comités de base y la música era la trova y otras cosas, y ella siempre se inclinó por no ser una conservadora, se empeñó en romper las reglas familiares y en ocasiones las normas establecidas por la sociedad para una “buena mujer”, su objetivo era ser una mujer completa, disfrutar sus derechos, tomar sus decisiones y hacer lo que le viniera en gana, y así es hasta la fecha Pilar Monterrubio.
El feminismo en Oaxaca tiene cerca de 40 años de haberse iniciado, en lo que se llamó la nueva ola del feminismo, ¿qué dejaron de hacer las mujeres, en especial las feministas?
Pilar Monterrubio Viloria es directa y sostiene que las prácticas patriarcales son cotidianas en los grupos feministas y eso ha contribuido a detener el avance de las mujeres.
“Yo creo que nuestros (de las feministas) estilos de liderazgo son muy patriarcales. Tiene que ser una feminista muy estudiada, muy leída, para aplicar un liderazgo sin misoginia, porque en el fondo somos misóginas”, sostiene seria la entrevistada y apunta que esa misoginia la ha vivido, porque el patriarcado está en la estructura mental de las mujeres que por encima de los argumentos ejercen autoridad, poder y jerarquía.
Afirma que recientemente experimentó un liderazgo consciente, organizado y respetuoso, lo que le permite tener elementos para comparar con los liderazgos de algunas mujeres y de algunas feministas, ello le llevó a concluir que todavía a los grupos de mujeres hacen falta esos liderazgos que les permitan avanzar, evitar el desánimo de otras mujeres y los “clásicos” rompimientos.
“Luego me dicen que las feministas son unas cabronas que quieren parecer ovejitas”, comenta y agrega que la manera en que los grupos han sido liderados no son los adecuados”. ¿Qué sucede entonces? Pregunta y contesta: solo hay dos caminos, uno las chavas imitan el estilo de la líder y otro terminan por irse de los grupos o del feminismo, “necesitas mucho amor al arte para quedarte y construyes un liderazgo errado o te quedas solas”.
Pilar Monterrubio Viloria dice que no siempre ha sido bien aceptada, incluso ha sido rechazada por otras, la razón es que no es una feminista “comprada con el feminismo”. “Yo sigo lavando trastes en mi casa, si les digo que hago eso me preguntan si no tengo dinero paga pagar a alguien para que lo haga, yo digo, sí claro tendría que pagarle a otra mujer”.
Entre que le falta un tornillo, como sostiene, se considera rara y nada especial, Pilar ha ido aprendiendo su propio feminismo, uno que construye todos los días, nada que tenga que estar “casada” con las ideas marcelalarguescas, girescas o catoliquescas, “por eso otras feministas prefieren darme la vuelta”. No estoy casada con ninguna idea, me encanta leer a la antropóloga social Marcela Lagarde, o veo el trabajo de GIRE o Católicas por el Derecho a Decidir, pero no podría ser una feminista como ellas ni como muchas otras.
Estoy contenta con mi propio feminismo porque me ha llevado por caminos maravillosos de mucha construcción, “soy chida” y eso no le gusta a mucha gente y terminan por rechazarme porque simple y sencillamente no sigo sus recetas, no hago lo que ellas quieren.
“Llego a la conclusión de que necesitamos un liderazgo novedoso, vanguardista y emprendedor, lejos de las actitudes del patriarcado”, porque lo que sucede es que muchas pretenden imponer sus ideas y sobre todo formas de hacer las cosas, cuando les decimos que así no se puede, se molestan, pero si decimos las cosas es porque conocemos a la gente y las costumbres de la gente.
¿Si el feminismo no es una receta sino que tú vas haciendo tu feminismo como lo defines entonces?
Mi definición es una practica cotidiana hasta contigo misma, que pasa por la espiritualidad, por hacer las compras, por ser sororal, es cotidiano, no hay manera de cubrirte en las cobijas y decir esta noche dejo de ser feminista. Es algo que tiene que ver contigo misma, por dentro, lo más difícil para una feminista es ser congruente. Y hay muchas más incongruentes que congruentes. Y de las congruentes aprendo cada día, apunta Pilar Monterrubio.
Si tuvieras que convocar a una reunión de feministas, congruentes e incongruentes, ¿qué les dirías?
Sí, así sería de congruentes e incongruentes porque no creo que existan cosas puras. Y tenemos que reconocer que el feminismo se construye en la academia, no es posible un feminismo vaciado sólo en el activismo, “a huevo” tenemos que estudiar y parte de nuestro ser feminista es la congruencia con el estudio”.
Explica que la teoría feminista está mucho más adelante que el activismo y, por otra parte, el activismo se ha quedado en gestiones. Sí es importante la política pública, añade, pero en sí misma no tiene manera de mecanizarse sino es a través de una metodología y aprendes a ser metódica cuando tienes claro lo que quieres, y de dónde tomas los elementos para construir otra cosa, por eso necesitamos regresar a la escuela, a los libros o a los círculos de estudios. “Hay que leer a las feministas desde sus fuentes sería muy interesante, a través de los elementos cibernéticos-electrónicos”.
Sin embargo, afirma que el problema está en los orígenes. El feminismo fue muy fuerte dentro de los partidos políticos, como el ex PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) donde había visiones distintas entre los intelectuales y los no intelectuales, división que parece heredamos las feministas y hay una separación real entre las académicas y las activistas, y ahora una tercera sección la conforman las burócratas del género separadas por formación e intereses.
¿Entonces si se trata de estudiar qué lecturas recomendarías a las nuevas generaciones?
Que empiecen con Rosario Castellanos, Simone de Beauvoir y después a Marcela Lagarde y Estela Serret, pero que no dejen de leer La historia de las mujeres de George Duby y Michell Perrot.
¿Se ha hecho algo para que haya una nueva generación de feministas en Oaxaca?
¡Claro! Estamos trabajando, somos referencia dejamos trabajo, camino, en todos los sitios donde estuvimos en las universidades, con las mujeres sindicalistas, con los partidos políticos como el Partido Mexicano Socialista y con la Unión Nacional de Campesinos, Agricultores y Productores de Café, con las cafetaleras, en el Partido Mexicano Socialista y el Partido de la Revolución Democrática.
Cierto, a veces vamos juntas, yo por ser como soy caminé más sola. Incluso, pensé que las demás no lo veían así, pero alguien me comentó que me admiraba por eso, porque me habían visto como un barco navegando sola, Eso es un halago para mi y agrego que si voy sola en ese mar lleno de barcos grandes y de tiburones, señala entre risas.
Tengo pendientes personales, quiero volver a la radio con un programa sobre psicoanálisis femenino y feminista. Necesitamos sanar nuestras vidas, todas tenemos un lado oscuro que tiene que ver con nuestras relaciones patriarcales o con nuestras madres, es decir, trabajar nuestro ser interno, conciliar lo doméstico con lo público, sólo así podemos seguir adelante.
¿Tiene futuro el feminismo?
Sí, el futuro que tiene es el que nosotras le podamos dar, necesitamos chambear desde ya. Regresar a los círculos de lectura, a los conversatorios… el problema es que las feministas estamos siempre muy ocupadas. Pero el futuro será el que nosotras le podamos imprimir y con ello abrir nuestras casas feministas.
Pilar Monterrubio Viloria sostiene su felicidad está en tomar sus propias decisiones y hacer lo que le gusta convencional o no convencional, incluso, tomó la decisión de tener una novia, pero no funcionó –dice- porque siempre habrá en alguna una carga mayor de testosterona y la relación se vuelve parecida a lo que se vive en una pareja heterosexual ¿entonces de qué se trata?, dice entre risas.
¿Te han dicho que te falta un tornillo?
Sí claro, porque expreso lo que siento, y me doy como soy, la gente está acostumbrada a mentirse, una a otra persona se mienten para sobrellevar una relación y eso conmigo no funciona, entonces piensan que estoy bastante loca.
En 2015, Pilar Monterrubio podría terminar su carrera como licenciada en Humanidades y especialidad en Historia. Entonces se pondrá a escribir las historias cotidianas de las mujeres que conoce, por lo pronto seguirá vendiendo lo que sabe hacer talleres sobre género y en terapia constelar, que le permiten vivir bien y seguirá navegando sola entre grandes barcos y tiburones, pero no le teme a las olas altas, sabe que su camino es seguro.