jueves, 25 de abril de 2013

¿Yo feminista? Zoila Ríos Coca: La congruencia valor del feminismo



¿Yo feminista?
Zoila Ríos Coca:
La congruencia valor del feminismo

Soledad JARQUÍN EDGAR
Comprometida con su trabajo, Zoila Ríos Coca es de las personas que se quita el pan de la boca para dárselo a otras. Es clara y por demá
s congruente, tanto que hay quien la considera problemática.
Médica de profesión ha atendido a más mujeres violentadas que partos en los últimos 20 años, pero fue en 2006 cuando se descubrió feminista.
El feminismo –dice- te lleva a darte cuenta de las desigualdades que ocurren en todos los ámbitos y aspectos en la vida de las mujeres y, obviamente, he intentado trabajar para que disminuyan esas desigualdades.
Activista de tiempo completo, empezó como voluntaria en la Casa de la Mujer Rosario Castellanos, más tarde formó parte de otras organizaciones, entre ellas el Centro de Atención Integral del Valle, formó colectivos como Mujeres Lilas, Diáspora Feminista y actualmente pertenece a la Red Oaxaqueña por la Diversidad Sexual y la Clínica de Atención Psicológica. Además de haber sido parte del Colectivo Huaxyacac. En todas ha dado talleres, pláticas o acompañamiento, ha estado en las marchas y protestas o en asuntos de tipo formativo como diplomados o debates de cine.
Ríos Coca considera que el problema fundamental de la desigualdad radica en el contexto social basados en los estereotipos de género, donde las mujeres debemos cubrir ciertos roles que nos asigna la familia o las instituciones. “Tu por ser mujer, incluso, tienes menos posibilidades de elegir una carrera, yo viví una situación de desigualdad desde mi familia, porque provengo de una familia numerosa, donde éramos seis mujeres y cinco hombres. Fui una hija sándwich quedé en medio de un hermano y una hermana, el mayor tuvo la posibilidad de estudiar la carrera de Medicina y yo quería estudiar Arquitectura, pero mi madre me obligó a estudiar medicina, porque era mujer y porque ya tenía los libros de mi hermano”. Ese es un ejemplo de desigualdad, sostiene.
¿Esta arquitecta que no fue, es hoy una médica satisfecha?
Si padecí un rato, tal vez un año de estar en una escuela donde no quería estar, y obviamente difícil, diferente a lo que pensaba que pasaría. Había que teorizar o memorizar mucho y eso no me gustaba, cuando iba en segundo año de la facultad me di cuenta que había otras posibilidades de crecer y me empezó a gustar, sobre todo porque te involucras con las personas y eso es un plus en mi profesión.
Zoila Ríos o la doctora Coca como se le conoce afirma que su madre falleció hace algún tiempo, pero alguna vez le agradeció por obligarla a estudiar Medicina, “porque me puso en un camino que ha enriquecido mi vida de muchas maneras, puedo ser empática con las personas que sufren alguna enfermedad, que viven violencia o están en condiciones de desigualdad, de ellas aprendo y al mismo tiempo me sano, porque me pongo en los zapatos de esas personas”.
En ese aspecto reconoce que su práctica médica es contraria a lo que le enseñaron en la escuela, donde aprenden a “guardar la compostura”, aun cuando tengan que dar un diagnóstico fatal, “yo decidí ponerme en los zapatos de las personas y lo decidí muy pronto, mientras hacía mi internado, por eso, al final creo que no fue equivocada la determinación de mi madre, su intuición fue certera”.
El parteaguas 2006
En 2006 tomó el diplomado la República de las Mujeres que en ese entonces impartió la periodista Graciela Atencio a través del Instituto de la Mujer Oaxaqueña (IMO) eso fue abrir un panorama impresionante, después se siguió preparando con otras compañeras y terminó por hacerlo sola.
Hasta antes de ese año se consideraba una defensora de los derechos humanos y se dio cuenta de que era feminista gracias a su trabajo terapéutico, porque como muchas mujeres  palpaba las desigualdades hacia las mujeres pero no tenía ni las herramientas ni la formación necesarias para generar acciones que provocaran un cambio mínimo.
Sin embargo, a raíz del conflicto político-social de 2006 surgieron colectivos como Huaxyacac donde las activistas palparon que había desigualdad ejercida por algunos líderes sociales, incluso que algunos de ellos ejercían violencia contra sus compañeras de las organizaciones.
“No se sí lo habían naturalizado, era una practica habitual para muchos compañeros de las organizaciones, yo estaba molesta porque no concebía lo que estaba pasando y mi actitud les pareció a algunas compañeras y compañeros como hembrista, así me lo decían, pero en realidad no quería que esos hechos se invisibilizaran, callaran o taparan, lo aceptaban otras personas”.
Entonces estudié más, para tener suficientes argumentos, más herramientas y no permitir que se quedara como si nada, porque estábamos frente a una situación delicada, como es una violación sexual y aún cuando otras activistas lo sabían nadie se atrevió a ir más allá, a denunciar los hechos.
Ríos Coca si denunció los hechos ante el Comisionado de la ONU, pero tampoco pasó nada, hoy ese líder (cuyo nombre no quiso revelar) es colaborador de la Defensoría de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca.
Estaba molesta, añade, intentamos formar un grupo para hablar con los líderes o dirigentes cuya compañeras o esposas habían denunciado ante nosotras, pero a “esos líderes” se les consideraba defensores de los derechos humanos, incluso defensores de los pueblos indígenas y las compañeras me decían “No Coca, no podemos hacer nada porque es un compañero de la sociedad civil y no es lo mismo que ellos violenten los derechos a que los violente un ulisista”.
¿Cuál era su parámetro?
Qué eran compañeros. Que eran defensores de derechos humanos. Y fueron al menos cuatro casos graves.
Desde entonces decidí que no quería pertenecer a grupos que maquillan situaciones, no tenía ningún caso. Al final de cuentas me dijeron que era radical porque no era posible evidenciar a los compañeros ni tampoco éramos un tribunal para acusar a los compañeros.
Eso provocó algunas discusiones entre las activistas que terminaron por decirle que no hiciera eso delante de los compañeros, porque por eso decían que las mujeres siempre se estaban peleando.
Por congruencia me deslindé y dejé de asistir a las reuniones del colectivo Huaxyacac y finalmente la elección de la actual titular del IMO fue otro momento difícil que me llevó a darme cuenta que no estaba equivocada, porque al final se impuso la voluntad de un grupo. Mis protestas y críticas fueron tomadas a mal por muchas personas.
En ese sentido, Zoila Ríos Coca sostiene que el feminismo enseña primero que nada a ser congruentes y en esos momentos muchas mujeres del movimiento feminista no estaban actuando como debía ser.
La incongruencia no va con el feminismo
Sin embargo, meses más tarde aceptaste trabajar en el IMO. ¿No es así?
Sí es cierto, pero mi primera reacción ante la directora del IMO fue proponer a otra compañera. Fue difícil, me quitó el sueño tomar la decisión y acepté porque me veía haciendo algo por otras mujeres desde la Unidad de Atención de Mujeres Víctimas de Violencia de Género.
Tengo experiencia, había trabajado en la atención a víctimas de violencia desde 1993 en la agencia especializada en delitos sexuales de la Procuraduría General de Justicia del Estado y acepté, claro que eso me llevó a recibir críticas severas de otras compañeras que me dijeron que no era congruente, otras se burlaron de mi diciéndome “funcionaria”, pero al estar ahí me di cuenta que sí se podían hacer cosas y resolver casos. Era necesaria una persona con formación sensible y humanizada para poder hacer algo y yo tenía esa oportunidad.
“Pero no me la pasé bien”, dice con un dejo de tristeza, porque la primera advertencia que recibí es que ya no podía criticar las acciones del gobierno. Sin duda, señala que al reflexionar a la distancia de esos acontecimientos se dio cuenta que empezó a sufrir violencia psicológica por parte de quien era su jefa, era una violencia sutil no sólo conmigo sino incluso con otras compañeras de la sociedad civil que habían sido invitadas a trabajar en el IMO. “Se violenta a las trabajadoras, a las mujeres que asisten a pedir ayuda al no dar respuestas inmediatas ni el acompañamiento necesario en los casos que lo requieren, que son la mayoría”.
Muchas veces, explica, tuvo que poner de su sueldo para pagar la alimentación de las mujeres que eran resguardadas en la Unidad porque no había dinero para ello, pero sí había dinero para pagar ponentes que venían de fuera o presentaciones en restaurantes. “Eso me tronó, la insensibilidad de las que se decían defensoras de los derechos de las mujeres”.
Si desde tu propia experiencia la burocracia del género no da resultados ¿qué requiere la sociedad, qué se necesita para atender a las mujeres?
“Creo que lo que se necesita son hombres y mujeres congruentes, que se pongan en los zapatos de las que viven algún tipo de desigualdad o violencia, no es necesario que te pase a ti o a alguien cercano a ti para ser sensibles, para responder a lo que la sociedad te ha encomendado. Hace falta conciencia feminista en las funcionarias para trabajar a favor de las mujeres, más aún cuando estas funcionarias vienen del activismo feminista y tienen desde puestos claves la posibilidad de cambiar las cosas, llegan y simplemente se montan en el sistema establecido, en el sistema patriarcal, machista, violento, burocrático que se las come”.
Eso quiere decir que lo único que había era un discurso y no una feminista. Con qué cara te atreves a decir soy feminista si tienes actitudes de incongruencia. Lo que necesitamos es un valor que nos diga que tenemos que ser personas congruentes y el feminismo te lo dice, sostiene sin titubear la entrevistada.
¿Hay futuro para el feminismo?
En este momento yo lo veo muy difícil. Creo que estamos muy sectorizadas, aisladas, poco sóricas, lo veo difícil en Oaxaca, no sé si tenga futuro, no veo por donde.
El reconocimiento
El pasado mes de marzo, el Congreso del Estado entregó a Zoila Ríos Coca un reconocimiento por su trabajo a favor de las mujeres. Ella sostiene que se sintió identificada con el reconocimiento, porque luego de 20 años de trabajo con mujeres que viven violencia sintió que muchas de esas mujeres a las que ha ayudado estaban representadas en ese diploma.
Este reconocimiento, añade, es el primero que he recibido por mi trabajo, entonces estoy satisfecha y agradecida de que así haya sido.
Y es que la doctora Coca se ha quitado el pan de la boca para dárselo a otras mujeres y no es solo una frase, ha sido parte de su tarea, para ella la palabra burocracia no está inscrita en ningún manual, sabe que el ejercicio de la medicina es humanista y cuando te enfrentas a situaciones graves de violencia no tienes ni horario ni día de descanso, afirma satisfecha.
En su vida, siguen presentes los casos de mujeres como sucedió con la señora Nely, quien durante una década luchó para que finalmente el asesino de su hija fuera condenado a 30 años de prisión, sin embargo, en esta familia el miedo y el terror siguen presentes.
También recuerda un caso de impunidad que sufrió una mujer y sus hijas, cuya pareja y padre era comandante de la policía ministerial que las violentaba de manera terrible, pero como es policía obligó a la mujer y a sus propias hijas a negar los hechos, al final parecía que quienes habían fabricado los hechos eran las instituciones.
El no quedarse callada provocó que hace algunos años las mujeres fueran atendidas primero por el área psicológica-médica y después por los agentes del Ministerio Público, petición que planteó junto con la psicóloga Rosario Sánchez Pacheco, misma que llegó a la entonces presidenta del DIF Estatal, Clara Scherer Castillo, y había un compromiso serio en la atención hacia las mujeres.
De acuerdo a tu experiencia ¿La violencia hacia las mujeres es hoy más visible o más grave?
Es más visible y más grave. Lo que esperábamos con el gobierno de la alternancia es que hubiera un cambio de actitud en las instituciones, pero no es así, incluso la violencia ha aumentado, un tanto porque sí es cierto se denuncia más, pero los casos denunciados muestran más gravedad.
Y hablando de las instituciones ¿Qué pasa con las instituciones que atienden la violencia de género contra las mujeres?
Primero que no se ponen de acuerdo entre ellas; segundo hacen doble trabajo; tercero el personal es insensible y violentan a las mujeres; cuarto, el personal no tiene experiencia y la ruta para llevar a buen término los casos simplemente no la conocen, no tienen ni idea. Eso, añade, provoca que la gran mayoría de los casos queden en la impunidad, terminan por desgastar a las víctimas usuarias entre vueltas y papeles, la burocracia se impone.
¿Crees que mejorará con el Centro de Justicia para Mujeres?
Abre los ojos y exclama ¡Pues ojalá! En otras entidades ha dado buenos resultados esperemos que pase lo mismo en Oaxaca, sin embargo, el problema empieza con la directora que cree que lo que necesitan las victimas es elevar su autoestima, que las maquillen y les pongan buena ropa…pero no es por ahí, esa no es la solución
¿Cuál es la solución?
Se necesita establecer rutas que lleven a las mujeres a la justicia, con trabajo desde la perspectiva de género, mas recursos y que los recursos asignados se gasten en eso y no en otra cosa.
¿Qué le dices a las mujeres que viven violencia?
Que siempre crean que puede haber otro modo de vivir sin violencia, hay posibilidades de tener una vida diferente, no sé si mejor, pero sí diferente. Y que hay personas que estamos comprometidas, que caminamos con ellas, las acompañamos.