domingo, 12 de mayo de 2013

Mujeres y Política: Ídem



Mujeres y Política
Ídem

Soledad JARQUÍN EDGAR*
Desde que Olimpia de Gouges publicó en septiembre de 1791 la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana han pasado 222 años. Son tal vez los años de las más grandes batallas que las mujeres han emprendido para que se reconozcan sus derechos políticos y con ellos el resto de sus derechos humanos. La lucha de las mexicanas no es más corta aunque apenas se cumplirán 60 años del voto universal, pero igual son casi 200 años desde la primera noticia documentada sobre la demanda de mujeres pidiendo participar en la vida pública y política del país. En Oaxaca, la documentación de estas manifestaciones se registra a principios del siglo XX, es decir, tendríamos que estar conmemorando y reflexionando sobre esos cien años por los derechos políticos de las mujeres.

Por eso resulta inverosímil que en las contiendas políticas del siglo XXI aún haya (muchas más personas de las que creemos) que piensan que el lugar de las mujeres no está en los asuntos públicos ni en la política y se siga negando (o discriminando) a las mujeres de esos derechos políticos: votar, ser votada y ocupar cargos públicos. Si lo pensamos y analizamos bien no estamos hablando solo de una idea vieja, trasnochada sino de algo que lastimosamente prevalece a lo largo del tiempo.

El tema ha sido estudiado con amplitud por feministas y académicas: mayor violencia contra esas mujeres que rompen con el esquema tradicional para incursionar en la esfera pública. En los medios de comunicación, por ejemplo, la vida privada (Rosario Robles), la forma en que visten (Crystal Tovar) o hablan (Xóchitl Gálvez, Sofía Castro y otras más), es decir, son vigiladas con precisión y a la menor equivocación se les cuestiona y exhibe, pero no siempre es por el desempeño de sus labores encomendadas, no. Al final, viven como se dice en la picota. Hay muchos ejemplos a lo largo de los últimos años.

Los partidos políticos, aún los más “avanzados” ideológicamente a favor de las mujeres, rechazaron en buena parte de los últimos 60 años la participación de ellas en los cargos de elección popular (las cifras lo confirman) y cuando se crearon acciones afirmativas para garantizar algún tipo de equidad renacieron las “mañas”, porque lo importante era cumplir con la cuota no hacer que ellas tomaran parte del poder.

Las mañas más frecuentes son: 1) Las mandan a municipios o distritos perdedores para sus partidos políticos, en tanto que los hombres son asegurados en los municipios donde tienen más posibilidades de triunfo.

2) Encabezan las fórmulas para diputaciones (uninominales o plurinominales), luego cuando “ganan” las hacen pedir licencia al tercer día o de plano se presentan ni a tomar protesta para que quien ocupe la curul sea nada más ni nada menos que su suplente: un varón. Todavía en 2010, Oaxaca vivió un episodio de esa naturaleza cuando Bernarda Martínez Santiago, hermana de un funcionario menor de URO, eso sí muy abusivo y abusado, fue “usada” para cumplir con la cuota de género, luego la señora ni siquiera tomó protesta, la mandaron a pasear. De lo que se trataba era hacer diputado a Elías Cortés, un muy mañoso priista que ahora es presidente de la Comisión de Permanente de Gobernación del Congreso local. Bernarda Martínez ni siquiera rindió protesta y cuando reclamó su curul ya no hubo forma de enmendar la plana.

3) También son ubicadas en los cargos de elección popular, utilizando de pretexto las cuotas de género, la parentela femenina, desde las hermanas, esposas, novias, amantes, hijas, cuñadas, primas y ahijadas para conservar el espacio de un determinado grupo político. Solo basta revisar la historia de los últimos congresos, por ejemplo, para dar con los árboles genealógicas de varios perredistas, sobre todo.

Tras esas demostraciones del feminismo y de las estudiosas del género el panorama es clarísimo y cuando vemos a las que “heredaron” los derechos políticos por sangre y no por ser mujeres ni mucho menos políticas por convicción, pienso en la cabeza de Olimpia de Gouges rodando por el piso, bañada en sangre, tras ser guillotinada o en muchas otras que literalmente ofrendaron sus vidas para que otras estén hoy sentadas sin conciencia alguna de género respondiendo al patriarcado, sin cuestionarlo, solo obedeciendo, chistando de ves en cuando para aparentar otra cosa.

También se sabe, se ha documentado y comprobado que los partidos políticos no utilizan para lo que debe ser, los recursos financieros que cada instituto político tiene para incentivar la participación de las mujeres, “capacitar” a sus militantes. Con el debido cuestionamiento sobre ¿por qué a las mujeres habría que prepararlas? ¿acaso la política o el ejercicio del poder público es innato en los hombres? Bueno, tal vez la respuesta es porque existe la necesidad de desprender a las mujeres de algunas creencias del deber ser femenino, como lo ha señalado recientemente Patricia Mercado, directora de Iniciativa SUMA.

Las evidencias entonces nos muestran que está mucho más que arraigada la creencia de que los “huesos” grandes les siguen correspondiendo a los hombres y los más pequeños a las mujeres, con sus muy respetables excepciones.

En la actual contienda política por la presidencia municipal de la capital oaxaqueña, el PRI eligió a un hombre (Javier Villacaña) y desechó el nuevo intento de Patricia Villanueva, curiosamente frente al mismo candidato (Villacaña) que terminó perdiendo la elección en 2001, cuando Gabino Cué fue electo presidente municipal de Oaxaca de Juárez. Cualquiera opinaría que Villacaña busca sacarse la espina o probar que aprendió la lección.

En el PAN también la única mujer que buscó ser candidata o al menos así lo manifestó, la diputada local Marlene Aldeco Reyes Retana, no tuvo mayor asomo en el proceso final y se decidieron por otro candidato varón, Francisco Reyes. Dicho sea de paso, Paco Reyes es calificado como el delfín del actual munícipe, el empresario Luis Ugartechea, quien no entregará buenas cuentas ante los ojos y el sentir de la ciudadanía. Y es muy probable que, a pesar de todo, Paco Reyes sea el abanderado de la coalición Unidos por el Desarrollo de Oaxaca que conforman PAN-PRD-PT (la fórmula que ha funcionado para echar del poder al viejo PRI y ahora buscan repetir con esa idea poco clara y poco creíble del nuevo PRI, estructurado con los priistas de siempre, algo así como ese detergente que según su publicidad deja la ropa como nueva, aunque no sea nueva, una ilusión mediática, o para ser más sofisticados diríamos que esa ilusión es la versión “reloaded” del PRI.

Movimiento Ciudadano también ya destapó a su candidato, el ex priista y diputado de la coalición que gobierna en Oaxaca, Raúl Bolaños Cacho, quien se sintió que era tiempo de cambiar de aires desde la pasada contienda electoral al acotarse las posibilidades cuando llegaron los “bárbaros” istmeños a gobernar Oaxaca y desplazaron a la vallistocracia de la capital oaxaqueña, a la cual pertenece, y que curiosamente volvió con Gabino Cué, apoyado por una nueva generación de coceistas, muy desideologizados por cierto, y de otras organizaciones de “izquierda” que aparecieron para tomar revancha contra los caciques istmeños (Murat y el mixteco-istmeño URO).

En fin, así seguirá la lista de quienes aspiran a ocupar la primera concejalía de Oaxaca Juárez, donde la historia de discriminación política a las mujeres se refleja en que hasta hoy ninguna mujer ha gobernado por la vía de elección, porque aunque sí hay dos presidentas interinas en los tiempos en que Gabino Cué buscaba por primera vez ser gobernador de Oaxaca. Pero estas dos mujeres, Alicia Pesqueira y María Luisa Acevedo, ambas interinas en ese mismo trienio no suman ni siquiera 12 meses al frente del gobierno de Oaxaca de Juárez.

Pero este no es el único caso. Hoy las mujeres del PRI a pesar de que han conseguido que 10 de 25 distritos sean encabezados por mujeres, no ven claro el camino de la paridad en los 153 municipios que se disputaran por la vía de partidos políticos el 7 de julio. Hasta hoy son muy pocas las que han corrido con alguna suerte en ese sentido y se nota algo de desesperación en las dirigentes priistas que hacen uno y otro llamado para que la paridad se refleje en las planillas de concejales y que más mujeres de las que históricamente no han sido postuladas ocupen las primeras concejalías en las planillas que aspiran a gobernar los municipios oaxaqueños. Quién sabe si lo logren, pero las cosas se pondrán bien cuando una sola de ellas se inconforme ante los tribunales apegadas a sus derechos políticos, pero sobre todo a lo que establecen la ley electorales al respecto (Artículo 153 del CIPPEO, por ejemplo).

Pero si estas voces se escuchan de alguna forma en el PRI, en el PAN hay hermetismo y en el PRD algunas de las aspirantes dan la batalla con denuncias ante los medios demandando su lugar en el proceso electoral 2013, incluso las mujeres de todos los partidos, contra todo pronóstico misógino, se han unido en un Pacto por Oaxaca, donde habría que decir, no están todas las que son ni son todas las que están, pero hacen presión, vigilan y esta alianza no se romperá en la medida en que ellas no lo permitan, y en la medida en que asuman su ciudadanía, lo que llevará a romper la hegemonía patriarcal que impera en el mundo de lo público y político local.

El problema fundamental para muchas de ellas es contra quién compiten y cómo compiten. Ahí está el caso de la aspirante del PRD, Melina Hernández, quien busca la candidatura por el distrito 03 de Ixtlán. Su rival político es Azael Santiago Chepi, ex dirigente magisterial, que cargado de dinero –uno de los elementos que más ha corrompido la incipiente democracia mexicana- ha pagado la encuesta. El resultado es lo que ya se sabe: el que paga gana. La intención de Melina Hernández, quien conoce ampliamente su distrito no deja de ser buena y aunque pareciera ingenua, lo cierto es que está descubriendo como se barajea la política, a pesar de todo está dando la batalla por todos los medios posibles y ha buscado que no desechen su aspiración. 

Finalmente, el PRD, partido de izquierda, con una importante base de feministas dentro de sus filas, tendrá la última palabra, que luego suele no ser la mejor. Melina Hernández versus Azael Santiago Chepi es sin duda una especie de David(a) contra Goliat pero en tiempos en que la honda pueda ser favorecida por el viento que soplen los antidemocráticos políticos perredistas. Ojalá le den la oportunidad, porque ella se asume como una candidata sensible a las demandas de las mujeres y preocupada por la condición social de las oaxaqueñas. Dos elementos fundamentales, es mujer y tiene conciencia de género. El problema es Goliat.

La historia de las mujeres políticas que se quedan a medio camino se ha repetido incontables veces, es parte de la realidad que enfrentaron desde las primeras elecciones en la que participaron, como sucedió en Yucatán, Chiapas o San Luis Potosí a principios del siglo XX, donde no les reconocieron sus triunfos o como sigue pasando en Oaxaca –el más notable por conocido es el caso de Eufrosina Cruz, hoy diputada federal-.

La única y gran ventaja con la que cuentan hoy las mujeres que aspiran a una alcaldía o a una diputación local (en este proceso 2013) está en los tribunales electorales, pueden acudir solas o en grupo, pero no deben dudar en hacerlo si se sienten discriminadas por ser mujeres y veremos cómo lo resuelven los tribunales y como señala Patricia Mercado una sola de ellas puede cambiar la historia. La suerte está echada y la definición se dará en breve. A ver qué deciden hacer quienes hoy ostentan la hegemonía patriarcal partidista: seguir con lo mismo de siempre y con lo que eso representa o dar un golpe de timón o, al menos, cumplir con lo que establece la ley y en todo caso no dejarlas solas. (Fotografía tomada para el libro Mujeres de Oaxaca)

@jarquinedgar
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