viernes, 7 de junio de 2013

¿Yo feminista? Rogelia González, lo más importante: concretar los proyectos



¿Yo feminista?
Rogelia González, lo más importante: concretar los proyectos
* Las víctimas de la violencia viven la más grande impunidad

Su mirada se pierde en el tiempo. En su tiempo. El recorrido por su vida está llena de recuerdos de una lucha incansable contra la injusticia, por eso buscó una vía alterna que le apasiona: la política, donde las oportunidades no han sido fáciles. Es Rogelia González Luis tras 30 años de andar esos caminos, refleja cansancio pero no desánimo. Su otra pasión la encontró buscando respuestas a su situación, sobrevivió a muchos tipos de violencia, su propia experiencia la llevó por otro camino alterno: la defensa de los derechos humanos de las mujeres, en específico, el derecho a vivir libres de violencia. Es feminista y concreta anhelos.
Profesora por la Universidad Pedagógica Nacional, Rogelia González Luis, vivió en carne propia las tres más grades discriminaciones: por ser mujer, por ser indígena zapoteca y por provenir de una familia pobre. Sin embargo, estos tres elementos negativos no obraron en su contra, por el contrario la llevaron a emprender una férrea tarea en contra de las desigualdades, la marginación y la discriminación de las mujeres basadas en la supuesta superioridad del hombre.
Desde pequeña supo del trabajo al lado de sus abuelos con quienes se crío. Vendía los tamales de iguana que preparaba la abuela Viridiana López y ayudaba a su tía Juana Luis López Na´gringa en el puesto de tacos. Casada muy joven con el hijo de una “familia acomodada”, Rogelia padeció discriminación por ser indígena y por no pertenecer a la “misma clase social”. Aquella marginación de la que fue objeto marcaron su existencia, esa misma violencia que no le era desconocida, la había vivido en su infancia y en el poco tiempo en que pudo vivir con su padre y su madre en Ciudad Madero, Tamaulipas, hasta donde tuvieron que emigrar. Pero ella no se adaptó a ese cambió y pidió volver con sus abuelos a Juchitán.
Cómo no era una mujer conveniente ante los ojos de la familia de su pareja, éste decidió “devolverla” a la casa de sus abuelos, no había ninguna razón de peso, era un asunto de prejuicios étnicos y sociales.
Tenía frente a sí muchos retos. Era madre soltera y ansiaba prepararse para hacer frente a sus nuevas responsabilidades. Así empezó el periplo para certificar con papeles la vocación que descubrió: enseñar a las niñas y los niños de las comunidades, misma que descubrió años antes cuando con la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) realizó la tarea de alfabetizar mujeres.
Todo ello sucedía en los momentos de la efervescencia política y la acción contra los caciques, los terratenientes, la explotación de los trabajadores y los malos gobiernos que había emprendido la gente a través del movimiento de la COCEI. Ella no tardó en unirse a esa lucha, estuvo en las marchas, los mítines, las huelgas de hambre y fue junto con muchas otras mujeres las que salvaguardaron el palacio municipal frente a las embestidas del PRI-Gobierno que buscaba destituir al primer ayuntamiento popular surgido de la izquierda, al frente estaba Leopoldo de Gyves.
Ahí, en medio de esa lucha, se gestó una nueva Rogelia González Luis, ahora feminista convencida de que era necesaria la igualdad social entre mujeres y hombres y la que había descubierto que esa diferencia se marcaba aún más en la violencia machista.

Un refugio para salvar a las mujeres

A pesar de los obstáculos de quienes pensaban que al formar grupos de mujeres dentro de la COCEI la organización corría el grave riesgo de dividirse en mujeres y hombres, ella continúo su trabajo y finalmente en 1994 fundó, contra viento y marea, el Grupo de Mujeres 8 de Marzo A.C. cuyo nombre en zapoteco es Binizaa Gunaa lu Xhono Gubidxa Bue Riguibashiga.
En poco tiempo, se dio cuenta que las mujeres necesitaban algo más que cursos para aprender oficios y recibir asesoría legal, las mujeres necesitaban un espacio para salvaguardar sus vidas. Ese fue el principio. El final fue la construcción del Centro de Apoyo y Atención de la Mujer Istmeña “Rosario Ibarra” cuya inauguración se realizó en 2001, hoy es uno de los más importantes refugios del país y pertenece a la Red que existe en México.
Rogelia González Luis dice que sin duda los refugios permiten salvar la vida de las mujeres, ahí son protegidas de los violentadores, pero es injusto que ellas sean las que tengan que renunciar a su casa y que sus hijos e hijas dejen de ir a la escuela, y ellos también preguntan por qué están encerrados, porque tienen que hacer todo dentro del refugio, aún cuando sea temporal.
No, me resisto a ello, añade, las mujeres no deberían ser las que tengan que salir de su casa, prácticamente huyendo, el método de intervención tendría que ser de otro modo. Pero mientras eso no cambie, mientras ellas estén en riesgo, cuando las leyes sean aplicadas como debe ser, los refugios seguirán siendo su única alternativa.
Rogelia González, como siempre, viste de juchiteca, no lleva alhajas, invariablemente tiene los labios pintados de rojo y en su mirada algo refleja de su estado de ánimo, está preocupada… afirma que lo que más le duele en el corazón es la impunidad, “la impunidad que hay en relación con las agresiones a las mujeres, una impunidad que es muy grande”.
Son las huellas propias las que llevaron a Rogelia González Luis a mirar desde otro lugar ese dolor y sufrimiento, la falta de alternativas para sus paisanas, esas huellas –explica ella- le abrieron la mente y el corazón para encontrar un camino y una solución para las mujeres. En todos estos años de servicio al frente del CAMI y del Grupo de Mujeres 8 de Marzo, no deja de sentir dolor en cada caso y todavía le duelen los dolores de otras mujeres, “aunque sean ajenos no puedes dejar de sentir frente a la mujer de Chimalapas que ha sido aventada a la lumbre por su pareja y viene con más de medio cuerpo quemado…no puedes hacer como si nada pasara cuando conoces los casos de niñas con discapacidad que son violadas, porque no lo crees y no concibes esas agresiones…”

El feminismo sí cambia la vida

¿Qué dejaste en el camino para concretar tus proyectos que se volvieron colectivos?
Guarda silencio, los ojos se le llenan de lágrimas, piensa unos segundos, la respuesta tarda.
Pienso en Flora Aurelia Reyes González, mi hija que murió en un accidente automovilístico cuando tenía 23 años, este mayo habría cumplido 33, dice secándose las lágrimas.
Luego se repone, mira a la entrevistadora, se concentra, muestra que es una mujer fuerte y apasionada, piensa que lo que hizo es algo que hacen casi todas las mujeres en una sociedad que todavía no quiere resolver…la doble jornada y enfrentar el mundo sola. Entraba y salía, entre mítines, marchas, reuniones, el trabajo político y su trabajo como educadora y siempre la cooperación permanente a otras mujeres… “al final creo que la vida me ha dado mucho y yo se lo he dado al movimiento feminista, a la democracia, no me arrepiento de haber dado ese tiempo, aunque pude compartirlo con mi hija que ya no está”.
Luego sonríe, recuerda a Flora desde pequeña en sus brazos en casi todas las actividades y cuando creció entendía perfectamente el trabajo de su madre y se solidarizaba con ella en las tareas. “Siento que ella entendía mi lucha, mi deseo de cambiar cosas, pero eso no quita que me duela, me duele mucho”.
Yo creo que el feminismo sí cambia la vida de las personas y yo voy a seguir haciendo esto toda mi vida, necesitamos trabajar por las mujeres, por las jóvenes, por las niñas, por la gente más pobre, esa es la visión que falta en la política y a pesar de que falta siguen excluyendo a las mujeres de las candidaturas”.
La reciente decisión de su partido el PRD de excluirla, al igual que a otras militantes de la lista de candidatos plurinominales para dar paso a sus familiares y secretarias, afirma que no le quita el sueño, “tendré que valorar mis prioridades y en ella está en primer lugar mi hija menor, Natalia, a quien quiero acompañar en sus sueños, disfrutarla…”
González Luis apunta que el patriarcado tiene enorme vigencia y sus manifestaciones se pueden observar en la violencia de género y en la exclusión de las mujeres en la vida pública y política. Este último espacio, añade, es como el patrimonio de los varones, su parcela, entonces el patriarcado es cruel con las mujeres.
No importa, muchas mujeres queremos seguir soñando y trabajando por una buena relación entre mujeres y hombres, con las mismas oportunidades para ambos. Yo misma he tenido sueños y los he conseguido, creo que todavía podemos hacer realidad ese anhelo a pesar de que nos siguen excluyendo, marginando y violentando.

Los gobiernos le deben a las mujeres

Por otro lado, sostiene que los gobiernes le siguen debiendo a las mujeres. A veces desde la sociedad civil, como nuestro grupo, hemos hecho más de lo que han realizado los gobiernos estatal o municipales. Nosotras hicimos el CAMI y ahora como regidora de Derechos Humanos en el Cabildo de Juchitán instalamos un fraccionamiento para mujeres jefas de familia, ya estamos gestionando la construcción de vivienda para ellas y sus hijos.
En cambio los partidos políticos y los gobiernos ofrecen mucho pero no hacen mucho. En Juchitán nos ofrecieron un hospital de la mujer, centros comunitarios de apoyo, mastógrafos y equipos para detectar con oportunidad el cáncer cérvico uterino, estamos hablando del bienestar y la vida de las mujeres, pero no lo han hecho, no lo hicieron.
En el país la gente quiere PAZ, con mayúsculas, queremos progreso y queremos garantías reales para cambiar la situación específica de las mujeres, para que no sigan siendo asesinadas, maltratadas, que no tengan que dejar su casa, que la niñez no tenga que sufrir violencia, que no sufran acoso, desempleo, falta de acceso a la educación…es ahí donde vemos que las leyes locales o nacionales, que los instrumentos internacionales se vuelven en México letra muerta.
Por eso hay Rogelia González para rato…