martes, 25 de noviembre de 2014

Palabra de Antígona 25 de noviembre: No a la impunidad

Palabra de Antígona
25 de noviembre: No a la impunidad

Por Sara Lovera

Sucede que en este país hace 40 años descubrimos que los agravios contra las mujeres, violentadas física o psicológicamente, asesinadas por ser mujeres, fue un descubrimiento al que le pusimos nombre: patriarcado.
El patriarcado solo se sostiene en el autoritarismo. Sus expresiones se hallan en la vida de relación cotidiana, en la pareja, en la casa, en los hogares, sin duda. Pero sus efectos van mucho más allá, es la historia de la guerra y el poder: están en el sistema de jerarquías, en el gobierno y en los diferentes niveles del Estado; en donde, cada vez más, se pospone la democracia y la justicia, tras varios siglos de discursos y análisis. Ahí estamos las mujeres.
Un sistema jerárquico y autoritario que no entiende que la violencia contra las mujeres y contra quienes no tienen poder, es un sistema con las más variadas acciones que afecta la vida de relación entre las personas, la democracia y todos los gobiernos. Es ahí, en ese núcleo de poder donde la violencia es un mecanismo para que sobreviva el estado de cosas.
De ahí proviene el mal entendimiento. ¿Por qué habríamos de sorprendernos de que se use la violencia para combatir lo que violenta al sistema? Al sistema lo violenta la movilización de las y los ciudadanos pidiendo cuentas; al sistema lo violenta que haya quienes denuncian la corrupción, la injusticia, el estado de debilidad de quienes deben impartir justicia; lo violenta que no se le obedezca y no se respete a las instituciones que le dan vida y justifica sus horrores; al Estado y sus gobiernos los violenta quienes no se venden por tres mendrugos y quienes lo cuestionan porque piensan.
La marcha de 20 de noviembre es en sí misma, por su expresión, por quienes se reunieron espontáneamente, organizadamente o simplemente, para decir que no soportan que a cada tramo de su vida nadie escuche que se ha llegado a un límite. Encabezado por las madres y los padres, con participantes, como muchos y muchas, que en el camino de la injusticia hemos perdido a nuestros seres queridos, sin que nadie nos responda.
Es muy peligroso para el gobierno no saber ver ni saber oír. Es peligroso que se vuelva a prácticas usadas antaño, crear un ambiente que produzca miedo, que contribuya a poner una cortina de humo sobre la verdadera protesta. Los testaferros del sistema solamente ven a los aguerridos, desesperados, que reaccionan con una violencia proporcionalmente desigual a la que se ha venido soportando por la población. Los autodenominados anarquistas, son un pequeño grupo localizado, ¿Por qué entonces tanta alharaca? Seguramente para tapar la verdadera violencia cotidiana que la ciudadanía sufre, vive, soporta diariamente.

"Los asesores del presidente de la República le están mintiendo". 
Los asesores del presidente de la República le están mintiendo. El tema es que urge una reforma del Estado, por una parte, para rearmar las reglas de convivencia, como propone ahora Cuauhtémoc Cárdenas, que no tiene más armadura que su propia vida y su calidad moral; lo mismo que hizo antes denodadamente Porfirio Muñoz Ledo; otros piden la reforma del Estado de Derecho, eso incluye a sus amigos, que tienen micrófono para distraer; algunos más se revelan con distintas manifestaciones, cartas, quejas, demandas, marchas, gritos y hasta esa terrible equivocación juvenil de los petardos.
Estamos en una situación muy complicada. No es tan simple como dice el Secretario de Gobernación, ni tiene sentido hablar de paz en medio de las diatribas y las mentiras; ni se trata de defender al gobierno apabullado con tanto problema heredado de los múltiples gobiernos de los últimos 70 años; ni se trata de pensar que es necesario “matar” a los violentos o encarcelarlos, se trata de entender qué está pasando. Volver a cerrar la válvula de escape es simplemente posponer lo que ya nadie puede parar.
Los asesores ¿entenderán? Por ejemplo qué significa la revolución de las comunicaciones; sabrán medir, mapear, analizar los efectos de las reformas y quiénes se sienten afectados; sabrán qué significa para las mujeres tener un hijo, verlo crecer, mirar como aprende a comer, como da sus primeros pasos, ¿entenderán que el tema no se resuelve con promesas, detenciones sin explicación? Entenderán los egresados de Harvard, del Instituto Tecnológico de Massachusetts y del ITESO, ¿entenderán algo? los opinadores que no saben la fuerza que una sola madre puede tener para mantener su protesta porque su hijo o hija ha desaparecido.

Además de su falta de entendimiento, tampoco saben historia.

Además de su falta de entendimiento, tampoco saben historia. Es verdad que La Madre, de Gorki es una novela fundada en un proceso que no entendió el Zar de Rusia, y que no entendió Porfirio Díaz, ni entendieron los dictadores de América Latina; no entienden cuál es la liga vital entre una madre y sus hijos, no por subordinada y utilizada situación explotada por los intereses del sistema, sino la madre que como las madres de Plaza de Mayo, pueden protestar cada jueves durante años, con la herida abierta. A ellas no les conformó nada, absolutamente nada ¿sabrán eso en Bucareli?
Recuerdo que las abogadas intelectuales buscaron para las madres de las asesinadas en Cd. Juárez la reparación del daño: ¿reparación? Y hasta le pusieron una cantidad y un culpable: debía pagarlo el Estado o el Gobierno, nada de ello fue suficiente para Marisela Escobedo, que al final fue asesinada porque quería saber si la justicia era posible y el autor del asesinato de su hija iba a pagar. Y quién en medio de tanta bulla recuerda a  Margarita Santizo, quien durante  cinco años buscaba a su hijo, Esteban Morales, un policía federal desaparecido en Michoacán, ella se presentó en un féretro a recordar a las autoridades que su última voluntad era reclamarlo frente a Gobernación. Su cuerpo estuvo ahí, nadie hizo la historia precisa, pero ella nunca pudo perdonar.

Se han preguntado los asesores si es 
posible olvidar.

Se han preguntado los asesores si es posible olvidar. A qué le tiran, a lo de siempre e histórico: que el movimiento amainará en unas cuantas semanas, que la protesta se diluirá, que no haya bronca, que la gente no protestará toda la vida y menos si se la llena de miedo y le presentan directamente a los anarquistas.
De buena fuente estoy enterada, sí hay grupos enviados a aumentar la gresca y el enojo, como aquellos que se confundían con los estudiantes en 1968. ¿Quién y por qué están ahí? Sencillamente porque andan buscando a los culpables, los malos, los violentos, los que efectivamente se equivocan y apoyan al sistema a tener un culpable, pero que finalmente son la expresión del hartazgo, la frustración y la desesperación que se agolpa en el pecho. No entienden que eso no convence a miles.
Por qué, me pregunto, sólo un cronista que yo conozco, ha destacado el tamaño fenomenal de la protesta, su capacidad de tolerancia y su esperanza pacífica, pero entera y mayúscula. De qué habló la marcha, de que la gente está harta, que ha dejado de creer en las patrañas, vengan de donde vengan. Y ahí están devastados e insufribles los políticos armando orquesta y concierto con el discurso oficial. Y muchos que se conocían como de izquierda.  Los “violentos”, sirven para apoyar el olvido, y ahí está  el foco, y ¿lo demás?.
México era uno antes de Ayotzinapa (en Náhuatl: río de calabacitas) y después será otro.  Ayotzinapa, una población del Estado mexicano de Guerrero, conurbada con la ciudad de Tixtla de Guerrero, cabecera del municipio del mismo nombre y sede de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”. El lugar que se volverá imborrable, donde se concentra el odio a la juventud, el deseo de que no exista la pobreza, ni el abandono de más de 12 millones de indígenas mexicanos y mexicanas; el sitio que recuerda que no hay progreso, reformas ni modernidad porque se puede matar de esa manera, desaparecer de esa otra, mantener como si nada la impunidad, dejar un reguero de cenizas en un río, o tenerlos por secuestrados a quienes algunos voceros de siempre pretenden formarles una historia miserable como la que ellos tienen.
El sistema quiere borrar del mapa a quienes protestan desde que Guerrero, sus montañas y su atraso, ha sido cuna de la guerrilla y cuna de la dignidad que cientos, miles, millones de mexicanos y mexicanas han olvidado con tal de un mendrugo porque el hambre, el consumismo y la desventura son parte, dicen, de la condición humana.
Las mujeres tampoco podemos olvidar a las asesinadas sin justicia, ni nos cabe en el alma explicación alguna que no tenga que ver con la voluntad de justicia; no nos convencen, los sabemos históricamente capaces de cualquier cosa para evitar por autoritarismo ser cuestionados. México empieza a ser tierra de nadie, donde cualquier fuego nuevo puede ser el comienzo de otra vida, lo verdaderamente grave será que no podamos evitar otro y otro y otro baño de sangre, contra el que se reveló Antígona.

www.almomento.mx/

INFOGRAFÍAS SOBRE EL FEMINICIDIO EN MEXICO



Infografías del feminicidio en México
Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio






lunes, 24 de noviembre de 2014

Impunidad...

Impunidad…

Laura Susana Chía Pérez
INMUNIDAD CONSTITUCIONAL (Arts. 61, 111, 112, 114 de la CPEUM) Bien soberano que cobija a la IMPUNIDAD.
En México el poder ilimitado de la burocracia convierte la interpretación de la ley en un instrumento de la anarquía, quedando en sus manos toda decisión.
Con la Constitución en una mano y el garrote en la otra.
¿QUE ES EL FUERO CONSTITUCIONAL O INMUNIDAD? 
Es un privilegio conferido a determinados(as) servidores(as) públicos para salvaguardarlos de eventuales acusaciones sin fundamento. (¿?)
Sabías tú que en México existen más de 5,000 servidores públicos investidos de INMUNIDAD CONSTITUCIONAL penal y judicial (antes llamada FUERO CONSTITUCIONAL) comenzando por el presidente (1) y siguiendo por los gobernadores de los estados (31), el Jefe de Gobierno del Distrito federal (1), los presidentes municipales (2,438), jefes delegacionales D.F. (16), los diputados(as) federales (500), los diputados(as) locales (1,136), los senadores (128), los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; los Magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral; los Consejeros de la Judicatura Federal, los Secretarios de Despacho; el Procurador General de la República y el Procurador General de Justicia del Distrito Federal, así como el Consejero Presidente y los Consejeros Electorales del Consejo General del Instituto Federal Electoral (INE) y del IFAI. Todo el aparato ejecutor, legislador y judicial intocable, con garantía de inmunidad constitucional 
¿Por qué? 
¿Para qué?
En países como Italia, esta ley se derogó por considerarla anticonstitucional, fuera de cualquier lógica y sociedades modernas que se precian de democráticas, partiendo de la idea de que en una sociedad con valores democráticos reales nadie debe ser inmune frente a crímenes o ilícitos penales, menos aún un(a) servidor(a) público(a) funcionario(a), por más alto o bajo que sea su rango. Esta situación de la que en México se ha abusado, ha ocasionado que se abra el camino a la impunidad, el rentismo, la corrupción “ilegalizada” la no-responsabilidad de los funcionarios frente a actuaciones culposas, graves, ilícitas o irresponsables –por acción y/o por omisión- y que han afectado a la sociedad en su conjunto al incautarle sus libertades, prerrogativas y derechos humanos, en una palabra, han desbordado al país en una crisis como la que hoy estamos viviendo y no sabemos a donde irá a parar.
¿En un país democrático un(a) gobernante debe tener fuero o INMUNIDAD CONSTITUCIONAL en lo penal y judicial? ¿ Que efecto tiene la inmunidad “fuero” constitucional en lo penal y judicial en la construcción de la democracia? Impunidad, cero rendición de cuentas, violencia, concentración de poder, servidores(as) públicos(as) de impecable apariencia encubriendo conductas propias de un delincuencia experimentada, y no es de extrañar, cuando cuentan con una licencia para (matar y robar) no ser sujetos de la ley –Constitución- durante el tiempo de su gestión gubernamental.
Esto quiere decir, en los hechos así ha sido, que en tanto se desempeñen como servidores públicos, se pueden servir de la función pública como ellos crean conveniente sin ser sujetos de la ley en lo penal y judicial: “Chinto tapa a Chinto”, dice el refrán.
Mientras en las legislaciones locales y federales discuten, sin llegar a concluir, la posibilidad de someter a “juicio político” a –nuevos, viejos y cada vez más sofisticados- delincuentes gobernantes para quitarles “fuero” y someterlos a proceso o juicio penal, como en el caso del alcalde de Iguala que tuvo suficiente tiempo para “huirse”, en las calles crecen las manifestaciones de inconformidad, viniendo –en su mayoría- de jóvenes quienes son golpeados(as), desaparecidos(as), detenidos(as) y sentenciados(as) sin ninguna garantía constitucional que de lugar al debido proceso y esto es una de las graves consecuencias, porque hay otras igual de graves, que genera la INMUNIDAD CONSTITUCIONAL otorgada a un sector de la burocracia.
La INMUNIDAD CONSTITUCIONAL de que gozan ciertos servidores públicos conlleva la impunidad en su actuación, por acción y por omisión, conlleva también a que un puñado de la burocracia de “élite” se tomen las leyes como suyas colocando a millones de ciudadanos(as) mexicanos(as) en una condición de desprotección, maltrato y violencia extrema sin derecho a los derechos humanos fundamentales teniendo –en la letra- una Constitución que es letra muerta en lo concreto en tanto que coloca la INMUNIDAD CONSTITUCIONAL de un grupo de 5,000 servidores(as) públicos(as) aproximadamente por encima de los derechos humanos fundamentales de los millones de ciudadanos que hoy conforman este México profundamente indignado, dolido, maltratado y denigrado. ¡basta!
@suchiap 

domingo, 23 de noviembre de 2014

Mujeres y política El engaño


Mujeres y política
El engaño

Soledad JARQUÍN EDGAR
Telepinos es una empresa de sueños que se ha ido perfeccionando con los años. La quimera principal que construye Telepinos en el actual sexenio es el de la familia feliz y bonita. Como todos los dramas telenoveleros mexicanos -productos de la “escuela” de la gran industria del entretenimiento, creada por Televisa y mal copiados por TvAzteca-, hay buenos y malos.
La parte buena está compuesta por el matrimonio de Peña y Rivera, además de las niñas y el niño Peña Petrelini y las niñas Castro Rivera quienes en armonía comparten la casa oficial. La villanía está integrada por aquellas personas que movidos por el rencor, la envidia y el desamor viven en la desgracia del México real. Pero hay más, ha salido de la boca del propio primer actor quien dice que hay un "afán orquestado por desestabilizar y por oponerse al proyecto de nación".
La novela televisiva empieza con una boda digna de los principados europeos, seguramente le provocamos envidia a la misma soberana de Inglaterra. “La cereza del pastel fue su alianza matrimonial con una actriz de Televisa, Angélica Rivera, quien venía de terminar una exitosísima telenovela de horario estelar en el Canal de las Estrellas, Destilando amor, donde representó a una joven, emprendedora, del pueblo, que se encamina, y obtiene, el éxito a partir de sus virtudes y cualidades de mujer de lucha, popular, pero sobre todo sensible y enamorada como debe ser toda mujer que se precie de ser buena”, como señala la doctora Josefina Hernández, en un artículo publicado en el suplemento Las Caracolas de noviembre, titulado Mujeres en el poder, ¿mujeres espectáculo?. Por cierto, su vida real es como la segunda parte de Destilando amor.
La producción de Telepinos está hoy en uno de los capítulos más dramáticos donde la posesión de una mansión en las Lomas es la manzana de la discordia, de la sospecha de corrupción, un asunto que daña y muerde la ofendida conciencia de los teleespectadores, tras el descubrimiento de un grupo periodístico comandado por una mujer: Carmen Aristegui.
Episodio tras episodio y cumpliendo con los roles de la trama, la novela se enreda más y más, y no hay nada claro. Este teledrama, permite a la teleaudiencia distraerse un poco, olvidar a Ayotzinapa y sus múltiples víctimas y sobre todo a sus victimarios: el sistema político mexicano podrido hasta las patas. Todo se volvió la Gaviota y su mansión de locura.
Hay un episodio protagonizado por Eduardo Sánchez, vocero de la Presidencia, donde confirma que efectivamente la casa blanca, la mansión de la discordia, fue realizada por una constructora que efectúa obras para el gobierno de México, de la misma forma en que lo hizo cuando el actual presidente fungió como gobernador de su estado natal.
Estos hechos ocurrieron en tanto la pareja real, viajaba a China para cumplir con un compromiso presidencial.
A su regreso, en el aeropuerto de México, se desarrolla otro capítulo, el primer protagonista de este drama asegura que será la vocería del gobierno de la República la encargada de dar información precisa sobre el asunto de la casa, propiedad se había dicho de la primera dama-actriz Angélica Rivera. Después, él mismo anuncia que será la propia Rivera quien aclare, porque la casa era de ella y no de él. Recordemos que ahora ya sabemos que se casaron por bienes separados.
Nada, de todos modos todo seguía enredándose hasta que en horario estelar apareció Angélica Rivera interpretando a la Gaviota para defender a su familia, mostrarse indignada porque la villanía y desestabilizadores habían logrado hacerla renunciar de la compraventa de su modesta vivienda de mil 414 metros cuadrados, extensión en la que viven unas 20 familias mexicanas en casas de interés social.
Casa, la casa blanca, por la que ya había dado “un abono” del 30 por ciento de los 54 millones de pesos (unos cuatro millones de dólares) que según la “primera dama” que no es “funcionario público” es el costo pactado de la vivienda de la discordia.
Como haya sido, lo real y grave es lo que parece y que no se explicó en la actuación, ensayada y muy mal montada por Telepinos, para convencer a la villanía mexicana, esa bola de envidiosos que no creen que una actriz puede ganar dinero suficiente para comprarse una casa de 54 millones de pesos o de siete millones de dólares como señaló el avalúo que se envió hacer para la investigación periodística.
Sin duda, este es uno de los temas más comentados en las últimas semanas, desde que apareció la noticia y Telepinos y sus expertos terminaron por convertirla en una tragicomedia y que sus aclaraciones no convencen a nadie. Es una contraparte de la verdadera tragedia nacional el destino incierto que tuvieron los 43 jóvenes estudiantes de la normal rural de Ayotzinpa, en Guerrero.
A río revuelto ganancia de pescadores, quiénes son los pescadores, yo veo dos, el presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca y el ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, quienes ya pasaron a un tercer plano, atrás del imaginario colectivo y sin hacer casi nada para lograrlo, el asunto de los dimes y diretes acabó con la carta enviada por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a la dirigencia del perredismo, el partido que sí quedó claro, está al borde del del abismo, pero deslindado en mucho de lo sucedido en Guerrero.
La problemática le creció de manera natural a Enrique Peña Nieto, el non querido, quien como ya sabemos reacciona tarde en este caso y en todo ¿y su gabinete? ¿y sus estrategas? ¿cuánto dinero pagamos para mantener a los ineficientes? Porque al final Ayotzinapa revela el tamaño de la podredumbre, el grado de infiltración de la delincuencia y cómo se mezcla con el narcotráfico y la nula, escasa, ínfima respuesta de las autoridades.
El nuestro es el país de la impunidad y no el de Angélica en el País de las Maravillas, y lo que exigen las familias de los 43 estudiantes y de otras miles de familias agraviadas a lo largo de la última década, donde hubo alternancia en el gobierno, lo que quiere la gente es justicia para sus víctimas, encontrar a sus hijas e hijos, extraídos por la fuerza de sus vidas y de quienes nada se sabe o cómo en el caso de los normalistas la agresión ordenada presuntamente por la autoridad municipal, ejecutada por policías y por delincuentes, grupos paramilitares contratados por el narcotráfico.
México quiere justicia y paz. Pero Peña Nieto y sus estrategas siguen enredando las cosas. En 1968 fue un guante blanco la señal para que soldados vestidos de civil dispararan contra la multitud en Tlatelolco. En 2014 son encapuchados, personas disfrazadas de anarcos los supuestos victimarios del pueblo. En Telepinos las cosas están mal. Ya nadie cree y remontar eso a dos años de gobierno es una tarea de titanes y esos no están en el gabinete del presidente.
@jarquinedgar



jueves, 20 de noviembre de 2014

Palabra de Antígona Con un nudo en la garganta



Palabra de Antígona
Con un nudo en la garganta

Por Sara Lovera

En los años sesenta, mi generación levantada primero en un conjunto de huelgas obreras y luego en el Movimiento Estudiantil Democrático de 1968, vivía la convicción de que agentes judiciales, llamados de “la secreta”, se confundían como estudiantes en las manifestaciones y eran enviados por los grupos en contradicción dentro del poder.
¿Cuál poder? El que amasaban secretarios de Estado, empresarios, caciques de toda clase. Hacía gala lo acumulado contra un supuesto amasijo de pobres o militantes identificados como enemigos del sistema como establecía el Plan Marshall: en suma el comunismo que podría comerse a la niñez y arrasar con todas las libertades y convicciones del capitalismo liberal, de los individuos. Hoy han pasado 25 años desde la caída del Muro de Berlín y todo indicaba que ya nadie jamás podría atentar contra el sistema.
Mucho tiempo supimos que tal vez vivíamos las maldades de una estrategia desde “arriba” para poder identificar a quienes querían derrocar al gobierno. Fue el tiempo de la represión “selectiva”, del hartazgo contra todas las formas del autoritarismo. De la violencia sexual con dedicatoria. Hoy sabemos que la violencia contra las mujeres está en todas partes sin justicia.
Las universidades, el politécnico y la juventud, se decía, eran el blanco de esa lucha por el poder. Y esa juventud -yo incluida- era idealista, con valores y militante sin temores; así nos lanzamos por las más intrincadas veredas y experimentos, en busca de un mundo mejor, democrático, socialista, amplio y equilibrado.
La guerrilla, el feminismo, la protesta, las huelgas de hambre, fueron el signo de esos tiempos y la respuesta fue la guerra sucia, desatada en las zonas urbanas y rurales, en las montañas de Guerrero, entre otras. Así, la búsqueda de las y los desaparecidos se convirtió en un rostro femenino, de madres que encabezó doña Rosario Ibarra de Piedra. Las “doñas” como les llamamos, quienes apostaron con su entereza y valentía a una justicia siempre pospuesta; sus luchas  transcurrieron al mismo tiempo que nosotras, feministas, le poníamos hechos y nombre a la discriminación, a la violencia  y a la desigualdad femenina, en un ambiente de machos, muy machos, de la montaña a los despachos de ministros.
Hoy, hay mucha historia que contar, muchos y muchas caídas, encarcelamientos y heridas profundas. Pero esa historia también está llena de esperanza y creaciones muy diversas de la canción de protesta al teatro callejero; de la denuncia a la construcción de proyectos. Del sentimiento de exclusión al cuerpo académico de género. De ahí surgieron y se aclararon las traídas y llevadas políticas públicas; de los escombros brotaron enormes contingentes renovados hasta la inauguración del sistema de partidos y la famosa transición a la democracia.
Nadie, hasta entonces, se ocultaba tras una capucha. Íbamos tras un sueño. Llenamos nuestra cabeza de sabias palabras, de héroes reales y guerrilleros asesinados como Ernesto “Ché” Guevara; leíamos a Marx, a Mandel, a Revueltas, a Lenin, a Trosky, a Sartre, a Simone de Beauvoir, a Kate Millett, a Carla Lonzi y escupimos sobre Hegel.
Fue así como decretamos la muerte de la Revolución Mexicana y aceptamos el análisis de todos los Arnoldos Córdova de la época. Por eso Susana Vidales y Antonieta Rascón nos sorprendieron con sus indagaciones sobre las feministas de la Revolución Mexicana y nos topamos sin querer con las liberales con las que coincidimos en la demanda del aborto legal, el voto real y la libre opción sexual.
Pero nunca, nunca, justificamos la violencia como un mecanismo para lograr nuestra libertad. Por eso la crisis que hoy vivimos después de las miles, quizá 60 mil, ejecuciones del calderonismo; las más de 22 mil desapariciones reconocidas oficialmente y el feminicidio como el fenómeno más inhóspito de nuestro transcurrir como humanas. Nuestra herida  es tan profunda que hoy tras admitirla, es necesario desenredarla.
Por eso no queríamos esa, la violencia, así fuera simulada y aparentemente admisible, de los primeros anuncios del nuevo zapatismo; nunca imaginamos que la transición a la democracia dejara tanta sangre en el camino y menos pensamos en toparnos en cada recodo del camino con los criminales del narcotráfico y la estrategia para enfrentarlos.
Por eso esta crisis es tan irracional y confusa. Tan triste porque otra vez ahí están la esposa de un policía, la madre de un estudiante, la compañera de un militante por defender su tierra; ahí están las mujeres en su lucha por la igualdad y los girones de llanto y desesperación porque nadie atina como componer, enderezar la ausencia sistemática del estado de derecho arrasado por la irracionalidad y nos asombra la incapacidad del aparato para enfrentar a los delincuentes de todas las clases y niveles que se han tomado nuestra casa.
Ahí están las cuentas: explosivo es querer construir un camino, una presa, una reforma en la educación, un plan futuro para crecer. Algo sucedió muy terrible, a pesar de todas las identificaciones posibles que dan cuerpo a los Derechos Humanos estampados en los primeros párrafos de la Constitución.
Hay una enorme masa que no cree en nada. Es urgente hacerse cargo, sin parafernalia. Urge reconocer que ahí está el acumulado que se ve como una olla exprés a punto de explotar y lanzar a todo lo alto los frijoles sobre el techo de nuestras cocinas.
Imposible aceptar, admitir los horrores que esconde Ayotzinapa, los pendientes de Acteal, las violaciones no resueltas de Atenco, las tzetzales violadas en Altamirano, Chiapas, todos los escenarios semejantes a Aguas Blancas, los pendientes de las asesinadas en Ciudad Juárez, la lista enorme de periodistas caídos y las más de 500 agresiones a informadores e informadoras sólo este año; en fin, ahí están  los rescoldos de la guerrilla, que no aceptamos, pero que es realmente existente y vive como una marca de la injusticia milenaria.
La crisis de hoy es distinta. Sí hubo, claro, asaltos y secuestros, procesos que llamamos de expropiación sin afectar a terceros. Las mujeres fuimos conformando un cuerpo de conocimientos y respuestas a lo que identificamos claramente como la opresión de las mujeres; le pusimos nombre correcto a la desigualdad, ahora llamada de género, tímidamente fuimos adentrándonos en las coordenadas de la violencia contra las mujeres e identificamos autoritarismo con desigualdad e injusticia contra la mitad de la población, toda y contra las y los excluidos del campo y la ciudad
Ahí está la crisis a un solo tiempo de gobernabilidad, de credibilidad, de una economía devastada y los millones de mexicanos y mexicanas marginados y expulsados de un bienestar inaccesible y quimérico.
Ya no podemos gritar que es mejor hacer el amor que la guerra, ni podemos impunemente ocultar lo que nos acosa y nos determina. No creo en la solución que se busca en las alturas del poder y en cambio me da mucha rabia que ese camino que se abrió en los años sesenta haya caído en el fango y la simulación. Vean nada más a los partidos de izquierda, de derecha, al PRI.
Hoy tenemos que admitir que en esta tierra la vida no vale nada, ni de las mil 800 asesinadas al año, en mayoría a manos de sus queridos esposos, amantes, ex maridos y machos, y los 43 jóvenes normalistas cuya vida se deshizo en un instante bajo fuego y el fango, porque simplemente no hay un mecanismo de rendición de cuentas ni una cadena de justicia y se nos fue de las manos la ilusión por la democracia.
Vuelvo a oír horrorizada a los pregoneros de siempre, anticomunistas e insulsos; a ver como se transcurre sin profundizar, a comentaristas carentes de capacidad analítica y a esos  encapuchados que queman la puerta Mariana del Palacio Nacional y otro montón de edificios cuya acción podría justificar lo que se conoce como uso legítimo de la fuerza. Un dintel hacia el precipicio. ¡Cuidado¡ que nosotras lo sufriremos y los estamos viviendo en otra latitud y profundidad como se ha demostrado al desmontar los horrores de la guerra, en cualquier lugar.