lunes, 28 de septiembre de 2015

Derecho a decidir: 28 de septiembre día por la despenalización del aborto en América Latina

LEGISLADORAS Y LEGISLADORES DEL ESTADO DE OAXACA:

Como cada 28 de septiembre, a raíz del V Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, en Oaxaca y en todo el mundo conmemoramos el Día por la Despenalización del Aborto. Este 2015 se cumplen 25 años con la misma exigencia a quienes tienen la obligación de legislar para evitar que en el mundo muchas mujeres sigan muriendo, sean encarceladas y se les condene a una maternidad obligada que limita sus posibilidades de vida.
Ante la omisión de sus actos, les responsabilizamos de que en Oaxaca las mujeres sigamos siendo ciudadanas de segunda, pues en la capital del país desde 2007 las mujeres pueden acceder de manera libre y voluntaria a la interrupción legal del embarazo bajo diversas causales -resultado de una larga lucha del movimiento feminista-. En ese sentido, reclamamos transitar de ser criminalizadas a ser ciudadanas plenas.
Les recordamos que somos las mujeres quienes les hemos puesto en la posición de poder en la que ahora se encuentran, por ello, les demandamos que en un acto de justicia tomen en cuenta las voces y exigencias de quienes tenemos derecho a decidir. Sabemos por experiencia que la despenalización del aborto bajo cualquier circunstancia no representa para ustedes ningún beneficio económico y por el contrario se ven afectadas sus relaciones, alianzas  e intereses políticos y religiosos que contribuyen a perpetuar sus privilegios en el lugar que ahora ustedes ostentan; sin embargo, como cada año, seguimos apelando a su sentido ético, para que, sin pensar que es un favor, hagan lo que les corresponde.
Como sabrán, señores y señoras legisladoras, en Oaxaca el aborto clandestino representa la cuarta causa de muerte entre adolescentes y jóvenes, se registran 11 mil 500 abortos clandestinos al año (sso), por lo que continuar ocultando lo que sucede todos los días no resuelve nada. Mientras ustedes desatienden la magnitud del problema, miles de mujeres siguen muriendo cada día por esta causa.
Si bien es cierto, el aborto representa un problema de salud pública -por el índice de muerte y por las consecuencias que tiene en la vida de las mujeres al no contar con las condiciones mínimas para garantizar la salud- también se trata de un asunto de derechos humanos fundamentales, su prohibición atenta a los principios de justicia social y democracia, porque está ligado al ejercicio de una maternidad voluntaria y a la autodeterminación de la propia vida.
Les informamos que desde nuestros diferentes espacios las mujeres seguiremos reivindicando nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, seguiremos defendiendo  un estado laico, libre de cualquier injerencia de grupos conservadores que traten de imponer sus valores basados en prejuicios misóginos. Rechazamos emitir un voto más a los partidos políticos que continúan criminalizando a las mujeres y que solo nos utilizan como capital político para llegar a las curules y legislar a favor de quienes ya de por sí tienen privilegios.
Finalmente, demandamos a organizaciones sociales no gubernamentales que continúen  poniendo el tema del aborto en sus agendas políticas, que expongan el problema en debates públicos; insistimos a la sociedad civil que se informe para opinar de manera responsable en este tema, debemos saber que legislar a favor no obliga a nadie a abortar, que su prohibición obedece al control de los cuerpos y conciencia de las mujeres. Reivindicamos una maternidad libre, elegida y consciente.

¡Maternidades elegidas y sociedades justas!
¡Abortar es decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida!
¡Aborto libre y seguro para no morir!
¡Por la despenalización del aborto en todo el país!
 ¡Alto a la criminalización de las mujeres por abortar!
¡Por la vida y libertad de las mujeres!

ATENTAMENTE
Red Mujeres Tejiendo Saberes


Colectiva Feminista Mujeres Lilas.
Circulo de Lectura Por nosotras mismas.
AMMOR Tlaxiaco.
Redefine Oaxaca.
Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos, Ddeser Oaxaca.
Servicios del Pueblo Mixe A.C.
Educar sin Violencia A.C.
 Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca A.C.
Colectivo Bolivariano Oaxaca.
 Nuevas Estrategias de Comunicación AC.
Agencia para el Adelanto de las Mujeres SC.
Luna del Sur A.C. 
Asesoría Integral y Litigios Estratégico a Pueblos Originarios A. C ASER –LITIGIO
Letra Verde A.C.
Cafex SA DE CV.
Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.
Nueve Lunas.
Red Nacional Católica de Jóvenes por el Derecho a Decidir.
Católicas por el Derecho a Decidir A.C
Mujeres Sembrando Esperanzas.
Red de Jóvenes  por la  Pluralidad, Justicia e Interculturalidad (REJPJI)
Colectiva Feminismo Comunitario Tejido Oaxaca.
Iniciativa para el Desarrollo de la Mujer Oaxaqueña AC (IDEMO).
Voces Juveniles Indígenas.
Red Oaxaqueña de Mujeres Jóvenes Trenzando Saberes.
Colectiva Cuerpa Autónoma - Por la vida de las mujeres (Bolivia).
El Cantor.
Instituto de Comunicación y Cultura Oaxaca SC.
Oaxaca Times  (periódico cultural trimestral).
Palabra Radio, colectivo de mujeres radialistas.
Grupo de Estudios Sobre la Mujer, Rosario Castellanos A.C.
Asamblea de Mujeres Indígenas (AMIO).
Educa A.C.
Surco A.C.
Colectivo Mujer Nueva.


domingo, 27 de septiembre de 2015

Mujeres y Política Las desaparecidas, los 43



Soledad Jarquín Edgar
La desaparición de jóvenes estudiantes en México tiene una larga y dolorosa historia, décadas de lo mismo. Este fin de semana se cumplió un año de la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos, los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero.  
A diferencia de otros ataques y atentados contra jóvenes en otros momentos de la historia, ninguno había estado documentado desde el primer momento y ninguno había tenido el alcance mediático que tuvo Ayotzinapa. Recordemos que de México 68 la información a lo largo de sus primeros 40 años se vertió gota a gota. Sin embargo, nada hay de claro sobre el destino de los jóvenes estudiantes de Guerrero, solo tenemos claro que se cometió un crimen.
En este caso lo que ha operado es la desinformación que desde las propias instituciones gubernamentales se ha generado, una manipulación de datos, hechos y dichos, y que por diversas razones se caen del imaginario colectivo en un tris, cuando surge la otra verdad.
Ayotzinapa marca un antes y un después para Enrique Peña Nieto. El antes fue remar contra la corriente que no creyó en una elección legítima. Un antes que auguraba la vuelta al cacicazgo priista y una autoritarismo “blando” desde los Pinos. Un antes donde los baños de sangre seguían manchando pisos y paredes a lo largo y ancho del territorio mexicano.
Un antes que intentaba demostrar que este era un “nuevo” gobierno, que los 12 años fuera del poder los había cambiado, que eran otros, que se trataba de un priismo renovado, lo mismo pero más barato, dirían algunas voces, y los muchos ojos y dedos que no dejan de seguir cada paso, cada instante de Peña, con la misma intención de no perderse de ninguna palabra o movimiento. Era ese mensaje de “te estamos viendo” que la ciudadanía a través de las redes sociales lleva de manera puntual y que provocó que el joven presidente rompiera en muy poco tiempo esa especie de record de pifias que ahora se le cuentan a los mandatarios.
Pero Ayotzinapa, la desaparición de los 43 estudiantes, le dio una vuelta completa a la tuerca del andamiaje del gobierno, que hasta entonces había echado a andar la maquinaria de los grandes medios para presionar y luego “celebrar” las grandes reformas legislativas con toda esa gama de calificativos que se emitieron.
Sin embargo, lo sucedido la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, y los desatinos de las autoridades precipitaron al gobierno hacia un verdadero “despeñadero”, ese donde la credibilidad no funciona y donde la realidad resulta contraria al discurso político. De ahí los resultados adversos a lo sucedido con otros mandatarios, a Peña la cuerda se le había acabado antes de entrar al tercer año de gobierno y pese a su eslogan de campaña del informe hay pocas esperanzas para creer en lo que promete: “entramos a esta segunda mitad con muchas ganas y más fuerza”.
Pero al margen del desastre que políticamente ha representado para Peña, la desgracia de Ayotzinapa pone sobre la mesa que el Estado mexicano no es garante de la seguridad, menos aún de la juventud históricamente agraviada, como sucede en este caso, por el solo hecho de ser diferentes y por tener un origen distinto, una discriminación de origen. Jóvenes, que como ya habíamos dicho, proceden de esa cadena odiosa que produce la pobreza que le debemos a la corrupción terminal que padece México y que llevó a expresar en algún momento una frase que resulta lapidaria: México es una fábrica de pobres.
Las historias de vida de cada uno de estos muchachos, que aspiraban a ser maestros rurales, revela la carencia de oportunidades construidas desde los escalones más altos de las propias instituciones, donde los privilegios solo alcanzan al poder, generación tras generación y sexenio tras sexenio.
Lo de Ayotzinapa volvió a poner en las calles la voz de miles de personas que se sienten agraviadas, en especial la voz de la juventud, cobijados por la intelectualidad del país, que cercaron el dolor de las familias, los huérfanos verdaderos de esta tragedia que hoy tras un año, el gobierno sigue sin poder explicar, pero que nos deja claro que el nuestro es un sistema político “guiado” por el narcopoder, ese sistema que hoy en la televisión abierta se proyecta como “benefactor” a través de melodramas, telenovelas y la producción de “noticias” sobre la vida y la obra de los narcos que operan en el país.
Ayotzinapa reveló la capacidad que la juventud universitaria tiene para salir a la calle y a todas las plazas del país para manifestarse por la desaparición de los 43…lo que lamentablemente no ha sucedido con las mujeres.
Por las mujeres, víctimas de la narcopolítica que las vende como carne, como dice Norma Reyes Terán, nadie o casi nadie ha salido a la calle. Todos los días en los diarios locales, a través de las redes sociales y en pocos noticieros de televisión, se habla, se dice, se cuenta que en México desaparecen las mujeres a puños.
Lo que impera en este caso es el silencio. ¿Dónde están? Es la pregunta que cada día se hacen las familias, familias cuyas fuerzas parecen desvanecerse frente a la falta de respuestas, la nula actividad de las instancias responsables de investigar este delito y sobre ellas hay temor, un temor permanente porque de su movilidad depende de la vida de sus hijas.
No hay estado del país que escape a este doloroso problema que ha crecido y sigue sin llevarnos a la calle al menos un día de cada mes para solidarizarnos con esas familias. En Chihuahua las madres de las desaparecidas y asesinadas hicieron visible el problema hace más de dos décadas, hicieron que se movieran algunos, pero otros siguieron postrados sobre la misma silla de la corrupción. Las mujeres de Ciudad Juárez obligaron a realizar investigaciones y llevaron a México ante las instancias de justicia internacionales. Pero el problema persiste, sigue, oculto tras la violencia del narcopoder.
De la mano del feminicidio, camina en silencio y casi de forma invisible la desaparición de las mujeres, que por si fuera poco está atravesada por el prejuicio y la incompetencia de las llamadas policías investigadoras.
Sabemos que algunos municipios de Tlaxcala eran el nido de enganchadores que desaparecían a mujeres jóvenes para ponerlas como carne en el mercado de la prostitución, la trata. Problema que todo indica se ha extendido dolorosamente al vecino estado de Puebla. En el estado de México las familias viven un grito ahogado, como revelan los testimonios de las familias que por su cuenta y riesgo se movilizan.
Recién la revista electrónica Contralínea (http://goo.gl/GuUupI) revela en su investigación periodística titulada: Más de 7 mil desaparecidas en México, cómo este delito se ha incrementado de forma inconcebible en los últimos dos sexenios, es decir, los seis años de Felipe Calderón con tres mil 144 casos, y menos de tres años, tres mil 725 casos en los tres años de gobierno de Enrique Peña Nieto. Significa que en lo que va del sexenio hay el doble de mujeres desaparecidas comparado con su antecesor.
Detrás de estas 7 mil desaparecidas hay una mujer, generalmente joven, a veces una niña y mujeres adultas, pero también hay una familia que espera su regreso y que lucha denodadamente porque ese milagro se produzca, y resulta un milagro frente a la reiterada corrupción y omisión que priva en las corporaciones policiacas, en las procuradurías.
Las preguntas que me hago son ¿cómo pueden operar estas bandas de tratantes de mujeres con tanta impunidad? ¿Quién les facilita el tránsito y operación? ¿Cómo hacemos para generalizar la idea de los jóvenes, los varones, para rechazar la prostitución?  ¿Quién facilita en cada localidad y en cada municipio la instalación de servicios de prostitución desde catálogos hasta en la calle? ¿Quién supervisa los hoteles de todas las categorías y gustos donde se ejerce la prostitución? ¿Quiénes se llevan los moches? ¿Cómo cambiar los estereotipos que sostienen que las mujeres son objetos sexuales? ¿Cómo educar a esta sociedad doblemoralista que se asusta por una cosa pero permite y calla frente a la otra?.
Este fin de semana se cumplió un año de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa; pero también ya son ocho años desde que un día salieron de su casa Virginia y Daniela Ortiz en la zona triqui y nadie sabe dónde están.
Pero no son lamentablemente los únicos casos, de acuerdo con los datos del portal de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca, se han reportado en la capital oaxaqueña otros y la suma de estos alarma: ocho años de ausencia de Eloina Zárate Ventura; se van a cumplir cuatro años desde que fue vista por última vez Maydelith Sulem Carmona Favián; un año y un mes de ausencia de Italia Leah Quiroz Aceves, de 13 años de edad; más de un año desde la ausencia de Karen Trejo Triana; ya son más de dos años desde que desapareció Meiyli Aquino de 15 años; Daria López López, de 25 años de quien no se supo más desde hace casi tres años cuando desapareció de la puerta del aeropuerto ubicado en eso que llaman la zona metropolitana, y Paula  Concepción Moreno Gómez quien en febrero cumplirá cinco años desaparecida.
Además de que desde hace cinco meses nada se sabe de Valeria Vásquez Santiago desaparecida en el municipio de Tlacolula; va a cumplir un año de la ausencia de Selene Torres Becerril, en una comunidad de la Costa; un año también desde que no Esperanza Fabián Martínez, en una comunidad de Miahuatlán; también nadie sabe nada de Violeta López León de 16 años desaparecida en Putla de Guerrero; en Salina Cruz desapareció hace mas de dos años Sagrario del Carmen Salazar Lucero de 17 años; ya son casi cinco años desde que nadie sabe de Isis Itandehui Canché Barajas de 25 años en Tuxtepec.
Sin duda, apenas unos cuantos casos de mujeres desaparecidas por quienes la PGJEO ha colocado un anuncio en su página web, pero no más. Hay un letargo en la burocracia que encabeza el procurador Joaquín Carrillo Ruiz y claro deberían estar prendidos los focos rojos en la capital oaxaqueña, donde hay que hacer mucho, pero mucho trabajo y es, como en todo lo que tiene que ver con las mujeres, un asunto de voluntad política.
En el palacio del estado donde gobierna el desgobierno de Gabino Cué, no hay políticas públicas contra la violencia, no hay interés alguno, lo que sí existe es el protagonismo de algunas funcionarias y legisladoras empecinadas en seguir sus carreras políticas a costa de todo, incluso de las propias mujeres.
Esa falta de interés permea y es mal ejemplo para los gobiernos municipales. Necesario recordar a Javier Villacaña Jiménez que deberá tomar el toro por los cuernos. La trata está en sus calles, que además de bonitas, rescatadas y alumbradas requiere algo más.
@jarquinedgar


domingo, 20 de septiembre de 2015

Mujeres y Política 20 años después




Soledad Jarquín Edgar
En septiembre de 1995 se realizó en Beijing la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, a la distancia de veinte años sin duda esta reunión de miles de mujeres, dos de cada tres eran activistas, marcó cambios sustanciales e importantes, gracias a la construcción de una Declaración y Plataforma de Acción que puso sobre la mesa doce temas fundamentales, problemática y, claro, también estrategias de acción para cerrar las brechas de la desigualdad económica, social, política, cultural y otras, con medidas que debían emprenderse tanto por los gobiernos (en los planos internacional y nacional), como también la sociedad.
La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, hoy, de acuerdo con ONUMujeres, fueron los puntos de coincidencia, en esa diversidad de ideas que llegaron de casi todo el mundo, porque de manera previa, se habían hecho ejercicios para analizar y como dicen arrastrar el lápiz hasta llegar a plantear doce temas fundamentales, pero sobre todo los análisis que mostraban el piso disparejo que enfrentaban y siguen enfrentando en su día a día las mujeres.
Veinte años después, la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing siguen permeando el quehacer del feminismo. Aunque no es general que se haga desde las instituciones de género y desde los gobiernos. Aunado a ello, hoy el mundo tiene nuevos y difíciles retos, como la violencia generalizada, más visible que antes, que se traduce en ataques contra las mujeres más allá del ámbito de lo privado, como la indeseable trata y comercio sexual de mujeres, y la constante, pero hoy más crítica situación migratoria que es proporcionalmente igual entre mujeres y hombres, pero que se vive de manera distinta por ser hombres o mujeres, porque de nueva cuenta se reduce a las mujeres en objetos cuyos cuerpos pueden ser tomados, como dictan las leyes no escritas del patriarcado.
Sería injusto decir que nada ha cambiado, lo cierto es que tras Beijing hubo un gran impulso que favoreció que muchas mujeres tomaran conciencia de sus derechos, que pelearan por ellos y se abrieron nuevos espacios que antes les estaban prohibidos increíblemente en las postrimerías del siglo XX, a veces con graves consecuencias para ellas.
Porque una cualidad del feminismo ha sido mostrar que no basta la capacidad de las mujeres sino que también es necesario que la otra mitad entienda que las mujeres tienen derechos. También el feminismo hace posible que muchas tengan una nueva perspectiva de su condición de mujeres y ha propuesto, además, como una exigencia vigente que las mujeres que acceden al poder al menos entiendan y reconozcan las dificultades de las otras, lo que no siempre sucede.
Sería escandaloso asegurar, como hay quienes se atreven a hacerlo, que las mujeres estamos “del otro lado del río” y que tenemos constitucionalmente todos los derechos en México y otros países, que las excepciones son pocas. Sin embargo, en tanto los derechos no sean hechos concretos en la vida de las mujeres tendremos que decir que estamos en el camino, que en ocasiones damos vueltas en círculo por decisiones mal tomadas y por tanto llegamos al mismo punto de partida. Decisiones que se toman a veces desde los mecanismos para la igualdad, en otras desde los gobiernos y también desde quienes hacen las leyes e imparten justicia, que siguen viendo a las mujeres como “la otra” parte y no como parte de.
Hay avances fundamentales como la ley que dice que las mujeres tenemos derecho a vivir libres de violencia y que la violencia contra las mujeres es un delito. Otro ejemplo es la paridad. Ambas tienen enfrente un sendero empinado construido por las ideas anquilosadas y muy conservadoras que sostienen que el lugar de las mujeres está fuera del ámbito público. En ese querer ir para adelante, hay quienes meten reversa, lo que se traduce en trampas que cavan a favor de la desigualdad, como el reconocimiento del producto antes de nacer o como sucedió en Oaxaca donde la paridad “efectiva”, al menos en el papel, se podrá aplicar en 2016 en 152 municipios de los 570 que componen la división política estatal; es decir, en 418 municipios la participación paritaria quedará al arbitrio de las asambleas, dominio de hombres, por cierto.
En todos estos años hay un cambio generacional, no todas las mujeres perciben la desigualdad porque ya fueron a la escuela, porque pueden acceder al trabajo, porque hacen tareas que antes solo eran permitidas a los hombres, porque ganan dinero y toman decisiones sobre qué hacer con sus vidas sin pedir permiso a nadie.
Jóvenes que no siempre perciben que otras siguen en condiciones de desigualdad, que ganan menos que los hombres, que sufren acoso sexual en la escuela o en el trabajo, otras simplemente no son candidatas de un ascenso o, como ya se planteó antes, muchas de ellas no aceptan el tan anhelo ascenso porque deben responder a su mandato de género de ser madres y responsables de su hogar antes que otra cosa
Lo cierto es que el feminismo es una teoría política humana, científica y filosófica que no ha quitado el dedo del renglón desde hace más de 300 años demostrando que vivimos en un mundo diferente para unos y para otras, donde las otras no tienen el mismo valor. El feminismo ha horadado las Ciencias Sociales, sin duda que sí. Pero aún sigue sin encontrar la herramienta que penetre las instituciones de gobierno ni hemos hecho posible que algunas de las tomadoras de decisiones dejen de perder el piso ni se mimeticen con el poder, al menos para no perder trechos avanzados o para no avanzar en reversa como claramente sucede en algunos casos.
Hay que reconocer en suma que algo o mucho cambió, depende del lugar donde se vive, que no todo es línea recta, que hemos dado varias vueltas en círculos y como consecuencia hemos llegado al mismo lugar, como sucede en esa negación permanente de perder el poder, de seguir con ese proceso de dominación sobre las mujeres, hombres patriarcales que ni se enteran que el feminismo plantea una sociedad distinta a la actual, una sociedad donde mujeres y hombres seamos iguales, no sólo como lo señala la constitución también en la vida cotidiana.
Así como hay gobernantes que no ven la desigualdad que marca la pobreza creciente, hay hombres en el poder que ni enterados están de lo que las mujeres han planteado históricamente, han normalizado la supuesta supremacía varonil, de ahí que sea común para ellos que las mujeres vayan detrás, que les pidan permiso para acceder a lo que tienen derecho.
Y sí, fue hace más de veinte años cuando en México, Sara Lovera andaba de pueblo en pueblo para que periodistas, mujeres y hombres, nos diéramos cuenta de la profunda desigualdad que se vivía en los medios de comunicación, entonces las redes sociales eran incipientes, en ese entonces se creyó que ese espacio nos daría una posibilidad distinta, pero no fue así, se trasladó el mismo esquema patriarcal y en ocasiones es sumamente grotesco.
Después de Beijing, conocimos de manera inmediata la Plataforma de Acción y en específico el Capítulo J: La Mujer y los medios de difusión, considerando que estos contribuirían al adelanto de las mujeres.Tres aspectos fundamentales se planteaban: a) las mujeres no están representadas de manera equilibrada en los medios y por tanto no hay una correspondencia con la realidad; b) las imágenes de las mujeres responden a estereotipos de género, y c) hay una degradación de la imagen de las mujeres en los medios de comunicación.
¿Qué ha pasado veinte años después? Seguimos haciendo la misma pregunta: ¿Dónde están las mujeres? Y agregamos otra ¿Cómo estamos representadas las mujeres en los medios de comunicación? Beijing impulsó entonces estudios locales, nacionales e internaciones. Hoy tenemos respuestas y no solo generalidades: Podríamos decir que hoy más que entonces las mujeres están en los medios de comunicación, pero alcanzar la igualdad requerirá al menos 40 años de trabajo permanente. Es decir, seguimos sin una representación equilibrada.
Una de las razones es esa estructura informativa que sigue vigente y que define qué es y qué no es noticia, con base en quién tiene el poder. Y como ya sabemos que el poder político-económico-cultural no es compartido con las mujeres tendremos una respuesta precisa.
Aunque no podemos omitir que las mujeres o alguna clase de mujeres está representada en los medios, más allá de aquellas mujeres-objeto que la televisión, sobre todo la televisión, sigue utilizando para marcar lo que debe ser y lo que no debe ser una mujer de acuerdo con los cánones del patriarcado. Esto nos ayuda a entender cómo estamos representadas las mujeres.
Lo otro que es cierto es que desde hace varias décadas, quizá poco antes de Beijing, la comunicación-información se ha feminizado, pero las decisiones aún no están en manos de las mujeres, de ahí que sigamos haciendo la misma pregunta. Cierto, el hecho de que cada vez más mujeres sean dueñas, directoras, empresarias o hagan la información-comunicación no nos llevará de facto a cambiar los contenidos ni la representación de las mujeres en esos contenidos.
Por otro lado, quienes opinan –expresiones consideradas de gran valor, la neta del planeta-  son mayoritariamente hombres a quienes poco les importa la desigualdad en la que viven millones de mujeres. Las noticias se siguen jerarquizando bajo el dominio de quienes tienen el poder y las mujeres son reducidas a cuestiones que corresponden a los mandatos de género, sin duda un reflejo parcial de la realidad, considerando que hoy las mujeres están en casi todos, por no decir todos los ámbitos y quehaceres de la vida, en mayor o menor medida.
Además, sigue permeando las consabidas imágenes de mujeres-objeto, cuerpos sexuados que utiliza invariablemente la publicidad destinada curiosamente a “las consumidoras” y que contribuyen a normalizar la violencia de género, en específico contra las mujeres. Las telenovelas son factores fundamentales, por su fácil acceso, a profundizar en la desigualdad. Eso sin contar el lenguaje que es el primer escalón de la invisiblidad. Así que en tanto los dramas de la televisión dictan comportamientos violentos y de subordinación, las primeras planas de los diarios impresos, los portales no muestran el quehacer de las mujeres. No digamos de la radio, donde es todavía mayor la inexistencia de las mujeres. Hace unos días escuchaba un anuncio que decía algo así como: “acuda a la medico especialista”.
Falta mucho por hacer, estamos en ese principio de claridad para una porción de las y los hacedores de noticia, hay intentos por mejorar los contenidos de la comunicación-información, pero “es normal” que los grandes medios nos siguen recetando la misma historia cada día, como dicen las expertas en esta materia, un reflejo sesgado y machista de la realidad.
Hoy tenemos un reto fundamental frente a la violencia generalizada que incluso, de manera voluntaria o involuntaria, ha ocultado “la otra” realidad. Incluso resulta difícil hacer los planteamientos sin que ello involucre a quienes toman las decisiones, entre quienes imparten justicia, entre quienes tienen la responsabilidad de cerrar las brechas desde las instituciones y cuyas malas acciones se desbordan escandalosamente y que muchas veces se trata de mujeres.
Cuestiones que son inocultables, imposibles de omitir, porque quienes informan no son tomadores de dictado, también hacen cuestionamientos, también investigan, como nos decía Sara Lovera hace más de 20 años y que hoy resulta de lo más novedoso en el periodismo llamado de investigación, por paradójico que nos parezca, como tampoco se pueden justificar las malas prácticas gubernamentales que siguen zanjando brechas entre mujeres y hombres, bastaría con leer con cuidado y entender los planteamientos que hace veinte años quedaron inscritos en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing.
Si hablamos de ética informativa y de ética en comunicación tenemos que mostrar la realidad de hombres y mujeres, tal cual, no de manera parcial, porque entonces estaremos faltando a uno de los preceptos fundamentales: la veracidad, los hechos concretos y lo que resulte de la investigación. Ni más ni menos.

@jarquinedgar