domingo, 5 de julio de 2015

Mujeres y política Paridad sin paridad no es paridad



Soledad JARQUÍN EDGAR
Todavía no alcanzo a entender el “trabajo” a medias que en materia de paridad ha realizado la LXII Legislatura local, lo cual dicen quienes saben leer el “cuadernito de reglas no escritas” tiene que ver con la víspera de la elección de un nuevo gobierno, donde las manos largas se estiran para alcanzar un hueso con quienes vengan o ya de perdis una “compensación” millonaria, como aseguran sucedió con la aprobación de la deuda pública por dos mil 400 millones de pesos.
No alcanzo a entender el cinismo de las y los diputados que legislaron la paridad sin paridad, como le hemos llamado a la reforma, en específico del artículo 113, en lo que resultó una exhibición digna de la comedia de las carpas de los años treinta en México.
Una presidenta de la mesa directiva, Leslie Jiménez Valencia, que hace magia y de dos propuestas saca cuatro de la chistera, pero además muestra tener serias deficiencias. ¡Magaza!
Otra del PAN, como la anterior, Alejandra García Morlan que hace un ejercicio de falta de memoria y muestra cómo además puede ubicarse fuera del espacio-tiempo, tomarse la atribución del yo soy porque soy, desconociendo el pasado.
El tercer acto lo encabeza otro panista, Adolfo García Morales, cuya intervención revela cuán introyectado es el machismo en su formación como persona, y lo es a tal grado que no se da cuenta, le sale natural. Un discurso molesto, anquilosado, aposcaguado. Quien al final, voto a favor de la propuesta que no pasó para que se garantizará la paridad en los 570 municipios de Oaxaca.
Del mismo modo que la misoginia brota de otro Alejandro pero de apellido Avilés, del PRI, el que compraba las medias a sus hermanas de color sangre de pichón o ala de mosca, recuerdo que aún tiene en su memoria y que comenta como ejemplo de lo solidario que fue con sus hermanas y que, por tanto, lo sería con el resto de las mujeres…
Solo que al término de la sesión, Alejandro Avilés, conocido por otras villanías, habría sido quien envío a sus porros-guaruras a apedrear a las feministas que exigían paridad en los 570 municipios justo en el momento en que emprendían la retirada, luego de reventar una veintena de huevos en la puerta del Congreso local. ¡Ah, bárbaras!
En suma y tras tres horas de hacerse literalmente bolas ante los desatinos de la Mesa Directiva y otros yerros que afloraron en el jardín de San Raymundo Jalpan y que dejan entrever que son 43 y no 42 las y los diputados locales, considerando la intervención tenaz y activa del hombre de la Lira que no de la Rosa, y todo ¿por qué?
Había nerviosismo. Suponían que el asunto de la paridad estaba planchado. El tránsito difícil sería lo demás, la aprobación de la deuda para quedar bien con el patrón Gabino Cué; pero sobre todo la reforma política, como reducir de cinco a tres años la residencia de quien busque gobernar Oaxaca para quedar bien con el otro patrón, el innombrable. ¡Satanás! Como dice nuestra amiga la muy destacada periodista María de los Ángeles Fernández Mondragón.
El espectáculo de la carpa número 62 consumó para muchas mujeres un acto de discriminación y exclusión, como pomposamente se llama al racismo hoy en día, justo cuando en este país el 3 de julio se cumplieron 60 años cuando las ciudadanas de aquel entonces votaron por primera vez en una elección federal.
No hay hasta este momento razón alguna para creer lo que creen las diputadas y diputados de haber cumplido con su mandato. No, porque al excluir a las mujeres de las municipalidades donde se rigen por los sistemas normativos internos, antes denominados como de usos y costumbres, volvieron a cometer el error de mantener la hegemonía patriarcal del comunitarismo.
Ahora resulta que en Oaxaca hay mujeres con todos los derechos, al menos escritos, y mujeres con menos derechos, quienes tendrán que seguir regateando ante los tribunales electorales la posibilidad de ser parte de la vida política de sus ayuntamientos, porque serán sujetas, de acuerdo con la reforma, de las obligaciones comunitarias establecidas en los sistemas normativos internos. Una historia reciente y muy repetida en el caso de Oaxaca.
Las obligaciones comunitarias son cargos que se traducen en ataduras impuestas por el comunitarismo, ya que muchos de estos son inaccesibles para las mujeres de acuerdo a la construcción social –y de paso a los intereses caciquiles- que indica lo propio para las mujeres y determina lo correcto para los hombres.
El Pacto de Mujeres por la Paridad, rumbo al 2016 había hecho, desde meses antes una propuesta de paridad horizontal y vertical, había cabildeado con los diputados y diputadas locales, pero la contraparte, es decir los representantes del comunitarismo habían también hecho su propuesta, señalando que esta paridad horizontal y vertical podría ocasionar problemas en las comunidades porque las mujeres en algunos de estos municipios ni siquiera gozan del derecho de votar por sus autoridades municipales, vigente en este país desde 1948, por sus autoridades federales aprobado en 1953 y por sus autoridades estatales en 1956.
Detener la participación de las mujeres es antidemocrático y eso es lo que confirmaron las y los diputados dela LXII Legislatura, exceptuando a la bancada del PRD, al diputado Manuel Pérez Morales del PSD y al panista Adolfo García.
Pero el negrito en el arroz fue el legislador de sangre priista de abolengo pero convenientemente perredista Jaime Bolaños Cacho Guzmán, a cuyo pariente eligieron el 3 de julio de 1955 las mujeres y los hombres de Oaxaca como su diputado, me refiero a la histórica elección donde por primera vez las mujeres salieron a las urnas.
Este mismo diputado Bolaños Cacho se había comprometido a respaldar la propuesta de las integrantes del Pacto, lo mismo que otros diputados que al final le dieron la espalda. Pero minutos antes de la votación, el neo-perredista se acercó al grupo de mujeres del pacto para enseñarles que ya estaba todo listo y de su teléfono celular mostró un mensaje enviado por la titular del IMO, Anabel López Jiménez, con una propuesta diferente, la que excluyó a 417 municipios de un total de 570 de la paridad horizontal y vertical.
No hubo poder humano que cambiara el destino de las mujeres, al menos en este trabajo mal planteado de legisladores oaxaqueños, quienes tendrán que enmendar la plana desde la misma constitución hasta en las leyes secundarias o darán mucho trabajo a los tribunales electorales. Amén de que la tan cacareada reforma político-electoral tiene otros indicios de inconstitucionalidad que no todas las personas están dispuestas a dejar pasar, aunque haya sido orden de los patrones de Oaxaca: Gabino Cué y José Murat.
El fluir de la información oficial es parte del espectáculo de carpa. Yo no sé si algunas o algunos funcionarios piensan que quienes se enteran a través de la prensa sufren algún tipo de retraso mental. Tal es el caso de la titular del IMO que en la prensa califica la reforma al 113 constitucional “perfectible, falto contundencia y precisión, pero con elementos para continuar construyendo” (aplausos) y, lo que es peor, confirma que: “En los municipios de partidos políticos habita el sesenta y dos punto por ciento de la población y eso es un avance”.
Perdón ¿me perdí de algo?  Lo que la funcionaria quiso decir es que no importa lo que suceda con el otro 38 por ciento de la población que vive en los municipios que eligen a sus autoridades por sistemas normativos internos. ¿Avance? Ese tipo de avance, a pedacitos, por poquitos…es el que tiene a las mujeres en esta zanja de la desigualdad de la cual, habría que decirlo, se beneficia la titular del IMO. De verdad la nota periodística es una joya, una trampa para la funcionaria que se exhibe en todo sentido, usted la puede consultar en http://m.rioaxaca.com/estado/123-politica/95512-reforma-politica-con-una-paridad-a-medias-imo-

@jarquinedgar