jueves, 15 de octubre de 2015

Caracolas, 18 años después


Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
Sobre el papel de estas páginas hay muchas historias escritas, cantidad de análisis feministas, noticias que tienen que ver con las mujeres. Muchas horas de día y otras de desvelos.
 ¿Se puede entender el mundo sólo desde una mirada? No, eso me dijeron, lo pensé y entendí. La nuestra es una sociedad basada en supuestos construidos desde hace miles de años, “desde que el hombre es hombre”, plantearía el patriarcado desde su objetividad, por cierto “la objetividad es el nombre que da la sociedad patriarcal a la subjetividad masculina”, señaló hace muchos años  la poeta y activista Adrienne Rich. La mirada solo del varón que se rompe a través de los laberintos del feminismo que no acaba de crearse, que evoluciona, que se transforma en la búsqueda permanente de construir un mundo igualitario, un mundo mejor.
Hace apenas poco tiempo se hace visible el mundo de las mujeres, porque las mujeres también tomaron la palabra y la escritura, a veces con su nombre, a veces con el nombre de los otros y a veces con un nombre distinto al suyo porque por muchos años la palabra les estaba prohibida.
Su palabra muchas veces vituperada, criticada, como reclamaba esa mujer que tomó la palabra cuando le era prohibida: Christine de Pizan
Las Caracolas es una hija de esas mujeres. Una hija pequeña que alcanza 18 años, donde se escriben renglones necesarios para dar paso a ideas, a pensamientos, a propuestas, a sus anhelos.
Es una ciudadana que tiene vida y que ha crecido bajo la sombra y, a la vez, a la luz de El Imparcial, ese abuelo de letras que la cobija. Caracolas tiene su libertad, se hace humana.
Las Caracolas pueden ser un barco de papel periódico que surcó un océano de aguas de un solo color, entre millones de letras, que como peces van y vienen, se devoran entre si. Es un barco de papel periódico que pregona una voz, la tuya.
Las frases que esas palabras forman son sus venas donde corre la tinta y su corazón está formado por las ideas feministas, la sombra de un árbol de hojas de papel, la sombra de una sombrilla de papel que sirve para cubrirse del Sol a veces abrazador.
Caracolas es un río de voces que exige todo menos silencio y aún con su silencio vocifera, grita, reclama el lugar de las que al tomar la palabra rompieron la marca de la prudencia y rechazan la tolerancia.
Todos los derechos para todas las mujeres, es una premisa a partir de la cual se escribe para las mujeres, para leerse, para reconocerse.
Las palabras son pequeños engranes, todos necesarios, todos elementales en la construcción de la visibilidad de alguna parte de las mujeres; a través de una filosofía: el feminismo. Lejos de los prejuicios contra los que alguna vez se declaró Mary Wollstonecraf, la autora de Vindicación, donde abogaba por su sexo y por ella misma, por la independencia como bendición de la vida.
Una libertad que ya conocimos, que ya pisamos y de la cual no nos iremos, como sostiene Amelia Varcárcel.

Las Caracolas llegaron con esa ola, ese tsunami de palabras, de voces que quieren ser escuchadas, leídas y reescritas porque aunque son innegables los avances, el cruce de caminos, la apertura de las puertas, lo cierto es que aún no hay igualdad, no hay pisos parejos ni techos sin cristales. Esta vigente el feminismo y con ello, aunque parezca que han pasado muchos años, es actual este espacio, las caracolas de mar por donde siguen escapándose los rumores cada vez más fuertes de las mujeres que creen en la posibilidad de un mundo diferente, más libre, menos opresivo, sin discriminación ni condicionamientos para las mujeres.

Arquitectas: Más allá de la construcción de destinos


·      * Arquitectura, la profesión desde las mujeres

Soledad Jarquín Edgar, corresponsal
Detrás de una escuela, un edificio, una casa, una carretera, hospitales y clínicas están ellas, son arquitectas que no se inmutan ante las alturas, los andamios, las escaleras de madera, el lodazal que produce el cemento y el agua, saben lidiar con chalanes, albañiles, maestros de obra, pintores de brocha gorda, plomeros, herreros y electricistas.
Son profesionales de una carrera universitaria cuya matrícula femenina oscila en el país entre el 33 y 35 por ciento, pero ellas apenas tuvieron entre dos y cinco compañeras, eran aulas llenas de hombres cuando estudiaron en la década de los ochenta, noventa y más recientemente en el primer decenio del nuevo siglo.
La primera arquitecta titulada en México fue María Luisa Dehesa y Gómez Farías, veracruzana que nació en 1912 y que concluyó su carrera en 1937 en la Escuela Nacional de Arquitectura, institución que tiene 105 años de haber sido creada. Sin embargo, la historia en Oaxaca tiene la mitad de esos años, apenas 55, la primera egresada fue la arquitecta Aurora de la Huerta Pérez quien presentó su examen profesional en agosto de 1975, cuando defendió su tesis Museo de Arte Popular.
Para las arquitectas, todas ellas integrantes del Colegio Libre e Independiente de Arquitectos de Oaxaca, su ingreso a esta carrera se realizó sin mayor contratiempo ni asombro para nadie,  en su memoria están sus celebres maestras: Dora Cecilia Aceves, Adriana Ricárdez, María Elena Báez, Andrea Amador y Rosalba de la Huerta, sus antecesoras inmediatas.
En entrevista Verónica Díaz Carballido, Gloria Lambarria Gopar, Concepción González  y Ramírez, María de la Luz León Morales, Heidi Pérez Islas, Fabiola Gutiérrez Mendoza y Claudia Guadalupe Ruiz Pérez, hablan de su desarrollo profesional y cómo su ser mujer permea su desarrollo.
Escuela y trabajo
Lambarria Gopar es la única que egresó de la Universidad Regional del Sureste  (URSE) en 1988, actualmente está por obtener el grado de doctora en Protección del Patrimonio Cultural y Desarrollo Turístico Sostenible.
Su deseo de juventud era ser pintora pero su abuela le dijo que no, que esa no era una profesión para señoritas. Entonces su segunda opción fue Diseño Industrial pero no quiso vivir fuera de Oaxaca y la carrera más afín le pareció Arquitectura.
Su vida profesional inició en un despacho que montó con su esposo, también arquitecto, desde el cual hicieron trabajos de diseño gráfico para la difusión institucional de programas, hasta que aparecieron los primeros diseñadores gráficos. Además se desarrolló durante algún tiempo en la construcción de obra privada y un buen día encontró lo que sería hasta la actualidad, maestra de tiempo completo de la Escuela de Arquitectura de la URSE, donde también es investigadora. Desde ahí siguió estudiando y desvelándose, algo que se queda en la memoria de su cuerpo desde que era estudiante.
Verónica Díaz Carballido egresó de la Facultad de Arquitectura 5 de Mayo, también de la UABJO, en 1993. A ella le apasiona la construcción, donde está inmersa desde que era estudiante en el despacho de su maestro Luciano Audelo, de quien dice aprendió a darse a respetar con los trabajadores con los que ha estado en cientos de obras desde casas habitación hasta carreteras, no sólo en Oaxaca también en una gran cantidad de entidades del país.
Recuerda que la primera vez que estuvo en una obra la mandaron a tomar la lista de los trabajadores, quienes irreverentes le empezaron a gritar “secretaria”. Su jefe la llamó para pedirle que se diera a respetar y así lo hizo: “señores no soy secretaria, soy arquitecta y soy su jefa”.
Fabiola Gutiérrez Mendoza también egresó de la Facultad de Arquitectura 5 de Mayo en 1995, ella cuenta que su principal problema ha sido compaginar la vida profesional con la familia, porque se casó tan pronto terminó la escuela.
Las jornadas laborales eran intensan, sin horario de salida lo que le puso frente a ella la disyuntiva de dejar su trabajo ante las exigencias de su pareja y la crianza de su pequeña hija. “Pero pensé en lo difícil que había sido estudiar y todo el esfuerzo que había hecho”, optó entonces por emprender su propia empresa constructora.
Heidi Pérez Islas, que egresó en el año 2000, también se enfrentó a muchas dificultades por su condición de género, todo lo cual ha sabido sortear, sus proyectos arquitectónicos están en una enorme cantidad de obras tanto privadas como públicas y actualmente se especializa en el campo legal de la arquitectura.
Concepción González y Ramírez concluyó sus estudios en 2004, también en 5 de Mayo. Es maestra en la Escuela de Arquitectura de Ciudad Universitaria de la UABJO y en el Instituto Tecnológico de Oaxaca, actividad docente que compagina con su trabajo en la Secretaría de Salud. Aunque ha tenido otros ofrecimientos de trabajo sostiene que no puede restar tiempo a su familia y menos aún a su pequeño hijo de dos años.
María de la Luz León Morales egresó en 2006 de la Escuela de Arquitectura CU, en medio de un conflicto político social que afectó toda la industria en Oaxaca, aún así se aventuró como empresaria de acabados de cantera y decoración inmobiliaria, entre sus obras recientes destaca la remodelación de un hotel al sur de la ciudad y como otras de sus compañeras pasó las duras y las maduras con el personal de construcción.
Claudia Guadalupe Ruiz Pérez es la más joven de todas, egresó en 2008, su mayor problema fue encontrar un buen trabajo sin que ello le significara otra clase de favores ante sus jefes y otras personas. También está inmersa en la construcción privada y comparte su tiempo, mas recientemente, trabajando en la Secretaría de las Infraestructuras del gobierno estatal.
Aunque todas han estado al frente de una obra en algún momento de sus vidas, Gloria Lambarria Gopar y María de la Luz León Morales optaron por el lado académico; al menos cinco son dueñas de sus propias empresas constructoras y dos combinan la construcción con una empresa inmobiliaria.
Mamá canguro
Dos de las entrevistadas tuvieron hijos en tanto estudiaban. La arquitecta Lambarria Gopar y la arquitecta Pérez Islas, en el primer caso la red familiar fue fundamental y en el segundo tuvo que dejar la escuela al menos temporalmente. Cuando volvió su hija asistió a clases durante tres meses y hoy está próxima a concluir la carrera de arquitectura siguiendo el ejemplo de su madre.
La arquitectura es una profesión difícil, exige mucho tiempo frente al escritorio y mucho tiempo en la obra para que las cosas se hagan bien, lo que implica tener menos tiempo disponible para “atender” a la familia, más aún cuando estás estudiando, como refiere Pérez Islas al recordar dos hechos que le parecieron muy terribles. El primero ocurrió cuando siendo estudiante disponía solo de las noches para cumplir con sus trabajos universitarios, su niña despertó cuando ella preparaba su tarea de Expresión Arquitectónica, por lo que le dio unos plumones para que se entretuviera, pero la niña se pintó piernas, brazos, cara que no se podían quitar, de ahí que al día siguiente las maestras le reprocharan su descuido.
La segunda vez ocurrió cuando ya siendo profesional debía entregar un trabajo porque estaban en el cierre de año y de es dependía que le pagaran a la empresa para la que trabajaba, su hijo enfermó de neumonía.  El médico del IMSS molesto por la condición del niño la cuestionó: ¿Señora por qué trabaja? Inquirió el médico. Ella se sorprendió ante la pregunta y nada pudo decir frente al siguiente cuestionamiento del galeno ¿No la mantiene su marido? ¿Qué le falta, un refrigerador, una lavadora…?
Aunado a las dificultades que enfrentan para cumplir con sus roles de género, algunas, incluso, han enfrentado acoso sexual, otro de los obstáculos más comunes que llevan a las mujeres a tomar decisiones como es el hecho de trabajar por su cuenta y no en empresas o instituciones donde los jefes hombres creen que pueden tocarlas o hacerles proposiciones de tipo sexual.
El acoso sexual que no es reconocidas por todas, puso a estas mujeres frente a una realidad que hasta entonces les era ajena y que supieron sortear con carácter. Suponen que no vamos a defendernos, confía una de ellas.
Entre andamios y albañiles
Es usual que sus subalternos sean hombres, sin embargo, también han tenido, aunque pocas veces, albañilas, pintoras, plomeras  y chalanas, “todas son buenísimas para los acabados, los detalles y sobre todo son muy limpias en su trabajo”, coinciden Verónica Díaz Carballido y Heidi Pérez Islas.
De una u otra manera, las arquitectas han enfrentado momentos difíciles con el personal. Todas consideran que el carácter es fundamental para aplacar los ánimos de los trabajadores que todavía encuentran difícil tener enfrente a una mujer, una profesionista que además les da órdenes de trabajo.
El machismo es un asunto común entre los trabajadores de la construcción, reconocen las arquitectas.
A María de la Luz León Morales no solo le pasaron los botes de cemento en la cara en su primer día en una obra, en lo que sin duda fue un claro acto intimidatorio, sino que después se confió y le robaron sus herramientas de trabajo, con el tiempo aprendió a no dejarse de nadie.
Heidi Pérez Islas relata que ella acostumbraba a hablarles suavecito y muy decentemente, hasta que se encontró con un pintor, quien solo la miraba tras recibir la orden y no respondía, al final hacía poco caso de las recomendaciones de su jefa. La actitud del pintor puso en riesgo el pago de más de dos mil 500 metros cuadrados de obra, así que al día siguiente llegó, se llenó de coraje –dice ella- vio al hombre y le dijo que hiciera las cosas como ella le había indicado y que si no le gustaba que se fuera a la...
Verónica Díaz Carballido también aprendió sobre la marcha y tras la burla de los albañiles que la llamaban secretaria, recibió la orden de correr a todos aquellos que no le hicieran caso o que faltara a trabajar y así lo hizo, solo que en una ocasión su jefe le comentó que para la próxima los corriera hasta después del colado.
Cero mil amores
Como mujeres las arquitectas refieren que ponen en práctica un sentido que no tiene que ver con al fidelidad sino con el respeto. Y es que aseguran los maestros de obra son bastante “ojo alegres”, de ahí que sea muy común que pronto se enganchen con mujeres, muchas de ellas sus proveedoras de comida.
Sin embargo, coinciden en que ellas exigen respeto. Todo lo que quieran hacer en otra parte, les dicen, porque muchas veces es la misma cuadrilla con la que trabajamos por años, conocemos a sus esposas, vemos crecer a sus hijos e hijas, entonces no nos parece que hagan eso que sí se les permite cuando su jefe es un hombre, porque muchas veces ni siquiera ven anormal que lleven mujeres. Lo mejor, aseguran las entrevistadas, es que los albañiles les hacen caso y aprenden a respetar su lugar de trabajo.
El techo de cristal
Su condición de mujeres, profesionistas y madres, en algunos casos, contribuye a no aceptar determinados trabajos en instituciones públicas, lo que consideran es una de las razones por las cuales hasta hoy pocas mujeres han accedido a puestos directivos. Aunque explican que si ha habido nombramientos en instituciones del gobierno municipal no ha sido el caso dentro del gobierno estatal.
Un cargo de esa naturaleza, explica Pérez Islas representa estar de tiempo completo, además de enfrentarse a las críticas morbosos sobre el por qué de un ascenso de esa naturaleza como ha ocurrido con las pocas mujeres que han accedido al poder.
En ese sentido, tanto Gloria Lambarria como Concepción González y Ramírez destacan las posibilidades que si pueden tener en la docencia, su trabajo está sujeto a horarios establecidos, hay posibilidades de ascenso, crecimiento intelectual y con más posibilidades para atender a la familia.
Un acabado diferente
En la construcción, especialmente de viviendas, las arquitectas coinciden en que los clientes, hombres y mujeres, quedan satisfechos y han comentado que “se nota que fue una mujer quien dirigió la obra”, porque los espacios tienen dimensiones menos ajustadas, “nosotras pensamos en cosas que los hombres no conciben”, dicen.
Aunado a ello, están seguras que las mujeres también ofrecen un resultado más humanitario, como sostiene Claudia Guadalupe Ruiz Pérez, o como señala la Fabiola Gutiérrez Mendoza “hay que ponerse en los zapatos de quien va ocupar esa vivienda”.
Por otra parte, es sintomático que estas profesionistas se resistan a concursar por obras públicas, el gobierno no te paga a tiempo y a veces no paga, o te exigen el diezmo o el moche.
Arquitecta mixe
Las dimensiones sociales de la arquitectura permean en Oaxaca. El pasado mes de junio, Marisol Ambrosio Martínez presentó su examen profesional, con la tesis Centro de Difusión cultural y Estudios Antropológicos de la Nación Mixe.
Por primera vez en la historia de esta carrera universitaria en México, una estudiante presentó su trabajo profesional tanto en castellano como en su lengua materna, el mixe. Originaria de Tamazulapam del Espíritu Santo, Marisol Ambrosio refiere en su tesis los temas de la cosmovisión de la etnia Mixe y las técnicas de producción de adobe para la construcción.

¿Yo feminista? Ximena Avellaneda


Es preciso renovar el feminismo
*Hemos avanzado pero no es suficiente, hay todavía un largo camino por andar

Soledad JARQUÍN EDGAR
Ximena Avellaneda Díaz es una de las personas que conforman el Grupo de Estudios sobre la Mujer “Rosario Castellanos”, a su llegada a Oaxaca a finales de los noventa se integró a este grupo de trabajo, donde ha ocupado diversos cargos, entre ellos el de Presidenta. El GESMujer está por cumplir en estos días 38 años de existencia y en su camino ha cambiado la vida de cientos de mujeres.
Durante muchos años, allá en la calle de Constitución, en el corazón de la capital oaxaqueña, entre las buganvilias y las plantas de grandes hojas y paredes color ladrillo, el GESMujer era todo para las mujeres: asesoría jurídica y sicológica; año con año, mes con mes, todos los miércoles se imparten pláticas al público interesado, generalmente mujeres en todos los temas que tienen que ver con la vida de las personas, con sus derechos y las realidades;  desde un tiempo para acá, en esta asociación civil, conformada como tal el 22 de febrero de 1990, impulsa los liderazgos y la formación académica de oaxaqueñas, a través del Fondo de Becas Guadalupe Musalem.
Ahí, en ese camino largo de casi cuatro décadas, al menos casi treinta años han estado marcados por la genio y la figura de Ximena Avellaneda, quien nació en Colombia, se formó profesionalmente en su país de origen como Psicóloga  y en los Estados Unidos obtuvo una Maestría en Psicología Educativa, pero fue aquí, en México, donde entendió que al trabajo y en particular con las mujeres indígenas, había que hacerlo con la visión de género “que le da esa comprensión más amplia, mas humana para situar y entender la condición de triple opresión de las mujeres como mujeres, como indígenas y como pobres dentro de nuestros contextos culturales”.
Sí soy feminista, dice esta mujer con esa apariencia apacible, de sonrisa tranquilizadora. He aprendido a lo largo de los años y de muchos años de trabajo con mujeres que la perspectiva de equidad de género constituye un arma excepcional para poder comprender la situación de las mujeres en cualquier contexto social.
En 1989, Ximena Avellaneda Díaz fue invitada a participar en el Rosario Castellanos por Beatriz González Lobato, con quien trabajaba en una instancia gubernamental de asistencia a las mujeres denominado Pinmude. Así empezó a interesarse en los temas sobre feminismo que se discutían en las casas particulares de cada una de ellas o asistía al Foro Juan Rulfo en la calle de Independencia cada semana, incluso todavía participó en el Foro de la Mujer un programa radiofónico que transmitían por Radio Universidad.
Mi participación  y aportes eran desde mi experiencia en trabajo con mujeres indígenas por más de 10 años en esa entonces. De igual manera participé en las sesiones de autoconciencia y reflexión alrededor de lecturas que las compañeras más versadas y con experiencia en la temática feminista nos guiaban, como eran Margarita Dalton y Guadalupe Musalem. Otras compañeras no contábamos con formación formal, pero a través de estas reuniones íbamos aprendiendo y desarrollando nuestra conciencia feminista.  Las compañeras del Colectivo de Boston, una organización norteamericana, nos visitaban con frecuencia, fueron fundamentales en este proceso, revela Ximena Avellaneda quien refiere que la formación feminista la llevó a leer “desde luego a Rosario Castellanos, que era nuestra gran inspiración hasta El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir, cuyo impacto fue revelador en su vida.
Pero además de Dalton y de Musalem, quien falleció en 1995, Ximena Avellaneda recuerda las enseñanzas de otras mujeres que en un largo proceso de aprendizaje contribuyeron a su autoformación, entre ellas, Martha Lamas, Marcela Lagarde, Patricia Mercado, Sara Lovera y muchas más. Pero de manea especial recuerda a Mari Carmen Elu, “quien fue la persona que me comprometió de por vida con la causa del derecho a la maternidad segura y libre y a la que he dedicado gran parte de mi trabajo posterior”.
La de Ximena Avellaneda es una vida que inició en los años cuarenta en Bogotá, Colombia, al lado de una hermana mayor que era casi su gemela pues solo las separaban 10 meses de diferencia. Niñas que fueron “muy mimadas y cuidadas”.
Se nos estimuló siempre el estudio, el destacarnos como mujeres profesionistas, viajar, aprender idiomas aún en épocas donde nuestras congéneres vivían realidades diferentes. Se nos inculcó el valor de las mujeres y la importancia de darnos a respetar en un mundo de un machismo muy fuerte y donde las niñas “bien” estaban predestinadas a un matrimonio conveniente, al lado de un hombre que te hiciera una mujer decente y que se encaminaba a engendrar hijos rápidamente.
A los 16 años decidí participar en un intercambio internacional contando siempre con el apoyo familiar. Fui la primera mujer joven en mi ciudad que participó por un año en un intercambio internacional, donde viví con una familia norteamericana. Esta experiencia me marcó de diversas maneras, expandió mis horizontes, me hizo independiente, segura de lo que era capaz y me lanzó a un escenario internacional desde temprana edad que igualmente fue una gran escuela formativa para mi.
Mente abierta y caminos andados llevaron a Ximena Avellaneda por el feminismo y los estudios de género que encontró en Oaxaca  o que en Oaxaca la encontraron. Reflexiona y sostiene que de manera particular fue en México donde se gestaron algunas propuestas feministas de la segunda ola de esta teoría política.
 Sin duda, añade, gracias al trabajo de gran cantidad de organizaciones de la sociedad civil que  han surgido desde la década de los setenta y que se han enfocado a las temáticas de los derechos de las mujeres, la participación política, la salud y los derechos sexuales y reproductivos, la prevención de la violencia hacia la mujer, entre otros.
Sin embargo, no es suficiente, hay todavía un largo camino por andar en el medio urbano, en el rural e indígena para hacer efectivos estos logros. El que hayan modificado y cambiado algunas leyes a favor de las niñas, jóvenes y mujeres a nivel nacional y estatal no quiere decir que hayan bajado su nivel de implementación a todos los niveles, superando la indiferencia y acendrado machismo del funcionariado responsables de llevarlos a cabo. 
Por otro lado, falta aún mucha información adecuada y accesible culturalmente para que la población se apropie de estos cambios, los haga suyos y los defienda, sostiene esta aventajada feminista que aunque colombiana de nacimiento es oaxaqueña por adopción.
En términos generales  podemos decir que básicamente el movimiento feminista ha logrado poner la agenda de las mujeres de manera más visible, -pero- que todavía no interese a la mayor parte de la población es otra cosa, aún hoy no se ha llegado a una igualdad plena de derechos para hombres y mujeres, sostiene Ximena Avellaneda.
Es importante reconocer que existe un movimiento de mujeres que es más amplio que el movimiento feminista, esto es verdad, dice en entrevista quien también llama a no olvidar que las conquistas de las mujeres han estado asociadas a la movilización feminista.
Si hoy muchas mujeres no feministas o  aún antifeministas tienen derechos políticos y pueden realizar otras actividades en el mundo público, es porque otras mujeres, las feministas, lucharon por ello, dice con seguridad total. Luego enumera:
Lo primero que hay que reconocer es la visibilización del problema, esto es identificar la condición  femenina como un problema social, con costos políticos, económicos, sociales y culturales.
Los avances en la legislación en estos cuarenta años son fundamentales, sobre todo con la incorporación de nuevas leyes y  la incorporación de la perspectiva de equidad de género en el combate de la violencia hacia las niñas,  jóvenes y mujeres.
En la participación política se registran avances, sobre todo con los relacionados con la incorporación de la discriminación positiva en las leyes electorales y recientemente la ley de la paridad.
Referente a la igualdad existe una creciente participación de las mujeres en los mercados laborales con mejor capacitación, sin embargo todavía estas no reciben remuneraciones equivalentes a las de los varones por igual trabajo.
Las mujeres constituyen hoy más del cincuenta por ciento del estudiantado en todos los niveles.
En lo referente a la salud y los derechos sexuales y reproductivos se lograron avances en varias entidades en la legislación sobre el derecho a la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo especialmente en el Distrito Federal así como darle la importancia a la necesidad de mejorar y ampliar los servicios de salud sexual reproductiva. Por otro lado, se reconoce la urgente necesidad de mejorar la capacitación y sensibilización de los servidores públicos encargados de dar atención a las usuarias y evitar los terribles casos que hemos sido atestiguado recientemente.
Ximena Avellaneda se declara optimista respecto al futuro del movimiento feminista. Algo prometedor es el hecho que en la actualidad son más las jóvenes interesadas y preparadas en temas de género y no solamente sino que desarrollan acciones innovadoras para llevarlo a cabo.
La juventud ahora no es la misma que en el pasado, está mejor capacitada, hace uso de los medios de comunicación y de las redes sociales, con la finalidad entre otras de hacer sentir su voz. El acceso en mayor medida a la educación plantea un mayor activismo dirigido a conocer y ejercer los derechos.
Desde luego, no es un movimiento uniforme, de hecho a mi modo de ver está bastante fragmentado, lo cual constituye una debilidad y por otro lado hay que diferenciar entre los movimientos amplios de mujeres y los feminista que no necesariamente son lo mismo o tienen agendas comunes, ciertamente coinciden en algunos puntos.
Sin embargo, plantea que uno de los retos fundamentales del feminismo es “reinventar o actualizar el feminismo” acorde a los momentos en que vivimos. La frase suele complicarse a simple vista, por lo que explica.
Las jóvenes tienen que encontrar en el movimiento respuestas a las realidades cambiantes, seguirán firmes muchos de los principios que llevaron a tantas mujeres a plantearse otra forma de vivir, más justa y humana como decía Rosario Castellanos, pero las formas para llegar a estos tal vez deberán adaptarse a los tiempos modernos.
Su planeamiento se confirma cuando plantea cómo el movimiento feminista en Oaxaca, específicamente, también se ha transformado. En un principio los movimientos de mujeres se dieron a partir de reivindicaciones políticas de organizaciones sociales y civiles y no necesariamente coincidían con las demandas aparentemente burguesas e individualistas de las feministas que se identificaban básicamente con medios urbanos. Por fortuna muchas de estas diferencias se han ido superado conformándose alianzas más amplias y enriqueciéndose con una gran cantidad de organizaciones recientes que han dedicado su trabajo a los temas de género, derechos humanos, salud reproductiva y violencia.
Otro componente que ha avanzado mucho en Oaxaca desde mi perspectiva es la organización de mujeres provenientes de los pueblos originarios quienes en su momento se resistían a acercarse siquiera al concepto de feminismo.
Hace treinta años eran pocas las mujeres provenientes de las comunidades que hablaban en primera persona de la condición de las mujeres, en ese sentido debo decir que el avance ha sido enorme, hoy en día las mujeres y las jóvenes en particular indígenas y afro descendientes, a partir de sus propias organizaciones, están alzando su voz, están haciendo sus propias demandas a la sociedad dominante y al interior de sus propias comunidades, donde ponen de manifiesto el tipo de cambios que esperan se den, para efectos de contar con mayor participación en la toma de decisiones y sobretodo en el anhelo de vivir vidas sin violencia.
He escuchado jóvenes hablar de los feminismos indígenas. ¡Estos son cambios de los últimos treinta años!
El feminismo es una teoría política que transforma. En la vida de Avellaneda Díaz no fue una excepción. Su ingreso al Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos es calificado por ella como uno de los momentos trascendentales de su vida, ahí conoció a algunas de las personas más significativas de su vida y, por otro, le permitió acercarse “a este otro modo de interpretar y vivir la vida”.
Siempre decimos que esto es lo maravilloso de la perspectiva de género, es algo que no te puedes quitar y poner y es algo que tiene que pasar por tu cerebro, tu corazón y tu estómago y, sobre todo,  forma parte de tu existencia.

Mezcal, una industria también de mujeres


*La presencia de mujeres permanente a lo largo de generaciones

Soledad Jarquín Edgar, corresponsal
SemMéxico, Oaxaca, septiembre 2015.- En apariencia la presencia de las mujeres en la cadena productiva de mezcal era hasta hace poco tiempo un trabajo ajeno, sin embargo la realidad es otra, porque desde hace muchos años han sido parte de esta industria.
Gerentas, maestras mezcaleras y en ventas son tres de los cuatro puntos de la cadena donde las mujeres han estado desde al menos cinco generaciones, pero fueron las maestras mezcaleras las que recién rompieron el mito que les impedía entrar al palenque, pues se argumentaba que su presencia interrumpía el proceso de elaboración, más aún si estaban menstruando o embarazadas.
Graciela Ángeles Carreño, gerenta y representante legal de Mezcal de los Ángeles, que se produce en la población de Santa Catarina Minas, en el Distrito de Ocotlán, afirma que son pocas las mujeres que ocupan cargos de decisión en las empresas mezcaleras, la gran mayoría están en las ventas y otro porcentaje aún menor son maestras mezcaleras.
Las mezcaleras han estado en la producción desde hace varias generaciones, como sucedió con su tatarabuela, bisabuela, abuela quienes a lomo de bestia iban de pueblo en pueblo vendiendo el mezcal en tiempos en que era prohibida su venta, mientras que su mamá fue la primera administradora de la empresa pero no podía entrar en el palenque.
Hoy Graciela Ángeles Carreño es la primera gerenta y aunque tiene menos de 40 años, su historia es ya una larga cadena de experiencias, ha transformado la empresa en una cooperativa y en toda ella ha impreso un sello distinto, producto además de sus conocimientos académicos, es Maestra en Sociología.
Como en la familia Ángeles, en Tlacolula de Matamoros fue doña Josefina Monterrubio quien impulsó la creación y registro de marca de la primera crema de mezcal en los años sesenta: El Mayordomo, y antes lo había hecho con el famoso mezcal Joyas Oaxaqueñas.
Su hija, Socorro León Monterrubio recuerda que en su familia comercializaban mezcal en una pequeña tienda. A su papá se le ocurrió poner miel y cáscaras de naranja al mezcal que regalaban en navidad a amigos y familiares, quienes insistieron en que ese mezcal dulce fuera comercializado. La que tomó la decisión fue Josefina Monterrubio pese a la oposición de su esposo don Mencho León. De esta manera, Josefina se adelantó al menos 30 años a muchas otras empresas que posteriormente produjeron cremas de mezcal.
En la familia productora de Joyas Oaxaqueñas, una de las más populares en Tlacolula de Matamoros, doña Josefina Monterrubio siempre tomó la iniciativa y conocía bien el negocio, a ella no le era necesario tener un alcoholímetro para saber los grados de alcohol del mezcal, bastaba para ello su sentido del gusto, de la misma forma podía determinar con el olfato si el agave estaba ahumado de más o si no servía porque había sido cortado tierno.
Socorro León Monterrubio, Antropóloga de profesión, afirma que en la producción de mezcal las mujeres han sido muy importantes, como lo fue su mamá, muchas de ellas ni siquiera se reconocen, porque predominantemente era una actividad donde los hombres daban la cara.
Mezcalera por convicción
Gabriela Ángeles Carreño explica que la gran mayoría de las mujeres que están inmersas en esta industria son herederas de este conocimiento y muchas por su condición de pobreza, mujeres viudas o separadas se han hecho cargo de sus propias producciones y hay familias que ante la falta de hijos varones, el padre “echa mano de sus hijas”, lo cierto es que la industria del mezcal es hoy una oportunidad para sacar adelante a sus familias.
Esto incluso cambió el paradigma, hoy las mujeres podemos entrar al palenque, se rompió el mito, ya no somos responsables de que se rompieran las ollas, la tina o de que se detuviera el proceso de fermentación, como decían antes cuando una mujer entraba al palenque, en realidad lo que buscaban era detenernos.
Ser mezcalera, dice esta joven empresaria que nació dentro de una familia productora de esta bebida espirituosa, no es un asunto “chic” como muchas personas piensan, “ser una mujer en el mezcal es una responsabilidad, no te haces mezcalera por moda, se hace por identidad, por principios, por convicción, menos por moda”, sostiene frente a la proliferación de marcas.
Hoy la producción de mezcal no es sólo un negocio que permite a las familias enviar a sus hijos a la universidad, agrega en referencia a las posibilidades que en su familia tuvieron gracias a la producción de esta bebida que en Oaxaca se producen en al menos unas cuatro mil comunidades, como refiere el investigador Ulises Torrentera.
Álvarez Carreño se involucró en esta industria a raíz de la crisis del mezcal de 2001, y que de nueva cuenta azota a los productores y envasadores oaxaqueños debido a la falta de agave que en su mayoría se vende a los productores de tequila de Jalisco, dejando sin materia prima a los mezcaleros.
Por otra parte, añade, que en aquellos años conoció a Cornelio Pérez, con quien formó Mezcales Tradicionales y dieron origen a la Logia de los Mezcólatras, un movimiento reivindicador de los mezcales tradicionales no comerciales. Esto la llevó a certificar el producto familiar y a registrar la marca, además de poner otro plus al incluir información en las botellas que resultaron interesantes para sus consumidores.
En suma, dice que ha puesto en práctica una empresa que había ensayado en su cabeza, una empresa con visión de género, ya que por la figura empresarial las trabajadoras cuentan con prestaciones como caja de ahorro, con préstamos sin intereses y sobre todo ha sido pensada para que las mujeres puedan disfrutar de su tiempo y desarrollarse en lo profesional y con sentido humano.
Para ella existe una enorme diferencia cuando una mujer está en la gerencia, “si fuera hombre no me interesaría nada de eso, buscaría únicamente el rendimiento, pero a mi me interesa el bienestar y la felicidad de las personas que trabajan en la cooperativa, una persona feliz hace más de lo que puede y descubre sus habilidades, sus capacidades”.
Quienes la visitan Mezcal de los Ángeles encuentran varios productos: mezcal, coctelería, sal y servicios turísticos, como la visita guiada, degustación de mezcal y pueden consumir alimentos muy tradicionales en el palenque, idea de Graciela Ángeles.
La tarea no ha sido fácil. Recuerda que cuando iba a las primeras reuniones con mezcaleros, “puros señores grandes”, le daban la palabra la escuchaban y luego seguían con lo suyo, como si ella no hubiera hablado, pero los resultados obtenidos en la cooperativa han hecho que ahora la tomen en cuenta y busquen sus opiniones.
Por otra parte, en esta industria los hombres no estaban acostumbrados a recibir órdenes de las mujeres, pero su terquedad es positiva y no esta ni estará dispuesta a dejarse vencer por nada.
Otro factor fundamental es la permanente capacitación y profesionalización del personal, sobre todo para hacer frente a la demanda a través de las llamadas mezcalerías que ha ganado terreno en las grandes capitales del mundo: Distrito Federal, Nueva York, Los Ángeles, Berlín, Madrid, Barcelona, Paris, Tokio, Buenos Aires, Santiago y otras muchas capitales, gracias a un sector de jóvenes con visión empresarial que desde el Distrito Federal impulsan la comercialización del mezcal en todo el orbe. Situación que no es bien vista por todas las mezcaleras.
Lo que viene dice es una depuración, porque producir mezcal no es ningún juego e insiste en la responsabilidad y en la identidad, no es una empresa fácil ni te haces rica de la noche a la mañana como piensan muchas personas. Por eso considera que esa depuración será positiva.
Mezcal de los Ángeles tiene además proyectos comunitarios, como la biblioteca que actualmente se construye con una tienda de mezcales del D.F., un modelo que esperamos que retomen otras empresas para beneficiar a la niñez, la juventud y las personas adultas, mediante un espacio de recreación y cultura, área de cómputo y  un vivero, pues “no se puede hablar de desarrollo si no hay calidad de vida”.
Guadalajara, Estados Unidos y Europa
Gloria Tirado tiene 60 años, fue en la familia de su esposo donde aprendió todo el proceso de producción de mezcal hace más de 40. Por muchos años solo producían mezcal que era comercializado por otras empresas, sin embargo, fue hasta hace poco más de una década que está al frente de Mezcal “Los Javis”, un mezcal que prioritariamente se vende en Guadalajara, donde compite y bien con los tequilas, dice orgullosa; además, de ciudades de Estados Unidos y de Europa.
Estamos de manera constante frente a mucho trabajo, dice esta mezcalera de Santiago Matatlán, “la capital mundial del mezcal, ubicado a poco más de 30 minutos de la capital oaxaqueña. Los Javis es otra empresa familiar exitosa encabezada por una mujer que aprendió que no debía malbaratar más su mezcal porque asegura que lo que está vendiendo es su dignidad.
Mashcali, mezcalito
En la misma población, Gloria Santiago Romero se hizo cargo de Mashcali, palabra zapoteca que significa “mezcalito”, hace 30 años cuando se quedó viuda. Como otras mujeres, dice que no le costó trabajo entender todo lo que implicaba, porque creció en una familia de mezcaleros. “Solo si se trata de cargar contrato hombres”, expone en su expendio ubicado sobre la carretera que atraviesa la comunidad.
Su pequeña empresa, como ella señala, produce 500 litros mensuales de mezcal que ella misma comercializa en Matatlán y en el mercado de Oaxaca, ahora está preocupada, porque la crisis de agave provocó que tan solo en el último año el precio de la materia priva para la elaboración de mezcal se incrementara hasta en un 600 por ciento.
En ese sentido, su vecina cercana, Hortensia Hernández Martínez, dice que el costo pasó de tres mil a 23 mil pesos el costo de una camioneta de tres toneladas de agave o maguey, pero a diferencia de la dueña de Mashcali, Horetensia Hernández y su familia lo siembran. Aún así, la crisis afecta.
En ese sentido, el autor de la Monografía Mezcalaria, Ulises Torrentera, señala que aunado a la poca producción de maguey, existe una gran demanda de mezcales elaborados con agave silvestre y advierte que de no atenderse podrían ocasionar la extinción de algunas especies o el desabasto de materias primas y señala que no hay políticas públicas para preservar variedades endémicas, ni apoyos para que los verdaderos productores.
Mientras Gloria Santiago Romero ya entró en el proceso de certificación, Hortensia Hernández sostiene que hace cinco años pidieron un préstamo bancario para cumplir con ese requisito exigido por el Consejo Mexicano Regulador del Mezcal, sin embargo, nunca tuvieron “el prometido cliente” y dejaron todo en santa paz, el problema es que para entonces la deuda y los impuestos empezaban a ahorcar su pequeña empresa que lograron salvar mediante muchos sacrificios.
Santiago Romero, por otra parte, dice que busca la certificación porque ahora que sus hijos ya son profesionistas desean exportar su producto, lo que a Hernández no le preocupa pese a que sus botellas no tienen ninguna marca las identifica porque cada botella es cuidadosamente decorada por su esposo Juan Hernández.
Ambas productoras se encuentran ubicadas en la carretera. Ambas se quejan a su manera de la competencia desleal. Gloria Santiago Romero dice que en la entidad se comercializa mezcal adulterado que llevan en pipas a las poblaciones. En tanto, Hortensia Hernández dice que la competencia de la mezcalería tradicional son todas aquellas personas que venden mezcal para que otras empresas las vendan a presos por demás estratosféricos.
En entrevista, Torrentera afirma que efectivamente hoy existen “aventureros europeos o gringos o de cualquier lugar, que hacen su marca, envasan mezcal comprado a granel en Oaxaca y que venden un shot de mezcal en Nueva York por 200 dólares, cuando aquí el litro lo compran 40 pesos”.
Pese a las dificultades que enfrentan por ser empresas pequeñas comparadas con otras, porque los trámites son burocráticos y porque en ocasiones se sientan engañadas por los apoyos que otorga el gobierno, en ambos casos, doña Gloria y doña Hortensia pertenecen a una tercera o cuarta generación de familias mezcaleras y reconocen que las mujeres siempre han estado presentes en la producción, con métodos tradicionales y semejantes a los empleados desde los siglos XVI y XVII.
La ruta del mezcal incluye ocho entidades, todas con dominación de origen: Zacatecas, Durango, Guerrero, Guanajuato, Michoacán, San Luis Potosí, Tamaulipas y Oaxaca, de acuerdo con datos del Consejo Mexicano Regulador del Mezcal, organismo que tiene más de 500 asociados, pero es Oaxaca el estado con mayor producción de mezcal con un 97 por ciento, además de dominar con 80 por ciento el envasado y 90 por ciento la exportación.


La portada Caracolas, octubre 2015