domingo, 6 de diciembre de 2015

Mujeres y política El patriarcado político


Soledad JARQUÍN EDGAR
La disputa por el poder es concebida como un hecho real y específico para caballeros. Y no es clase de historia. No es episodio del siglo XIX. Estamos hablando del siglo XXI, de la elección 2016 que en Oaxaca renovará al gobernador o gobernadora (no está por demás), 25 diputados por voto directo y 17 plurinominales, así como 153 gobiernos municipales que se rigen por el sistema de partidos políticos.
El primer eslabón del patriarcado político es la elección en 417 municipios donde pese a la reforma al artículo 41 Constitucional que incorpora la paridad de género, no se concibió la paridad por ser municipios cuya elección de autoridades está determinada por asambleas comunitarias y el uso y la costumbre dicta reglas del juego distintas.
Algo se va a mover y en muchos sentidos cuando se aplique la horizontalidad y verticalidad de la paridad para conformar las listas de candidatos y candidatas a conformar el próximo Congreso local, al menos se espera que aumente el número de legisladoras, sobre todo que ellas tenga consciencia de género, lo cual ya es mucho pedir.
Pero en la elección a gobernador o gobernadora hasta hoy todo parece indicar que será una disputa tenaz entre hombres y las mujeres son una clase de espectadoras, sin mayor posibilidad que esperar el reparto paritario de las diputaciones en la renovación del Congreso local.
Así las cosas, salvo Mariana Benítez Tiburcio, recién llegada a la cámara de diputados federal, luego de su paso por la administración pública como Subprocuradora de la PGR, y su trabajo que la llenó de experticia tras bambalinas en el Congreso federal, con Jesús Murillo, y Eufrosina Cruz Mendoza, ex diputada federal con una historia en la que se abrió paso contra corriente y luego el gran impulso venido desde Los Pinos con Felipe Calderón, rema otra vez contra corriente y se reinventa cada vez que puede, pero que tras muchos años y gran cantidad de diputados ha sido la única en presentar una iniciativa y lograr una reforma que será fundamental en las elecciones de 2016.
Solo ellas asoman la cabeza. Todos los demás aspirantes, con carretas llenas de dinero, apoyos institucionales, amigos multimillonarios, pero sobre todo mediante pactos y acuerdos de pagos posteriores en efectivo o en especie han llenado el espectro mediático local y hasta nacional para hacerse visibles.
De ahí que resulta importante mirar el  esfuerzo de Benítez Tiburcio, diputada priista, y de Cruz Mendoza ex diputada del PAN, para abrirse paso en esta locura mediática en la que se ha convertido el proceso interno de cada partido y aun solo para hacerse visibles aparecen en los medios. Es el juego de las sillas solo que en lugar de desaparecer sillas y contendientes todo indica que aparecen más y más. Está bien, cada uno con sus sueños, su corazoncito, sus ilusiones.
¿Qué es lo malo? Nada aparentemente. Pero en el fondo hay algo muy malo.
En la normalidad de lo que somos como sociedad sin duda todo está bien. Existe una sospecha en el imaginario de la sociedad oaxaqueña, sobre el gasto de millones de pesos que hacen algunos personajes que de pronto llenan los municipios con sus rostros, algunas frases, algo que consideran importante que han hecho. Miles de pesos en la producción de videos, spot radiofónicos, entrevistas en radio, televisión y prensa. Todo ello para que la gente los conozca, pues aunque algunos tienen años en la política son realmente desconocidos, tienen mala fama o vienen precedidos de una gestión pública sin resultados.
Su intención es mostrar que son buenas personas. En realidad el tiempo pre electoral y electoral es aquel en el que los mismos de siempre, a veces en versiones “renovadas”  nos quieren vender que son buenas personas, que tienen buenas intenciones, que están dispuestos a acabar con la corrupción, la pobreza y los malos gobiernos. ¿Le suena conocido? Seguramente que sí.
Entonces el hecho de que los suspirantes a ocupar la silla de la gubernatura (del Estado ingobernable, como dice una querida amiga) sean en una inmensa mayoría hombres, que se gasten miles o millones de pesos en propaganda egocentrista y sin sentido, sin nada, que revivamos la misma historia de acarreos masivos, descarados y cínicos de gente de las poblaciones más pobres bajo engaños…es decir, lo mismo de siempre solo que en versiones tricolores, blanquiazules, amarillas, pejistas, verdes, azules agua y en todos los tonos que usted ya conoce, sin tomar en cuenta que todo eso lo hacen con dinero del pueblo, RESULTA NORMAL, es la costumbre.
Pero en el fondo, tendríamos que comprender que no hay en toda esta historia nadie capaz de romper con la política patriarcal, ningún partido se arriesga a proponer otra cosa que no sea lo mismo. Hay un temor grande en volver la vista a las mujeres y esa remota posibilidad de dar un giro a la historia política de Oaxaca, donde hay que decirlo la participación política de las mujeres es reciente, empezó hace poco más de 40 años, en la década de los años sesenta. Las mujeres, dirán algunas y algunos, llegaron tarde al escenario de lo público.
Por eso pensar en la posibilidad de que alguna o algunas militantes de los partidos políticos con más “arrastre”, estén con reales posibilidades en las contiendas internas y que ganen, es una idea lejana en el escenario oaxaqueño. El imaginario del patriarcado político no puede concebir nada que no sea un hombre, un varón, llevando las riendas del poder, aunque como hemos visto, el camino sea el despeñadero, sin que ello sea parte de las alusiones por apellido.
Hace seis años, dos mujeres se aventuraron, las dos abrieron la brecha, que se cerró inevitablemente, no porque Irma Piñeyro Arias o Ángeles Adad Santibáñez lo hay hecho muy mal –al final hicieron lo que podían hacer-, por cierto ambas compitieron por partidos políticos distintos al suyo, ni el PRI ni el PAN les dieron la posibilidad. Piñeyro lo hizo por el PANAL, y Abad Santibáñez por el Partido de Unificación Popular (PUP). 
Hoy todo indica no hay ninguna posibilidad. A menos claro está que suceda un milagro y el patriarcado político admita que pueden ganar con una mujer. Y Mariana Benítez se cuele a la Senaduría rompiendo los 15 años sin representación para las mujeres en esa tribuna.
Las cosas están tan mal para las mujeres en la representación política. Hace 15 años que Oaxaca no ha tenido ninguna Senadora; cierto hay más diputadas tanto locales como federales, pero tanto la gubernatura como las Senadurías son el techo de cristal de las mujeres políticas oaxaqueñas. 
Así pues los partidos políticos PRI, PAN, PRD, MORENA, Verde, PUP, PANAL, PSD, Encuentro Social y PRS, sus dirigentes todos hombres, sus patrocinadores todos hombres, conforman el patriarcado político de Oaxaca, y gozan de la venia y protección de las determinaciones misóginas de quienes elaboran las leyes y de quienes las ejecutan en materia electoral.
Las cartas, dicen están echadas y todas esa cartas tienen el rostro de los hombres.
Lo anormal sería romper el patriarcado. Qué harían los candidatos sin las mujeres. Valdría mucho la pena que las dirigentes de los partidos, me refiero a las que tienen alguna cartera, que revisaran si siguen por la misma ruta de siempre, si se revelan y dejan de apoyar a los hombres para dejar de ser relegadas y vivir la amargura del “para la próxima si te toca”. Solo las mujeres militantes y seguidoras, ciudadanas en general, no tengo duda alguna, pueden derribar al patriarcado político que desde que Oaxaca es Oaxaca ha tenido el poder real. Ya cada quien decidirá.
@jarquinedgar