domingo, 17 de enero de 2016

Mujeres y Política Matria feminista



Soledad JARQUÍN EDGAR
Conmemorar cien años del Primer Congreso Feminista de Yucatán es algo más que tomar un avión (con recursos propios o públicos, según sea el caso), llegar a Mérida y tomarse una foto, para luego postearla en redes sociales, como lo hicieron varias docenas de diputadas y funcionarias públicas.
Conmemorar cien años del Primer Congreso Feminista de Yucatán es mucho más que un acto protocolario o dos o tres. Va más allá de las vallas de metal que rodearon el Congreso local donde el nombre de Elvia Carrillo Puerto tiene desde estos días su nombre en letras de oro, o como pasó en el teatro José Peón Contreras donde hubo desde la oficialidad una inauguración, el mismo sitió donde se realizó el congreso hace cien años. Recintos rodeados de cercas metálicas por donde solo pasaban funcionarios de “primer nivel”, senadoras, diputadas federales, servidoras públicas estatales con sus respectivos guaruras, sus respectivas secretarias privadas, incluso, peinadoras.
Conmemorar la reunión que cien años atrás realizaron más de 600 mujeres, va más allá de lo superfluo, de la pose y de las equivocaciones tipo “bluper” de televisión que se quedarán para la historia o de los apuros de un puñado de diputadas federales y estatales que este mismo mes de diciembre propusieron sesionar en la capital yucateca para honrar la memoria de las congresistas feministas de 1916.
Un dato curioso fue que el nombre de Elvia Carrillo Puerto “promotora del Reconocimiento de los Derechos de la Mujer”, se pusiera en letras de oro en el recinto de la Cámara de Diputados, lo cual está bien, fue una de las tres primeras diputadas locales de esta entidad junto con otras dos mujeres, Beatriz Peniche Barrera y Raque Dzib Cicero, a quienes la historia apenas recuerda. Lo curioso, decía, es que como lo señaló reiteradamente la ex gobernadora e historiadora Dulce María Sauri Riancho, Elvia Carrillo Puerto no estuvo en el Primer Congreso Feminista de Yucatán, el primero de este tipo que se celebró en México.
Sin duda, la determinación de las diputadas locales, empujadas por las federales de rendir reconocimiento a la también llamada Monja Roja, fue por un asunto coyuntural o si soy mal pensada porque pensaron que sí estuvo hace cien años entre las mujeres convocadas, casi todas maestras y otras mujeres cuyo requisito para asistir era que supieran leer y escribir. Así que nos quedamos con la duda.
Al final no estuvo mal lo hecho desde la parte oficial. Lo que siempre me parece pésimo es el agotamiento de muchas mujeres que están o han estado en el poder y que más tarde que temprano se aburrieron cuando Ana Lau Jaiven, considerada como una de las más importantes historiadores feministas, las ilustraba sobre lo sucedido en Mérida, en el mismo teatro donde ellas estaban ahora “chateando”, mandando mensajes por whats app, posteando sus fotos para el Facebook o para tuiter, ordenando a sus empleadas que les trajeran café, platicando entre ellas, dándole masajito a la enfrente…fue todo un espectáculo el que ofrecieron.
Por fortuna esta semana en la que se enmarcó la conmemoración de un centenario fundamental para la vida de las mexicanas, fue más allá de todo lo antes descrito, más allá de las miles de notas sobre la captura del Chapo y el que algunos especulan es ya un romance con  la actriz Kate del Castillo, más allá incluso de la detención del ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, y mucho más allá de la caída al vacío del precio del petróleo y cuya consecuencias serán insufribles en cada persona.
En Yucatán las activistas feministas y académicas feministas lanzaron, estas sí hace meses, una convocatoria para invitar a las mujeres a presentar los trabajos desde la perspectiva del feminismo en todas las materias.
El encuentro que se realizó en sedes distintas y como lo hicieron hace cien años las yucatecas las sesiones se realizaron de 13 al 16 de diciembre, jornadas extenuantes donde se analizaron en retrospectiva y en prospectiva los derechos humanos de las mujeres: educación, sexualidad y ciudadanía, como propuso entonces Hermila Galindo, El Sol de la Libertad, parafraseando el título del libro de Ana María Valles Ruiz. Y esta vez las discusiones fueron entre mujeres progresistas, menos moderadas y ninguna exposición de conservadoras.
El análisis en retrospectiva es indispensable no cabe la menor duda. Conocer la vida de una sociedad emergente como era la yucateca, en específico, de principios del siglo XX. Entender el entramado social que en apariencia se abría a las mujeres pero que en el fondo tenía sus limitaciones, y sorprenderse ante las iniciativas y el trabajo la maestra Rita Cetina, de su revista La Siempreviva y el Instituto Literario de Niñas.
Por ello, dicen las historiadoras, que por cierto vinieron muchas, la tierra yucateca fue fértil ante las ideas del general constitucionalista Salvador Alvarado, promotor que no organizador del Primer Encuentro Feminista de Yucatán, como asegura la historiadora Piedad Peniche. Alvarado también ha sido objeto de estudio, con lupa es visto y analizado por las feministas.
En las tierras yucatecas, como ya se ha dicho, se sembró muy pronto la idea del feminismo, la lucha por los derechos, la reivindicación de las mujeres ante una sociedad patriarcal y, como se le llama ahora con todas sus letras, una sociedad machista. Tal vez por ello Martha Lamas, antropóloga feminista, propone el diálogo con los hombres para explicarles y hacerles comprender. Una postura utópica desde el punto de vista de otros feminismo y feministas, pues son los hombres quienes han ignorado las luchas de las mujeres y optan por ignorar los altos costos que para sus vidas ha tenido la supuesta supremacía varonil.
Sin duda, en este encuentro homenaje a las feministas de hace cien años, lo explicado por Sara Lovera, periodistas con larga experiencia. Tras hacer un recorrido histórico de los hitos y hechos más trascendentes en la historia de las mexicanas, concluye que las mujeres en todas las épocas y etapas, hemos conseguido avances cuando trabajamos colectivamente y de manera plural, sin dogmatismos ni prejuicios, con un estado de confianza en las otras y de respeto a su capacidad y desarrollo. Y como diría ella misma: más claro ni el agua.
Durante tres días consecutivos se escucharon las voces de las especialistas, de la ciudadanía, de las activistas, de las más grandes y de las más jóvenes con temas distintos, sus preocupaciones, los retos, las esperanzas y como ya planteé antes también el pasado que como dice la frase común nos permite entender el presente. Ahí quedó claro qué pasó después y nos quedó como lección para no repetir la historia.
Sin duda el trabajo de Nancy Walker Olvera, de Ciencia Social Alternativa/ Kookay; Piedad Peniche Rivero, Historiadora Feminista; Leticia Paredes Guerrero, de la Universidad Autónoma de Yucatán; George Ann Huck, de Mujeres en Red; Leticia Murúa Beltrán Aragón, Apis Sureste: Fundación para la Equidad A.C.; Sharon Renee Cano Chulim, Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir y Red Péepeno'ob; Bertha Elena Munguía Gil- Centro de Apoyo Solidario, Documentación y Estudio A.C.; Colectiva Reflexión y Acción Feminista- Vínculos: Brenda Ortiz y Dioné León; Adelaida Salas Salazar, del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, y Alejandra Gómez Terán, Fotógrafa, todas ellas integrantes del comité organizador, que sin menos poses, luces ni guaruras llevaron a cabo la conmemoración que se merecían las ex alumnas de la maestra Rita Cetina, la constitucionalista que no vino pero puso los temas Hermila Galindo, Rosa Torre González, Consuelo Zavala y de otras tantas y tantas mujeres que como dicen por ahí nos dieron matria feminista.
Oaxaca…
Eufrosina Cruz Mendoza ya lo dijo. Se lanzará por la vía ciudadana en busca de la gubernatura de Oaxaca. Ya lo veremos. De ser así, tendremos una voz distinta, una visión diferente. Lástima que la misoginia no se haya ido con el tiempo y haya voces mostrando discriminación por sexo y por etnia. Nada raro en este país donde la deshumanización sigue pensando que las mujeres valemos menos que los hombres.
@jarquinedgar