lunes, 29 de febrero de 2016

Mujeres y Política Violencia política

Mujeres y Política
Violencia política

Soledad JARQUIN EDGAR
Estaba previsto y se veía venir.
Falta mucho para que las mujeres tengan un lugar diferente. Distinto al que hoy tienen, no se trata de privilegios, como sí los tienen los hombres. Se trata de un lugar en igualdad: Principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones, como en masculino genérico lo explica la Real Academia Española de la Lengua. Lenguaje de doble filo y de conveniencia, pero que tiene una misión: excluir a las mujeres.
Todavía en algún rincón del mundo o tal vez dentro de nuestra familia, grupo de amistades, de trabajo, los medios de comunicación y, por supuesto, los gobiernos y todo lo que usted pueda imaginar que puede tocar nuestras vidas, quedan infinidad de ideas y comportamientos que hablan del lugar que las mujeres ocupan, pensamientos que se traducen en hechos concretos que cimientan y construyen una sociedad de desiguales.
Eso explica que en el siglo XXI de nuestra era, las mujeres sigan pidiendo los mismos derechos que se plantearon desde hace más de cien años y que dio origen a lo que hoy se conoce como el Día Internacional de la Mujer, cada 8 de marzo, es decir, la próxima semana.
También muestra porqué apenas hace dos años en México la paridad en materia política se convirtió en una realidad en la Constitución mexicana. Y me refiero a los muchos años de atraso en materia política de igualdad para las mujeres. Porque tuvieron que pasar otros 60 años, después del reconocimiento del voto universal (en 1953) para que se dieran cuenta de que la buena voluntad y las otras cuotas la 70/30 o la 60/40 no lograban los objetivos.
Alcances que también corresponde a las mujeres, en específico, a muchas feministas.
Es desigualdad considerar que las mujeres tienen determinadas tareas asignadas casi por naturaleza, lo que lleva a creer a muchas más personas de las que nos imaginamos, que la política no es para ellas.
Esa idea pervertida es la que lleva a ejercer violencia contra las mujeres y la política no es la excepción. Las mujeres, piensan muchos hombres, les arrebataron –primero- sus lugares en las fábricas, ahora lo están haciendo en la vida púbica y política.
El costo para las mujeres ha sido muy terrible. Hay historias de terror detrás de lo que se consiguió esta semana en Oaxaca: tipificar la violencia política de género. Por años, hemos documentado las agresiones a las mujeres y las que incursionan en la política no son la excepción. La primera que recuerdo es la cometida contra Elsa Lara, presidenta municipal de San Martín de los Cansecos destituida por un asunto personal; después conocimos la historia de Macrina Ocampo, presidenta municipal en la década de los ochenta de la comunidad de San Juan Lalana, a quien también se le “castigó” mediante el encarcelamiento por emprender la defensa de las tierras. En los noventa se registraron varias destituciones de presidentas municipales.
En el medio quedaron las agresiones registradas contra síndicas, tesoreras y regidoras, incluso con amenazas de muerte. Casos extremos de violencia, el asesinato de quien en 2004 fuera la candidata a la presidencia municipal, Guadalupe Ávila Salinas, por el Partido de la Revolución Democrática a manos del entonces munícipe del PRI de San José Estancia Grande, Cándido Palacios Loyola, quien nunca fue detenido y por tanto nunca se castigó.
Y años más tarde sucedió lo mismo con otra perredista, también en la costa oaxaqueña, Beatriz López Leyva, dirigente de ese partido político en San Pedro Jicayán, quien fue asesinada.
Posterior fue el atentado que casi cuesta la vida a la diputada Rosalía Palma López, donde la pérdida se extendió a dos integrantes de su familia, su sobrina y su esposo. Eso sin contar las aberraciones que se cuecen en la política y que tienen que ver con la violencia sexual de la cual difícilmente hablan las mujeres, al menos no lo harían o estarían dispuesta a hacerlo de manera pública, pero que sí lo han aceptado como el acoso sexual, las proposiciones de relaciones sexuales a cambio de una candidatura.
Agresiones físicas como la ocurrida a la consejera electoral en Juchitán, Lorena Nava Cervantes, quien recibió golpes e insultos en un restaurante por un grupo de mujeres quienes ejecutaron la orden que dio un señor.
Violencia que también se registró recientemente en Temixco, Morelos, donde su alcaldesa Gisela Mota Ocampo fue cobardemente asesinada, como también sucedió con otras mujeres, algunas de ellas citadas en la exposición de motivos de la iniciativa que dio origen a las modificaciones legislativas adicionando el artículo 401 BIS al Código Penal de Oaxaca, que sanciona con dos a seis años de prisión y multa de siete mil a quince mil pesos a quien realice por si o a través de terceros cualquier acción u omisión para causar un daño físico, psicológico, económico o sexual en contra de una o varias mujeres y/o de su familia, para restringir, suspender o impedir el ejercicio de sus derechos político-electorales o inducirla u obligarla a tomar decisiones de la misma índole en contra  de su voluntad.
Estas modificaciones al Código Penal de Oaxaca, aunado a los criterios generales emitidos por el Instituto Nacional Electoral a efecto de garantizar el cumplimiento al principio de paridad de género en las postulaciones de candidaturas para todos los cargos de elección popular a nivel local, es decir, en las 13 entidades donde habrá elecciones el próximo 5 de junio.
La reforma al artículo 41 constitucional que incorpora la paridad de género en las candidaturas, los lineamientos del INE y el hecho de que la violencia política de género es ya un delito, mejoran las condiciones de un camino todavía difícil para las mujeres. Recordemos que en Oaxaca se proyecta con toda claridad una acción que yo llamo misoginia legislativa impulsadas desde el ejecutivo por otras personas con pensamiento misógino, que llevan a creer que en 417 municipios las mujeres no se les dan esas garantías para no trastocar los abusos de costumbre, lo cual, después de lo establecido por el INE está hoy por hoy en veremos.
La vigencia del patriarcado es la explicación del por qué en Oaxaca a los partidos políticos no les importa tener una candidata al gobierno estatal. Pero el cinismo es que algunas ex funcionarias y diputadas que buscan ser legisladoras o presidentas municipales apoyadas en la falsa bandera de los derechos humanos de las mujeres, cuando apoyaron la idea sesgada, discriminatoria de que Oaxaca hay ciudadanas de primera que viven en 153 municipios donde sí aplica la paridad y las de segunda que viven en 417 municipios donde, esas legisladoras y los legisladores, acordaron por ser de sistemas normativos internos no aplicará la paridad. Sí me refiero a la ex titular del IMO, Anabel López y a la diputada panista Alejandra García Morlan. Ambas cometieron violencia política, pero contra las ciudadanas, lástima que esa no se castiga.
El mismo árbol ¿diferente frutos?
¿Usted ha visto un árbol que dé naranjas, peras y manzanas al mismo tiempo? ¿No verdad? Eso nos pone en blanco y negro lo que va a suceder en la próxima contienda electoral donde todos los frutos vienen del mismo árbol (PRI), así que usted no espere que los frutos sean distintos. Y todos son todos.
@jarquinedgar